44. Libre

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En definitiva, ese día me había convertido en un trébol de cuatro hojas, la suerte me sonreía como no lo había hecho en bastante tiempo: primero, el anuncio de la beca «diamante en bruto» y segundo, la presentación de canto improvisada se había cancelado gracias a que el equipo de sonido del teatro dejó de funcionar, lo más curioso fue, que sucedió justo cuando faltaba una persona para que me tocase subir al escenario.

Adrián estaba alucinando por la serie de sucesos fortuitos, y no se cansaba de repetirme que debía recibir esta nueva oportunidad con la mejor de las energías, la verdad es que cada vez me convencía más de que tenía la posibilidad de cumplir mis sueños.

—¿Vas a querer practicar ese número de canto para mañana? —me cuestionó Adri sentándose sobre el escritorio de su habitación.

—Ya te dije que no me quiero agobiar con eso ahora, aún tenemos toda la tarde y parte de la noche antes de que me vaya a casa—respondí sentándome en el borde de la cama, mientras dejaba mi mochila en el suelo.

—Siento insistir, pero creo que...

—Ya lo sé, no quiero cagarla, pero déjame distraerme un rato, sabes que tuve un día de mierda y quiero disfrutar un poco de la paz, no tienes idea de las horas que pasé pensando en estar aquí contigo, tranquilos, sin preocupaciones, ahora mismo estoy en el paraíso, lo puedo jurar.

Ladeó la cabeza y esbozando una sonrisa me observó con detenimiento.

—¿Paz? Me alaga saber que te sientes así estando en mi habitación —se burló, señalando una pila de papeles arrugados sobre su sofá.

—Es que siento que eres la única persona normal que conozco, todos los demás son tan... problemáticos. —Me miró desde la altura con el ceño fruncido.

—Sí, creo que te entiendo, alguna vez también me sentí así, la diferencia es que yo me encontraba solo ante la locura del mundo. Fue bastante desagradable, me hubiera gustado conocerte en ese momento.

Dio un salto para bajarse del escritorio, y sacó una cajetilla de cigarros de su bolsillo, agarró uno y se lo puso entre los labios, dirigiéndose al balcón que estaba frente a mí.

Estaba empezando a atardecer y el sol daba directo hacia nosotros, se veía como un cuadro precioso, con los colores perfectos, él resplandecía como si la luz surgiera de su interior, las facciones le resaltaban y sus ojos se tornaban más profundos de lo que ya eran.

Esa escena se había convertido en algo de casi todos los días: verlo apoyado en el barandal, fumando a la luz del atardecer, mientras hablábamos de cosas que no podía hablar con nadie más; solo que esa vez era diferente, esa vez ya habíamos admitido lo que sentíamos el uno por el otro, y por eso, la electricidad, que en ocasiones anteriores había sentido al observarlo, se había multiplicado por diez.

Era cautivador, era inteligente, era hermoso en todos los sentidos de la palabra y por alguna razón, yo había terminado cayendo en su mundo, para que me salvase del mío.

—¿Tú?, pero si tus amigos son cero problemáticos y tus padres construyeron un estudio de música en tu habitación, dime loca, pero creo que tuviste bastante suerte.

Adrián soltó con elegancia el humo y luego me miró sonriente.

—No todo es lo que parece etoile. Luna y los chicos de la banda no siempre fueron mis amigos, o sea, los conocía de vista, por eventos de música y arte, pero no eran parte de mi circulo más cercano; yo solía andar con otro tipo de gente, ya sabes,  personas más «caóticas», y sobre el estudio, debo decir que mi padre no estuvo tan de acuerdo desde el principio, lo que pasa es que estaban haciendo remodelaciones en la casa porque su novia estaba embarazada y bueno, ese iba a ser el cuarto del bebé, al final resultó que el niño no era de mi padre y que la mujer solo lo quería por su dinero, todo terminó en tragedia, pero bueno, así fue como me dejó convertirlo en un estudio, supongo que para olvidar su terrible historia de amor con aquella muchacha. Además, aunque lo parezca, mis padres no son unos santos, cada uno carga con sus mierdas, solo intento que no me salpiquen, lo aprendí con el tiempo.

Somos luz de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora