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una disculpa sincera, es una bandita al corazón.

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Era un sábado bastante tranquilo debido a la ausencia de la gran mayoría de los estudiantes por la visita a Hogsmeade. Ese día decidí pasar tiempo con mi padre mientras lo ayudaba a calificar algunos trabajos y oía a mi papá criticarlos.

—Séptimo año y con una redacción tan pobre —negó él, marcando con rojo un número cuatro.

No me atrevía a opinar al respecto.

—Este es aceptable —dije después de tomar otro pergamino y evaluarlo. Era sobre los tipos de venenos y sus antídotos. Mi padre miró el trabajo con asco.

—Mediocre, ponle cero —dijo.

—Pero no lo has leído —murmuré, sabiendo que su reacción se debía a que era el trabajo de Potter.

Mi padre bufo. —No me hace falta leerlo para saber que hará una redacción breve y sosa, probablemente confundió algún término y terminó explicando el antídoto de otro veneno solo por tener nombres similares.

Demasiado específico.

—Es miope —justifique al ver que tenía razón.

—Y estupido —añadió él.

No debatí y terminé de calificar, poniendo un "seis" sin que mi padre lo notara.

Elegí un trabajo de segundo, que es el grupo, se supone, estaría evaluando.

—Hera es muy inteligente —comentó después de terminar de leer su ensayo. Era un trabajo completo con fuentes de información y una lista de etimología y significado. Ni Gilbert se atrevía a tanto.

—La única que vale la pena enseñar en ese grupo de alcornoques..

Ese es un halago viniendo de él.

La puerta se abrió de golpe, llamando nuestra atención.

—¡Potter ha salido del colegió sin permiso! —exclamó Malfoy con la respiración acelerada y su habitual rostro pálido se encontraba sonrojado y sudoroso, probablemente por haber corrido.

Ese era el fin de un gran día como padre e hija.

Mi padre le ordenó que explicara la situación y lo que Draco decía se oía mal para quién lo oyerá. Mi padre salió en busca de Potter y Draco se marchó con una sonrisa victorioso, mientras que yo me quede a ordenar la oficina.

Pasaron alrededor de veinte minutos, estaba por irme, cuando la puerta fue abierta de nuevo y de ahí entró mi padre con el Gryffindor. Potter se veía sospechoso.

—Volveré a la sala común —dije a mi padre, incómoda—. Por cierto, hace rato que te caíste en el patio dejaste esto tirado —miré a Potter, quién se veía desconcertado. Saqué del bolso de mi Jersey una cadena que reconoció de inmediato cuando estuvo en sus manos.

Potter se llevó una mano al cuello, dándose cuenta de la ausencia del colgante.

—¿Cómo...?

—Hace rato. En el patio —dije, dándole la espalda a mi padre y mirando a Potter fijamente, hice un leve gesto con los ojos para que me siguiera la corriente.

—¡Ah! ¡Si! Gracias —dijo el Gryffindor, confundido, guardando su collar.

Mi padre me tomó del hombro evitando que me marchara.

—¿En qué momento viste a Potter?

Miré a mi padre con una expresión de convincente tranquilidad.

DON'T BLAME ME sei mio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora