Capitulo 5

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.




—¿Mi papá te dejó a solas?—Hinata estaba tan concentrada pensando en lo sucedido, que ni siquiera, sintió el momento en que llegó Taro junto a ella—le pedí que no te dejará sola—añadió el chico.

—Esta bien, no te preocupes, creó que tu padre tenía unas llamas por hacer y de todos modos, ya debo irme—le explicó todo lo que repasaron y el niño la acompaño hasta la puerta. No quería que se marchara, pero tampoco podía impedirlo, pues la hora de salida estaba por llegar y ella le dijo que debía solucionar asuntos importantes en su casa.

La ojiperla salió lo más rápido que pudo en busca de la parada del metro. No sabía que hacer, luego de ser descubierta por la hija de su jefe. Ahora estaba segura que las cosas con esa chica, serían peores, después de todo, nunca le hizo gracia y con lo que presenció, seguramente la odiaría.

Su corazón aún latía con gran intensidad, se toco los labios y sintió un revoltijo de mariposas en su vientre. A decir verdad, solo una vez, había experimentado algo similar y fue años atrás con aquel apuesto y enigmático médico peli-plata, que llegó de Estados Unidos y atendió a su padre en una de las crisis debido a la enfermedad. Apenas lo miro y quedó totalmente deslumbrada por él, no obstante, trató de disimularlo aunque sintió que también él, se mostró atraído por ella. Durante el tiempo que convivieron, la invitó a tomar un café, en la cafetería del hospital. Ella apenas tenía diecisiete años y por ende, era menor de edad, haciendo que no pudieran compartir, ni siquiera un beso, mas que el la mano.

Los días continuaron y con ellos, la atracción física entre ella y el médico, incluso, fue gracias a él, que su padre pudo ser trasladado a su casa, para ser tratado desde ahí. El día en que su padre, fue trasladado a su residencia, fue la última vez que lo miro, pues según escuchó, una emergencia, familiar lo obligó a regresar a los Estados Unidos y desde entonces, no volvió a saber nada de él. No es que hubiera llegado a sentir amor, pues, Hatake, siempre se portó con ella, como todo un caballero y no se permitió, aprovecharse de su ingenuidad e inmadurez. Suspiró con nostalgia, cuando ya estaba sentada en el metro. Lo único que le preocupó, luego de la decepción al no volver a verlo, era que estuviera bien.

Debía admitir, que comparado con lo que experimentaba al estar cerca de Sasuke, aquello, no era mas que un deslumbramiento por alguien a quien admiras, algo así, como enamorarse de tu maestro durante el tiempo de escuela. Un romance inocente sin llegar a ninguna parte.

No estaba segura de cómo proceder con su jefe, ya que según lo dicho por quienes lo conocían, él era un hombre de muchas conquistas, sin llegar formalizar con nadie luego de la muerte de su esposa. Con tantos problemas en su vida, comenzando por la deteriorada condición medica de su padre, debía de pensar bien, antes de continuar con ese peligroso sentimiento que comenzaba a invadir su corazón, pues no quería sufrir por amor. Hasta el momento en el que vivía, no se había preocupado por dicho tema y apenas comenzó a trabajar para los Uchihas, todo comenzó a cambiar. Sus mundos eran totalmente diferentes y francamente dudaba que pudieran acoplarse. Ella soñaba con una familia, hijos y esposo amoroso y él, ya tenía eso. Quizás ya no le interesaba tener más hijos, como tampoco una relación formal y de no ser así, tampoco ella estaba interesada en perder el tiempo, en algo que no fuera lo que soñó para su futuro. No le daría esa pena a su padre... Definitivamente, debió escuchar las llamadas de alerta que le hacía su conciencia, antes de aceptar el empleo.

[...]

Sarada entró llorando a su habitación y saco los álbumes de fotos, donde aparecía ella con su madre. Lo sabía, lo supo desde que conoció a esa mujer, ella llegó para arruinarle la vida y no conforme con enamorar a Naruto, ahora también embaucaba a su padre por medio de sus encantos.

No quiero ser ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora