Capítulo 6

1.4K 152 17
                                    

Llegué a las canchas donde se encontraba entrenando Kai y me senté en las gradas para verlo jugar.

Kai jugaba muy bien, era un experto en quitar el balón y anotar canastas desde larga distancia, también por algo era capitán de su equipo.

Estaba observando a detalle la cancha, hasta que voltee al otro lado donde había otra cancha de básquetbol pero estaban jugando mujeres, la verdad es que no sabía que había un equipo de básquet de mujeres en la escuela.

Así que me acerqué un poco hacia su lado de la cancha y me senté en las gradas en medio de donde jugaban los hombre y mujeres, solo para ver como jugaban las mujeres.

Mientras miraba, vi un rostro conocido entre las jugadoras, Rosé, se le notaban las energías para jugar y también anotaba canastas desde larga distancia, jugaba bien debo de admitir. Pero era ROSÉ, ya había entendido porque no se había querido juntar conmigo, pero ¿Por qué no me dijo nada?, como sea, le reclamaré.

Fui con el entrenador que estaba de lado de las chicas y le dije que si me permitía a Rosé por un momento que era urgente, el entrenador llamo a Rosé y ella salió del juego para dirigirse hacia él, pero rápidamente dirigió la mirada hacia mí y se acercó conmigo.

—¿Qué haces aquí? —dijo Rosé al verme.

—¿Por estar aquí, no te juntaste conmigo verdad? —dije.

—Sí, ¿Por qué?

—¿Por qué no me explicaste que estarías aquí?

—¿Y tú quién eres para darte explicaciones? —frunció el ceño.

—Tu amiga y compañera de clase —dije con ironía.

Río— Que hipócrita.

—¿Hipócrita? ¿Disculpa?.

—Ya veté antes de que te den un balonazo y salgas llorando —suspiró.

Esas palabras me pusieron roja de la rabia, ¿Ella cree que soy débil? Le demostraré que no es así.

—Está bien, me iré pero antes una pregunta —dije— Veo que tu brazo ya está bien y tu labio se está mejorando no es así?.

—Si, mi brazo ya se mejoró y mi labio todavía me duele, la verdad es que se me sigue dificultando comer un poco porque trato que la comida no roce con mis labi...

Antes de que pudiera completar la palabra apreté los labios de Rosé. Ella solo se quejaba por el dolor, hasta que me aventó al suelo. Yo grité para que el entrenado me escuchara.

—¡¿Que pasa aquí?! —dijo el entrenador enojado.

—Ella me tiro sin razón —apunté a Rosé.

—¡No es cierto! —reclamó— ¡Ella apretó mis labios con fuerza!

—¡Las dos vayan a dirección! —dijo el entrenador.

—¡Pero! —reclamó Rosé.

—¡Ve a dirección o te suspenderé del equipo! —dijo el entrenador— Y espérenme allá.

Yo me paré y nos dirigimos a la dirección que quedaba un poco lejos. Íbamos caminando y volteé a ver a Rosé quien iba con una mano sobre sus labios y se le notaban los ojos rojos.

Reí— No me digas que tienes ganas de llorar —dije.

Ella me volteó a ver un segundo y después volvió la vista al frente.

—¿Quién es la chillona ahora? —dije en tono burlón.

—Ya no te vuelvas a acercar a mí, por favor —dijo.

¡𝑳𝒂 𝑶𝒅𝒊𝒐! - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora