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gran inicio de vacaciones.

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Pequeña, Mimi.


Lamento mucho no haberme podido despedir de ti y tampoco haberte dado las gracias por creer mi cuando nadie más lo hizo. Recuerda todas nuestras pláticas y sobre todo, lo especial que eres solo por ser tú, que nadie vuelva a hacerte sentir inferior y si alguien te molesta, dimelo y te prometo que jamás volverán a meterse contigo.

Te quiero mucho, pequeña cornamenta.

Repite siempre: Eres lista, eres valiente, eres importante.


Con amor, tu viejo amigo/tío Canuto.







Trate de cumplir mi promesa con Sirius y conmigo misma, el tratar de salir de mi zona de confort y salir a buscar mi propio camino. La primera semana de vacaciones estuve mucho tiempo en el parque de Privet Drive que quedaba a unas cuantas casas de la de tía Dany, no pasó mucho tiempo para que conociera a unas chicas muggles bastante simpáticas y con quienes comencé a juntarme para jugar voleibol en la cancha.

Aquella tarde, un día antes de partir con Gilbert a Grecia para ir a un curso de magia avanzada con su tía abuela, pase gran parte de la mañana jugando con las chicas hasta que el balón de Karen se poncho y me toco ir por el que tía Dany me obsequió apenas le hable de mi interés por el deporte.

Tenía mi cabello sujeto en una cola alta con una banda elástica azul rodeando mi cabeza para evitar el pelo en la cara. Mi camisa roja se encontraba completamente sudada e incluso podría sentir mi corto short pegarse un poco ante el sudor de mis piernas, mis tenis se habían gastado tanto esos días que durante los meses que llevó usandolos.

—¡Tía!, ¿viste donde dejé el balón? —pregunte en un grito apenas abrí la puerta de entrada— El de Karen se poncho y estamos en medio de un intenso juego que...

Enmudecí.

Parpadeo un par de veces e incluso pase mi antebrazo sobre mis ojos para ver si no estaba alucinando o algo por el estilo. Cuatro cabelleras pelirrojas se encontraban en la sala de estar; una mujer rellenita, los gemelos y Ginny.

—¡Hola! —Ginny sacudió su mano con una sonrisa.

—¿Hola? —salude, aunque sonó más como una pregunta.

Mi tía Dany apareció con una bandeja de bebidas.

—Ah, Roseanne, que bueno que llegas —dijo, dejando la bandeja en la mesa de enmedio—. Supongo que conoces a los chicos; ella es su madre, Molly Weasley.

—Un placer conocerla —dije a la matriarca—. Le daría la mano, pero está llena de tierra —añadí, enseñando mis palmas.

—Oh, no te preocupes querida —La mujer sonrió—. Me alegra conocerte, he oído muchas cosas lindas de Ginny sobre ti.

—Oh —pronuncie, con una sonrisa de boca cerrada. Seguía bastante desconcertada por la presencia de la familia en mi casa.

—Rojita, dichosos los ojos que te ven —Fred me guiño un ojo e hizo una leve reverencia.

DON'T BLAME ME sei mio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora