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pequeña Mía

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Los siguientes días se sintieron raros.

Vivía en una completa nostalgia. Lo cual era horrible.

La voz de mi madre hacía eco en mi cabeza y me era imposible no pensar en ello. No podía hablarlo con mi padre, no quería ponerlo triste y pensé en Sirius, pero no podía salir del castillo por la vigilancia.

Durante la clase de DCAO estuve tan distraída que ni siquiera presté atención. Y apenas noté cuando la clase concluyó de no ser por Blaise que me movió el brazo para que volviera a la realidad. Metí mi libro al bolso, porque es lo único que había sacado.

Me coloque la bolsa al hombro, pero antes de seguir a Gilbert, quién me esperaba con impaciencia, el profesor me detuvo.

—Te veo en el comedor —dije a Gilbert, quién miraba ceñudo al profesor.

—De acuerdo —dijo y se marchó.

Me acerqué al profesor, lista para recibir un regaño por ignorarlo durante su clase, pero fue todo lo contrario. El profesor Lupin me ofreció una tableta de chocolate con su habitual amabilidad.

—He notado que estás distraída —dijo—. ¿Estás bien?

Me removí incómoda y avergonzada.

—Lo siento, no volverá a pasar.

—No te estoy reprendiendo, Mia. —explicó con una sonrisa suave—. Solo quiero saber si estas bien, supe de tu recaída durante el partido.

—Ah, eso —me aclaré la garganta—. Estoy bien, solo son los efectos de los Dementores. No son agradables.

—No, no lo son —concordó, apoyado en su escritorio. Se cruzó de brazos y sacudió la cabeza en reprobación—. Dumbledore estaba furioso y ni hablar de tu padre, puso una queja en el departamento de seguridad del ministerio y no es para menos.

—Me preocupa que algo peor pueda pasar a causa de esas cosas —me estremecí—. No entiendo porque insisten en colocar Dementores, si Si- Black los burló una vez, puede hacerlo otra vez.

Noté que el profesor se tensó.

—Efectivamente... Supongo que piensan que solo tuvo suerte.

Suspiré.

—No entiendo porque de entre todos los que estaban ahí, ningún otro, además de Potter, se desmayó —murmure, cambiando de tema.

—Los Dementores están entre las criaturas más nauseabundas del mundo. Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajena, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuánto los rodea. Si alguien se acerca mucho a un Dementor; este le quitará hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si puede, el Dementor se alimentará de él hasta convertirlo en su semejante: un ser desalmado y maligno. Le dejará sin otra cosa que las peores experiencias de su vida. Y él peor de sus recuerdos.

Lo comprendí.

A pesar de tener un padre que me ama y una tía que me adora, no es cómo si tuviera grandes recuerdos con ellos que podrían superar todas las desgracias que he tenido desde que entré al colegio. Y en ese momento, cuando no estaba con ellos, es cuando los malos recuerdos y las emociones negativas se hacen presente, recordándome que siempre estaré sola porque nadie quiere estar conmigo, cómo si tuviera una enfermedad contagiosa.

DON'T BLAME ME sei mio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora