Capítulo 8

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Habían pasado unos minutos desde que se había ido el maestro, mientras tanto Rosé y yo nos hundíamos en un silencio súper incómodo.

—Bueno emm... —se dignó a hablar Rosé— Creo que la comunicación también es buena —jugaba con sus dedos mientras seguía hablando— Mi abuelo una vez me dijo que los celulares nos hacían más imbéciles y antisociales.

—¿A quién mierda le importa lo que decía tu abuelo? —rodeé los ojos.

—¡Sólo trató de entablar una conversación contigo! —me miró enojada.

—Mejor no entables nada babosa, que por tu culpa estamos aquí —me giré para ver otro lado que no fuera su cara.

—¡Que esto es tu culpa! —rápidamente se acercó y se sentó a lado de mi— La verdad ya no quiero discutir contigo, nunca lo quise pero tú empezaste todo esto —suspiró— No sé si hice algo que te molestó tanto pero te pido perdón por eso, sólo quiero estar en paz contigo —me sonrió dulcemente. Su sonrisa era perfecta, a decir verdad toda ella era perfecta porque era demasiado bonita, me preguntaba cuántos novios había tenido y cuántos chicos estaban detrás de ella— ¡Oye Jennie! ¡Perdóname! —gritó he hizo que reaccionara.

—¿Perdón por qué? —le pregunté confundida.

—¿Qué acaso no escuchaste tod... Aaahh —suspiró rendida— Eres imposible Jen —se paró y se sentó más lejos de donde estaba. Al parecer no había escuchado nada de lo que dijo.

—¿Por qué me llamas Jen? —pregunté viéndola.

—Tu nombre es algo largo, no lo pienso decir completo —se notaba molesta.

—¿Entonces yo te tendré que decir Ros? —me burlé. Ella sólo se quedó callada y se acostó sobre la butaca.

Pasaron algunos minutos pero yo estaba que me moría del aburrimiento, así que no tardé en ir a molestarla.

Le di un pequeño pellizco en el brazo lo cual la levantó rápido.

—¡¿Que carajos quieres?! —se molestó.

—Me voy a morir del aburrimiento si no hago nada, así que quiero que me cuentes un poco más sobre ti, jamás pensé que diría algo así ¡Pero mierda me aburro!

—¿Y qué quieres que te diga?

—Algo sobre tus amores o tus ex amores —la miré con cara pervertida.

—Bueno, pierdes tu tiempo conmigo si quieres que te diga algo de amor —volvió a acostar su cabeza sobre la butaca.

—¿A caso te rompieron el corazón? —pregunté burlona.

—Ni siquiera me he enamorado —volvió la vista hacia mí.

—¿Nunca has tenido una relación?

—No.

—¡¿QUÉ?! —me sorprendí demasiado con su respuesta en verdad no me creía que Rosé jamás había tenido novio— ¡¿Es enserio?!

—Si —dijo con tranquilidad y se volvió a acostar.

—¿Alguna vez has besado o tenido sexo con alguien? Esperaba por lo menos un si en alguna.

—No.

—¿Y no te da curiosidad o quisieras hacerlo?

—No.

—¡¿Por qué no?!

—Porqué nunca me ha gustado alguien o tan siquiera atraído.

—No te creo.

—Pues no me creas.

—¡Dios mío! Eres súper Santa —exclamé.

—Amén —se río.

Realmente me sorprendía que dijera eso, no había duda de que muchos chicos estaban detrás de ella, pero al parecer esta chica era difícil.

—Veo que tu labio está un poco mejor —me miró sería, lo cual me incomodó un poco pero a la vez me molestó— Ni pienses que te voy a pedir perdón por eso —dije algo molesta.

—¿Por qué sólo quieres pelear conmigo? ¡Hasta te pedí perdón! —se levantó de su asiento y se acercó a mí— Si no vas a aceptar mis disculpas por lo que sea que te haya hecho o me vas a pedir perdón, será mejor que no te acerques a mí —su aliento olía delicioso, ¡mierda! No sé qué hacía está mujer para ser tan radiante.

—No te pienso pedir perdón y tampoco dejar de molestarte —le sonreí.

—Párate —se notaba enojada.

—¿Para qué? —reclamé.

—Dije que te pararás.

—No voy a hacer lo que tú dices.

—Párate o te paro.

—Párame entonces —le mostré mi sonrisa.

Ella movió la butaca en la que estaba sentada y me jaló para que me parara, yo inmediatamente me senté en el piso con las piernas cruzadas.

—¡Párate!

—No.

Al ver que no me iba a parar se mostró rendida y se sentó frente a mí en la misma posición que yo.

—Pégame.

—¿Qué? —estaba confundida ¿Por qué querría que le pegará?

—Así quitas toda la furia que tienes conmigo y tal vez te sientas mejor.

—Me castigarán si lo hago, tal vez ese sea tu plan —ella me dio una cachetada y de inmediato reaccioné y la empujé— ¡¿Que mierda te pasa?! —ella se rió y se paró, yo hice lo mismo y la empujé de nuevo.

—¿Es lo único que sabes hacer? ¿Empujarme? —eso hizo que me provocará y le diera una cachetada tan fuerte que seguro que se escuchó hasta afuera de la escuela. En su mejilla se notaba la marca que de mi mano que le había dejado y su rostro de dolor— No sé por qué te encanta esto —después de que lo dijo me aventó al suelo se echó sobre mí y me mordió tan fuerte el brazo que parecía que me lo quisiera arrancar, yo la quité en cuanto pude y le golpeé la cara aunque sólo pude hacerlo una vez por qué en eso llegó el maestro y nos separó de inmediato.

¡𝑳𝒂 𝑶𝒅𝒊𝒐! - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora