Capitulo 7

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Hinata finalmente tuvo permiso para entrar a la habitación de su padre. Espero toda la noche en la sala de espera del hospital, negándose a irse a descansar. El médico trató de persuadirla diciendo que no ganaba nada con quedarse, ya que su padre estaba en el area de cuidados intensivos y no podía entrar nadie, ni tampoco podía verlo, hasta que lo colocaran en la habitación designada para él. Aun con la insistencia de sus amigos, no se retiró, pues llegar a su hogar y no encontrar a nadie, le causaría mucho dolor y de todos modos, no iba poder dormir.

Sus dos amigas intentaron quedarse con ella, pero se negó rotundamente. No podía permitir que ellas también faltaran a sus deberes, si de todos modos, no podían hacer nada, sin embargo, le pidió a Ino, que le avisara a los Uchihas, que no podría darle clases a Taro, durante los próximos días y Tenten, se encargaría de avisar en la primaria donde trabajaba que se ausentaría por uno o dos días.

Apenas llegó la hora de visitas, el doctor encargado de su padre, le indicó que ya lo habían trasladado a su habitación y que ya podía verlo por un rato.

—¡Padre...!—la tristeza la golpeó, cuando ambas orbes se encontraron. Su padre se veía muy triste, incluso tenía lágrimas que no habían caído. Para el mayor, era muy frustrante, tener que continuar siendo el motivo por el cual su hija se veía tan decaída. Su salud empeoraba con el pasar de los días y ahora estaba en la última fase. Eso era, lo que menos hubiera querido, dejar a su hija sola, mientras que era internado en un hospital. Lo mejor hubiera sido, morir en su casa, dado que aunque ahora Hinata tendría mas tiempo libre, estaba seguro que no habría un solo día en que no fuera a verlo. No es que no quisiera verla, sino que el hospital estaba más alejado de las paradas del metro donde ella estaba familiarizada y temía que pudiera ponerse en riesgo, solo por ir a verlo.

De nueva cuenta, volvió a sentirse un estorbo que sólo truncaba el camino de lo que mas amaba en el mundo... su preciada Hinata. Por doloroso que fuera para ella, lo mejor era ya no tener que cargar con un lastre como él.

La ojiperla observó como su padre movió la mano y rápidamente la estrechó con la suya. Sabía que quería decirle algo, pero ni el oxígeno, ni el cansancio le permitieron hablar—Aquí estoy y aquí estaré siempre—la afirmación de la chica, solo reafirmo la teoría del castaño... ella no pensaba dejarlo solo—Todo volverá a ser como antes, yo vendré a diario y cuando esté mejor, regresaremos a nuestra casa—trataba de sonar convincente, sin embargo, ambos estaban derramando las lágrimas de aquellos ojos tan llamativos y exóticos. Los dos sabían que eso no sucedería y la joven acostó la cabeza en la mano de su progenitor, para que él, le acariciara el cuero cabelludo.

Se quedó en la habitación de su padre, hasta que prácticamente, le pidieron que saliera, debido a que el horario de visitas estaba por concluir. Afuera encontró a una muy preocupada Ino, acompañada de Shisui, también Kurenai la esperaba para persuadirla de llevarla a su hogar. Debía comer algo, darse un baño y sobre todo, necesitaba descansar, pues desde la tarde anterior estaba en ese hospital, sin querer pensar en ella misma.

—Vamos Hina, ya no tiene caso que permanezcas aquí, tu padre esta en buenas manos—Shisui trató de darle ánimos y entre las féminas y él, lograron persuadirla de regresar a su casa. Minutos después de haber llagado, la puerta sonó y pronto entró Naruto en busca de la joven Hyuga. El rubio la había estado llamando para avisarle sobre las últimas noticias sobre el orfanato, sin embargo, no consiguió nada, fue entonces, que Shisui se tomó la libertad de avisarle, cuando lo supo por Ino.

El rubio, no prestó atención a las personas que también estaban con la ojiperla, simplemente, se fue hasta ella y la envolvió en un abrazo reconfortante. Ella se dejó llevar por la tristeza y derramó más lágrimas.

No quiero ser ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora