Misteriosas Razones

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Padre e hija se habían hecho alguna ilusión de que Rei empezara a cambiar, pero un nuevo rechazo cruel hacia el primero derribó esas esperanzas. Porque se había acostado con Ralf solo para sacarse las ganas y también con la intención de demostrar que ella tenía poder sobre él, debido a cuánto el hombre la amaba.

Los dos se quedaron fuertemente abrazados por unos cuantos segundos ya que ambos necesitaban ese afectuoso gesto.

- Risa, eres la niña de mis ojos - afirmó Ralf acariciando la cabeza de la joven

- Y tú el mejor papi del mundo, te amo - contestó ella con una sonrisa - ¿Podrías hacerme un favor ahora mismo? - agregó la muchacha notablemente sonrojada

- Seguro princesa, dime - dijo el de cabello castaño oscuro también sonriente

- Por favor vístete - solicitó Risa con la cara toda roja

Eso hizo recordar a Ralf que todavía estaba desnudo y el hecho de que su hija estuviera presente, provocó que su cara también se enrojeciera y se apresurara a taparse con las sábanas de la cama.

- ¡No! ¡Olvidé que estaba sin nada! ¡No puede ser! - exclamó Ralf avergonzado mientras su hija se reía

- Todo está bien papá, iré a hacer el desayuno - aseguró la chica aún riendo

- Debo vestirme rápido... si tu madre nos ve así va a empezar de nuevo con sus estúpidas acusaciones y no tengo ganas de aguantarla - respondió él con tono fastidioso

- Ahora que recuerdo, anoche alcancé a escuchar que trataste a mamá de drogadicta... ¿Qué fue lo que ella te dijo para ponerte así? - indagó Risa pensativa

- Rei me hizo enfurecer, en verdad lamento que hayas tenido que oír eso, creo que es mejor que no sepas lo que me dijo, créeme - dijo el padre evitando mencionar la insinuación que la sacerdotisa le hiciera anoche para no afectar a su hija

- Comprendo, ha de haber sido algo feo de verdad - comentó la joven con pesar, entendiendo rápido

Sin decir más, Ralf se puso algo de ropa mientras Risa se dirigió a hacer el desayuno para los tres con la certeza de que en el presente día debía encontrarse con Seiya y avisarles a Haruna y Mirajane, que ya no era conveniente para ella ir al restaurante y que tenían que citarse en otro lugar para seguir viéndose. De ninguna manera estaba dispuesta a alejarse de ellas solo porque su madre se lo imponía, de ahora en adelante debía procurar que Rei no se enterase que iba a desobedecerla.

La joven giró la cabeza hacia su derecha cuando sintió la perturbada aura de su madre salir del baño y cruzarse con su papá sin dirigirle la palabra, a su vez no pasó por alto el detalle de que él tampoco la miró. Las mismas preguntas venían a su mente de nuevo: ¿Qué hicieron para merecer esto? ¿Por qué su mamá había cambiado así?

- Ya debería de estar listo el desayuno - dijo secamente Rei dirigiéndose a su hija

- Ahora lo estoy haciendo... ustedes se levantaron tarde hoy, no es mi culpa - respondió Risa seriamente

- ¿Noto cierto fastidio en esas palabras? - Preguntó la gobernadora - ¡Oye Ralf! ¡Ya que no volverás a hacer conmigo lo de anoche! ¿Con qué mujer te vas a sacar las ganas? - alzó la voz ella para ser oída por quien estaba en el baño

- Pero... ¿¡Cómo puedes decir eso!? ¡Estás cada vez peor de la cabeza! - gritó la muchacha totalmente ofendida

- ¿¡Porque no te callas!? ¡Mira lo que le dices a nuestra hija! ¡Definitivamente estás muy mal! - exclamó Ralf ofuscado saliendo del baño

- Le haces a papá hacerte el amor para después volver a despreciarlo... ¿Piensas que él es un juguete? ¿En qué cabeza cabe decirle que es tu esclavo y dar por seguro de que se va a sacar las ganas con otra?- preguntó la muchacha apretando los puños

De Miel a HielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora