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A mis quince años fui nombrada hokage de konoha no sato, después de que Pain casi destruyera la aldea, con muchísimo esfuerzo pude derrotarlo, pero mi maestra calló en coma, y Danzo, mi mayor demonio, convertido en realidad, casi se queda con el puesto de konoha, si no fuera porque se le dio la idea de que fuera yo la hokage y que el manejaría todo por las sombras, probablemente él se hubiera hecho del poder, al principio estaba aterrada, sobre todo por Danzo, él me había secuestrado durante un año y medio, todas las torturas que se le ocurrían, las probaba conmigo para saber qué tan efectivas eran.

El motivo de Danzo para secuestrarme, fácil, necesitaba un arma capaz de combatir con los ex integrantes del equipo siete, naruto, sasuke y kakashi, los cuales desertaron para seguir a sasuke con su venganza, él dijo que sería la arma perfecta, porque nadie mejor que yo, para terminar con lo que ellos empezaron, sus métodos me quebrantaron, la desesperación y la locura casi me llevan a la muerte, pero el no dejo que eso ocurriera, el tiempo que no pasaba violándome como un si no valiera nada, era obligada a ver como otras chicas eran torturadas y violadas, eso fue durante un año, así logro que yo fuera su títere perfecto, después de eso vinieron los entrenamientos, todo lo que el sabia me lo enseño, tortura, interrogación, el arte de la seducción, taijutsu, ninjutsu, el control de armas, y estrategia fue en lo que me volví maestra, además me volví un jinchuriki, con exactitud de Matatabi, la hoja ya había perdido al zorro así que necesitaban a alguien igual que él, así que me convertí en la carcelera de Matatabi, y aunque parezca un poco loco, Matatabi me dio el descanso y la paz que necesitaba mi mente para no cometer una locura .

Pude escapar de él cuando Pain ataco la aldea, pero solo me encontré con mi hogar destruido, así que esperando perder la vida, decidí pelear contra Pain, pero lo derroté, eso me dio el antecedente para ser candidata para el puesto de hokage.

Nunca tuve un respiro, cuando me encontraba saliendo de las garras de Danzo, casi inmediatamente me nombraron hokage, mi maestra callo en coma junto con Jiraiya quien casi pierde la vida en un enfrenta miento contra Pain, sin duda muchas cosas, pero agreguémosle el hecho de que Tsunade estaba embrazada, eso fue mi gasolina para dar todo de mí, ahora tenia a una linda niña que era el calco perfecto de Tsunade, aunque conservaba el ingenio de Jiraiya para salir de situaciones nada apetitosas para una niña de casi tres años.

Hikari, ese era el nombre que le había dado a la hija de Tsunade, quien ahora era prácticamente mía, mi motor, mi luz, mi todo, sin ella, probablemente sobrevira cada día, pero cuando sus hermosos ojos color miel me miraban, me sentía en casa, cuando me sonreía hacia mis días felices y cuando decía mi nombre con su voz tan dulce, mi corazón se calentaba y por fin sentía que la sakura de trece años volvía.

Suspire lentamente, hoy el trabajo era muy poco, y no me gustaba, los recuerdos volvían y ponían aprueba mi cordura.

-Siento el chakra de uno de mis hermanos, junto con el de otras cinco personas- Matatabi dijo mientras se despertaba de su siesta.

-Hare que llueva para localizarlos- solo gruño en aceptación por el plan.

Hice los sellos correspondientes y pude ver como el cielo se empezaba a tornar negro, para después dar paso a unas pequeñas gotas de agua que después se convirtieron en una lluvia torrencial, pude ubicar a mis ex compañeros de equipo, junto con otras tres personas.

-Shikaku- un segundo después llegó mi segundo estratega favorito- pon el plan en marcha, saca a Hikari lo más discreta y rápidamente que puedas, asegúrate de que shikamaru este al tanto y que tenga todo preparado para cuando llegue- asintió con la cabeza y se fue. Dejé mi capa que me identificaba como hokage y salí al reencuentro con mi ex equipo.

Corrí lo más rápido que pude, mi plan era encararlos a una distancia segura, jamás dejaría que entraran a la aldea, no sin sellarlos antes, podrían atacar y poner en riesgo a los civiles, civiles por los cuales había luchado, no dejaría que nada malo les pasara. Me puse debajo de un árbol, gracias a las hojas, la lluvia no me mojaba, aunque importaba poco, ya estaba empapada hasta la medula. Saque una de mis tantas cajetillas de cigarrillos, o si, eso de los vicios era lo mío, cuando no tomaba fumaba y cuando se podía me drogaba, nadie dijo que después de lo que me tocó pasar quedaría bien parada.

SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora