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El agotamiento lideraba con éxito el cuerpo del de rizos. Llevaba estudiando desde las 7 de la mañana y su brazo ya le rogaba a gritos un descanso. Bajó el arco con calma y se percató de la hora, 01:14 pm. Era suficiente por hoy. Hizo toda su rutina para guardar su chelo y se aseguró de que no se le quedara nada.

Con el instrumento ya montado en su espalda, se dirigió hacia los ascensores para poder bajar. Trató de llamar a Igor, pero caía directo a la contestadora, por lo que lo más probable es que estuviese en alguno de los sótanos. En la entrada a la sede, pudo ver a Nicholas y Joseph hablando (o algo así, notando la cara de resignación del calvo y la de triunfo en la del rubio) Conocía a Nicholas, por lo que se acercó para poder saludarlo.

—Buenas tardes, señor Nicholas— Habló una vez estuvo en frente del viejo, esperando no haber interrumpido una conversación importante.

—¡Hijo! Buenas tardes— Le devolvió el saludo Nicholas, inspeccionándolo levemente— ¿Vas a estudiar? Creo haber visto a Danilo en uno de los salones de sótano dos— No, gracias. Si seguía estudiando perdería el brazo por una parálisis.

—No, ya terminé de estudiar por hoy. Estoy buscando a Igor para irme a trabajar— Explicó tranquilo.

—Oh, él se encuentra en el comedor con su fila— No pudo evitar ensanchar su sonrisa, satisfecho con esa respuesta.

—Gracias— Se giró a punto de irse, pero le pareció grosero no saludar al rubio aunque no lo conociera personalmente— Buenas tardes, profesor Astertuas.

—Buenas tardes, eh...— Y no dijo nada más. No pudo evitar soltar una risa ligera. La cara de confusión del ojigris se veía genuina.

—Debo irme, se me hace tarde. Que tengan un buen día— Y se fue, dejando que aquellos dos retomaran su pequeña pelea.

El comedor estaba atiborrado de gente, sin ninguna mesa disponible. Vlad buscó la mesa más escandalosa y, por consiguiente, dónde estaba la percusión de la filarmónica. Los encontró casi al centro por lo que se acercó sutilmente.

—Igor— Le llamó en un tono bajo, tratando solo de llamar la atención del nombrado. Unos ojos azules se giraron para verlo.

—¡Querido!— Nombró en voz alta, llamando la atención de casi todos los que estaban en su mesa y unas mesas más alrededor— Ten. Adelántate al auto y espérame unos minutos, voy luego de resolver esto— Le indicó mientras le tendía las llaves del carro.

Vlad simplemente asintió, tomando las llaves y yendo hacia el estacionamiento. Sabía que ese "unos minutos" podían volverse casi una hora, por lo que fue sin prisa y se acomodó lo mejor posible, dejando su chelo en los asientos traseros y él de copiloto. Sacó su celular y se puso a matar el tiempo.

Enamorarse de Igor fue tan natural que jamás le causó inconveniente.
Él era el único que lo acompañaba y asistía, era su único amigo y solo con él permitía cierta amabilidad ¿Igor lo sabía? ¡Claro que lo sabía! Era la única persona con la que convivía aparte de Danilo. Además, no era como que fuese a morir por no ser correspondido ni mucho menos y eso se lo dejó muy en claro el día que decidió decírselo.

"—No quiero que consideres nada porque no quiero cambiar nada— Le habló relajado, cómo si estuviera hablando del clima y no confesando que lo amaba desde hace casi un año— La razón por la que te lo dije se reduce a qué eres la persona en la que más confío. Tampoco quiero que me trates diferente. Si llegas a hacerlo, patearé tu ingle con mis botas militares." Fueron sus exactas palabras a un muy consternado percusionista. Aunque después del shock inicial, hicieron bromas al respecto y todo siguió igual... Bueno, casi igual.

—Ah, estoy cansado— Le habló el de cabello azabache, entrando en el auto y encendiéndolo— Estábamos hablando de la distribución de este repertorio y se extendió más de lo que debería.

—Lo sé, lo sé ¿Tocarás en este repertorio?— Le preguntó para aligerar su tensión. Iban un poco tarde.

—No, dijeron que debía darle oportunidad al chico nuevo y quiero estar libre un par de semanas, con este día tan ajetreado, descansar un par de semanas los tengo más que merecido— Vlad parpadeó, tratando de aliviar el pequeño dolor de cabeza que le ocasionó esa oración ¿Igor no sabía lo que era la sintaxis?

—... Vale, en ese caso quiero que me ayudes con...— Calló abruptamente, cerrando los ojos y mordiendo su labio inferior, llamando la atención del percusionista. Podía sentir un ligero nudo en la garganta y el conocido ardor en sus ojos debido a las lágrimas. Trató de calmarse y respirar, no teniendo mucho éxito.

—Oh no, en mi auto no— Sin dejar de conducir, Igor colocó en el reproductor de música una de sus oberturas favoritas de Tchaikovsky— Concéntrate en la música, analízala.

El sonido era relajante, bajo y lento. Suficiente para distraer la mente de Vlad y regular sus neuronas. Al cabo de unos minutos, logró dejar de llorar.

—Gracias— Habló con voz entrecortada.

—No me agradezcas, verás que te lo cobraré caro. Un postre de chocolate y nueces puede ser un buen comenzar— Rieron los dos— Prepárate para el rebote. Apenas suceda, me avisas de inmediato.

—Lo tendré en cuenta. Y ni pienses que te voy a comprar nada. Aprende a hablar primero— Igor abrió los ojos, dramático.

—¿Así es como tratas a la persona que amas? ¡Increíble! Menos mal que no me odias, no podría soportar la crueldad.

—Siempre haciendo un drama ¿Eh? Y deja de aprovecharte de saber que te amo, idiota.

Ambos rieron y continuaron hablando trivialidades. La gente podía pensar que Vlad era un masoquista, pero lo cierto es que simplemente se sentía conforme con su situación actual. No esperaba ni quería ningún tipo de cambio, ni siquiera por curiosidad. Ciertamente no era correspondido, y eso era un poco doloroso, pero seguía estando a su lado, y eso era lo único que le importaba.

No había nada que cambiar. Todo estaba bien así como estaba.

La Disonancia de los SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora