62. Amarga derrota, dulce victoria

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La semana se hizo más llevadera gracias a mi reconciliación con Daniel y Diana y debo admitir, gracias al tiempo que estaba pasando con Nicolas por las tardes, de cierta forma, estudiar para el examen de admisión me distraía de todo el tema de Adrián y de lo cerca que estaba la presentación final en la facultad de Arte. Sin embargo, lo que me dijeron Stefano y Julián no salía de mi cabeza y el ver a Adri día a día, mientras sentía su frialdad me estaba desgastando la existencia. Quise contarle lo que había descubierto, pero no pude reunir el valor para hablar de nuevo con él, la última vez había sido muy desagradable.

Por eso, cuando llegó el viernes, traía los nervios de punta, todo fue a peor cuando el momento de la presentación se acercaba. La situación era bastante surreal, mis padres irían a verme, incluso Nicolas estaría ahí, era el escenario perfecto, pero yo me sentía fatal, al único que quería ahí apoyándome era a Adri y no lo tenía.

Estábamos tras bambalinas preparándonos para salir al escenario, Adrián estaba preparándose también, cada tanto, cruzábamos mirada, se podía palpar la tensión. Yo no estaba segura de querer ver su presentación, lo más probable era que si lo hacía, me derrita ahí mismo ante tal resplandor.

Se veía perfecto, era tan él, vestido con una camisa negra, arremangada, unos pantalones cargo grises, todo acompañado de cadenas, anillos y pulseras de plata brillante, el pelo ondulado le caía por la frente y por los lados de la cara. Con solo mirarlo, se me aceleraba el corazón, moría por desearle suerte, darle un gran abrazo y recibir un consejo suyo, junto con un beso dulce y reconfortante.

En mi mundo ideal, todo eso hubiera sucedido, pero no, estábamos en la asquerosa realidad, donde él ni siquiera se acercó a darme una palmadita en la espalda, nada de nada. No sé porque, una parte de mí tenía la esperanza de que algo en su corazón se moviera ese día y me hablase.

—Artemis —dijo Sofía, una compañera de clase, apareciendo por detrás y pegándome un buen susto.

—Ay, ¿Qué pasa?

—Perdón, es que estoy muy emocionada. Me acabo de enterar que la universidad trajo como jurado al director de un estudio de baile famosísimo en Los Ángeles. Mi sueño siempre ha sido que él me vea bailar y está aquí, tenía que contárselo a alguien o iba a explorar y Lina está demasiado ocupada para escucharme ahora mismo.

Me fue inevitable sonreír ante tanta emoción. Le di un abrazo, en parte, yo también lo necesitaba.

—Me alegro mucho Sofi, cumplir un sueño siempre es algo que celebrar, ahora, no te pongas nerviosa y haz tu mejor presentación. Igual está demás decir que eres la persona más talentosa de toda la clase.

—Gracias Artemis, no te quito más tiempo y me voy a practicar mi fouetté, no pensaba hacerlo, pero esta noche lo amerita, tengo que lograrlo.

Se fue con rapidez hacia el estudio de baile y yo no tenía idea de lo que era un fouetté, pero esperaba que le saliese muy bien.

En unos minutos iba a ser mi turno de salir al escenario, me tocaba antes que a Adri, en parte, lo agradecí, no sabía cómo podía terminar después de ver su presentación, era mejor entrar con la mente despejada. Entonces, sin percatarme del paso del tiempo, llegó mi momento.

Salí al escenario dando unos cuantos traspiés, apenas podía ver al público, pero por desgracia, Nicolas y mis padres estaban en la primera fila, a ellos sí que podía verlos y claro, los nervios aumentaron por mil. Cerré los ojos y aunque me dolía en el alma, reproduje la voz de Adrián en mi cabeza. Cada indicación, cada lección, cada consejo me inundó por completo. Cuando me sentí lista, aunque no lo estaba en su totalidad, levanté la mano dando señal para que reprodujeran la pista. Empecé a hacer todo lo que había practicado, intenté fluir.

Somos luz de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora