XXIX

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La mañana llego con mi mal carácter, nunca solía estar de buenas y teniendo que ser la hokage solo incremento mi mal humor, eran demasiadas horas sentada en una silla, aunque bueno, dado que hoy eran los entrenamientos eran hoy, tal vez podría ser un buen día.

Me puse ropa de entrenamiento y me fui al campo de entrenamiento número 22, era un campo de entrenamiento extremadamente grande, aquí se hacían entrenamientos conjuntos, para subir el nivel de nuestros ninjas.

Al llegar estaba Itachi junto con los niños que ya habían salido de la guardería, no sabía a quien se le había ocurrido la magnífica idea de ponerlos a mi cargo, ya tenía bastante estrés como para andarme preocupando sobre tres seres humanos más.

-Hola, hoy tenemos un evento, dale esto a Mayumi- le di un papel a Itachi- llévatelos, no los quiero ver el día de hoy.

Me di la vuelta y me senté en un árbol, esperaba que todos los ninjas estuvieran para dar inicio al entrenamiento, o como yo lo llamaba, el infierno en la tierra, la única manera de retirarte del entrenamiento era cuando alguien se lastimaba, como un hueso roto o una extremidad cercenada o cuando estos se desmallaban por falta de chakra, si, como dije, un lindo día.

Con los treintas reclutas listos empezamos el entrenamiento, los corregía en algunas partes, no se necesitaban justus increíblemente poderosos y dificultosos para matar a alguien, era mejor saber utilizar justus de bajo nivel con los cuales no gastes mucho chakra, esa era la diferencia mas notable entre AMBUS y Jounins, AMBU luchaba la mayoría con técnicas puramente físicas, claramente sin olvidar los justus, pero su nivel de optimizar el chakra, el no desperdiciar nada con un ataque ostentoso, esa era la diferencia, y se los dejaría bien en claro, si querían ser AMBU tenían aprender esto o probablemente morirían en misión.

El entrenamiento acabo a las cuatro de la tarde, no había ningún recluta en pie, mentiría si digiera que no estaba cansada, repetir varias veces las técnicas y explicaciones de estas, no era cosa fácil, pero me alegraba saber que ninguno se rindió, y lo mejor de todo, no mande a nadie al hospital.

Llegue a casa, me bañe y me puse un vestido negro, inmediatamente salí a la torre hokage, ahí estaba el equipo siete e Itachi, todos con un traje negro.

- ¿Qué hacemos con esto puesto?

-Buenas tardes a ti también sasuke- agregue a su amabilidad infinita- respondiendo a tu pregunta, se quedarán sentados en el sillón sin exclamar ni una sola palabra, hasta que yo decida lo contrario.

Lleve mi trasero a la silla y saque un par de papeles y empecé a escribirle una carta al raikage, se la di a un halcón y seguí revisando el papeleo, me alegraba saber que la droga ya había sido aprobada, realmente me la pase bien con ella, a pesar de que provoque una situación un tanto extraña.

Un toque me saco de mi lectura- adelante- entro shikamaru con un plato de comida, lo dejo en mi escritorio y me dio un beso en la frente.

-Gracias- empecé a comer un poco, aunque no hubiera palabras de por medio, ambos sabíamos que ya lo había perdonado- ¿has visto a Tsuki?

-No mucho, no se le despega a Tsunade y a Jiraiya- rodo los ojos y tomo asiento enfrente de mí.

-Si, supongo que yo haría lo mismo- solté un suspiro, no sabia si lo que estaba haciendo enorgullecería a mis padres, su hija se había convertido en una alcohólica, fumadora y potencialmente una próximamente una drogadicta adicta al trabajo, y por si fuera poco, también hokage, todas las cosas que mis padres no querían que fuera, aquí estaban presentes, ellos siempre quisieron una vida tranquila para mí, seguir con el negocio familiar y conseguir una pareja, pero no, su amada hija quería la gloria, gloria que le había costado todo en su vida.

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