32. Segundos

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El agobio de no saber qué hacer con la situación me hizo actuar por impulso: apagué el teléfono y no contesté la llamada de Nicolas; a ese punto lo conocía lo suficiente para estar casi segura de que no se atrevería a llamar a mis padres. Solo quería que todas esas emociones se apaciguasen, que la cabeza dejara de darme vueltas y poder pensar con claridad para inventarme algo que no metiese en problemas a nadie, en especial a Adrián, que no tenía nada que ver con esto.

Le di unos mordiscos al sándwich que me había traído y unos tragos al agua, pero sentía que si metía algo más en mi estómago, vomitaría de nuevo. Acepté la propuesta de la ducha, aunque por lejos era de las cosas más incómodas que había hecho en mi vida. Me sentía extraña, mi cerebro no terminaba de asimilar que había huido en medio de la madrugada, borracha y que había terminado desnuda en el baño de mi compañero de clase. Era surrealista, yo no hacía ese tipo de cosas.

Me di una ducha rápida intentando no pensar en nada para poder relajarme un poco; mi corazón no había parado de latir a mil por hora desde que estaba en el taxi y traía un nudo en la garganta que cada tanto me cortaba la respiración. Mientras el agua caía por mi cuerpo y me empapaba la cara, intentaba tomar respiraciones profundas, pero nada parecía funcionar.

Al salir de la bañera, contrariando mis expectativas, noté que seguía igual de nerviosa que antes. Miré mi ropa sobre el mesón y me percaté de que tenía varias manchas de vómito, incluso mis zapatos estaban salpicados por el fluido. Maldije pensando en que tendría que ponérmela de nuevo cuando tenues golpes en la puerta captaron mi atención.

—Art, si ya terminaste, tienes unos pijamas míos en los cajones de abajo. Pásame tu ropa y la pongo a lavar ahora —dijo Adrián como si me hubiese leído los pensamientos.

La incomodidad invadió mi cuerpo de nuevo. ¿Ponerme su pijama? Eso ya era pasarse de la raya; nada de lo que estaba haciendo estaba bien, nada en absoluto.

—Gracias, pero me pondré mi ropa y me iré enseguida —respondí mientras intentaba secarme con la toalla que envolvía mi cuerpo.

—Art..., sé que es una situación peculiar, pero tu ropa estará lista en una hora; tengo una secadora de esas que te dejan todo perfecto en minutos —explicó riendo—. Además, sería buena idea que terminaras el sándwich antes de irte.

Sabía que no le faltaba razón, pero tenía una sensación de culpa que no dejaba de punzarme en el pecho. «No estás haciendo nada malo», me dije a mí misma mientras, con cautela, entreabría la puerta para entregarle mi ropa llena de vómito a Adrián.

—Lo siento, soy un desastre —dije una vez cerré la puerta de nuevo.

—Deja de disculparte. Si supieras las veces que ha pasado algo parecido con los de la banda... Esto no es nada, Art, relájate —contestó en un tono risueño para después dirigirse a la lavandería con mis asquerosas prendas.

Pasaron unos minutos antes de que me decidiese a abrir el cajón de los pijamas, elegí uno color gris con pequeñas estrellas negras, me lo puse y de inmediato me sentí inundada por un aroma familiar; tardé unos segundos en darme cuenta en que olía a Adrián. Nunca me había parado a pensar en ese olor cítrico y dulce tan particular de él; sin embargo, en ese instante me resultó  inconfundible.

Me miré en el espejo, que aún estaba algo empañado: el pijama me quedaba grande, lo que era esperable porque él era mucho más alto que yo. No se veía tan mal, a pesar de que las mangas me ocultaban las manos si no me las arremangaba y los pantalones arrastraban por el suelo mientras se mojaban con los residuos de agua.

Abrí la puerta, aún sintiéndome nerviosa por la situación. En las últimas semanas había pasado mucho tiempo en esa habitación, pero esa noche se sentía diferente, como si se tratase de un lugar nuevo. Incluso Adrián parecía un desconocido: no estaba haciendo tantas bromas como de costumbre o pensando en voz alta mientras lanzaba preguntas inesperadas; en su lugar, actuaba serio, preocupado. Era extraño verlo así.

Somos luz de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora