Shinobi

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    Ibiki Morino esperé el único evento que ahogaría a la aldea en sangre. Estaba de pie en el techo plano de una casa a media milla de la pared de Konoha. Detrás de él, todos los ANBU disponibles que no estaban estacionados en el estadio formaron grupos de diez, escuadrones fácilmente manejables en una batalla de este tamaño.

     Hubiera preferido mantenerse firme en la pared, pero esa ya no era una opción. El Departamento de Inteligencia había proporcionado información sobre un círculo de invocación en las afueras de Konoha. Parecía ser de un tamaño increíble, sin duda una amenaza que debía manejarse con mucho cuidado.

     -La pelea entre el hijo del Kazekage y Hyuga Neji comenzó hace dos minutos, señor-

     Ibiki se dio la vuelta, asintiendo con la cabeza al mensajero que había hablado. Luego dejó que su mirada vagara sobre las tropas reunidas. En ANBU, los discursos no eran necesarios. Todos conocían lo que estaba en juego. Pero si bien eso era una verdad, no era la única. A veces, la necesidad era solo eso. Y a veces, las palabras, incluso para aquellos que habrían luchado con todo su potencial de todos modos, podían encender un fuego, una llama insaciable que los obligaba a dar incluso más que todo.

     Pero él no era un orador público y ellos lo sabían. Ninguno esperaba más que unas pocas palabras. Ibiki se volvió hacia la pared detrás de la cual estaba el círculo de invocación y la señaló-Cuando vengan, empareja una vida nuestra con diez de las suyas. Avergonzadlos, para que ninguna deidad, celestial o de otro tipo, muestre misericordia de sus almas-

    No aplaudieron y el silencio descendió sobre el techo. Luego, uno por uno, los ANBU desenvainaron sus espadas. Golpearon las empuñaduras contra sus placas de pecho una vez, antes de devolver las espadas a sus vainas.

    Los labios de Ibiki se crisparon. Esa había sido una respuesta más emocional de lo que esperaba. Se volvió en dirección a la pared, justo a tiempo para presenciar cómo una enorme serpiente de tres cabezas la atravesaba.

     -Todos tienen sus órdenes- gritó por encima del ruido de las explosiones. Unos pocos kunai se abrieron paso a disparos contra los enemigos entrantes, pero un escudo de viento surgió frente a él, dirigiéndolos hacia afuera-Haz que se arrepientan de su audacia-

     A su alrededor, las armas blancas llovieron sobre los enemigos de Konoha.

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     -No lo entiendo. Los estamos protegiendo.¿Por qué te miran así?-

     -Tu sabes la respuesta- Naruto miró a Rai, luego al grupo de ciudadanos detrás de el temblaron. 

    -Ingratos- dijo Sasuke. Los civiles retrocedieron cuando notaron la atención de Sasuke.

     Naruto se encogió de hombros-No importa. No cambiarán porque los miraste-

     -Esto es ridículo. ¿Cómo puedes soportarlo?- Preguntó Rai.

    Naruto curvo levemente el seño, pero dudaba que lo viera en la tenue luz del búnker. -Aprendes a vivir con eso. Además, hay cosas mas importantes que las opiniones de algunos ignorantes-

    -I..-

    Una explosión destrozó la puerta del refugio. Shuriken zumbó por el aire; Lo siguió una gran cantidad de shinobis enmascarados. Naruto saltó frente a los civiles, parando todos los proyectiles hasta que golpearon el piso de concreto. Sus ojos recorrieron la habitación.

     -Que no cunda el pánico- dijo, mientras un enemigo se acercaba a él. El grupo escuchó y dio un paso atrás, dejando lugar para que él peleara. El miedo superó el disgusto.

Una apuesta de por vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora