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En contra de todo pronóstico ( el de Igor al menos) Vlad parecía estar de buen humor. Se notaba en su en su forma de tocar. Parecía estar realmente conectado con su instrumento y eso, por algún motivo, molestó al percusionista.

Estaban en el cubículo predilecto de Vlad. Este calentando e Igor simplemente viéndolo. Se había tomado muy en serio lo de estar una semana libre.

—No corras, querido. No estás en una competencia— Corrigió.

—Estoy practicando digitación. Debo ir acelerando.

—Lo que digas— Dijo mientras volvió su vista al celular.

Vlad sabía que no estaba equivocado, sino Igor. Sabía que el que había cometido el error había sido el percusionista, pero...

—Lo siento— Se disculpó, sabiendo que el otro jamás lo haría.

—Está bien— Sonrió— Todavía tienes algo de tiempo antes de tu "cita"¿Quieres ver algún concierto solista?— La expresión de Vlad se iluminó— Lo sabía. Vamos, te ayudo.

Vlad tenía una increíble fijación por los conciertos solistas. Podría incluso rayar en lo obsesivo. Cuando tenía malos días, los estudiaba tanto que hasta Danilo tuvo que reprenderlo un par de veces.

Igor, por otro lado, trataba de sacarle provecho a esa obsesión que el Chelista mostraba, ayudándolo a estudiar las veces que quisiera

Ya habían terminado de ver el concierto. Vlad guardaba su instrumento mientras que Igor lo observaba con expresión solemne.

—Dame tu chelo, querido. Voy a llevarlo a piso siete, puedes recogerlo luego allí.

—... De acuerdo— Dijo, entregando su instrumento— Luego veré cómo irme, así que no tienes que esperarme.

No podía evitar encontrar la situación un tanto... Incómoda.

—Tengo cosas de hacer aquí, así que no es como si te fuera a esperar de todos modos.

Al decir esto, se acercó al Chelista y lo tomó de la barbilla. Juntó sus rostros, conectando el azul con el verde y casi rozando sus labios. Vlad jadeó sorprendido.

—Diviértete— Y se fue, llevándose el chelo.

El corazón de Vlad se disparó, haciéndolo sentir nervioso. Rozó sus labios con sus dedos y cerró los ojos.

Esos gestos espontáneos no eran nuevos para él. Igor cada cierto tiempo hacía cosas similares. Era el principal motivo por el cual le costaba tanto dejar de amar a Igor como lo hacía, a pesar de las crudas palabras que solía dedicarle.

"—Sabes que no puedo corresponderte"

Lo sabía, siempre lo supo y, a pesar de eso, Igor parecía querer recordárselo cada cierto tiempo, cómo asegurándose de que siempre lo tuviera presente.

Cómo si ya no fuera así.

**No debo quejarme. Yo acepté este trato y está posición, es la única forma de estar con él**

Era poco satisfactorio, pero era lo que él había decidido. Sacudió su cabeza, alejando los siguientes pensamientos que quisieron atacarlo y tomó rumbo al estacionamiento.

No quería pensar en eso ahora.

Igor, por otro lado, notó como una cabellera larga y rubia era casi arrastrada hasta la sala de conferencias del piso 7. Se quedó extrañado por un momento, pero su mente hizo click apenas comprendió lo que estaba pasando. Sonrió ante esto.

Usaría esta oportunidad.

***

No podía definir exactamente como era que se sentía. Es decir, nunca había estado en esta situación antes como para saber cómo se supone que tenía que reaccionar. Las únicas emociones que reconocía bien era la tristeza, la indignación y la furia.

La Disonancia de los SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora