Una apuesta de por vida.

Esperanza y Ambicion

Esperanza y Ambición

      Para cuando Uzumaki Naruto cumplio 4 años, se habia dado cuenta que a la mayoria de la poblacion en su aldea, no le agradaba.

       No fue una realizacion inmediata, cuando la nube de humo desaparecia, hasta tomar conciencia de su individualidad, cuando entendio que su cuerpo y mente le pertenecian solamente a el, algo en lo que era igual a todas las personas en su pueblo.

       Pero poco a poco empezo a notar diferencias entre el y estas personas, la semana pasada habia visitado por primera vez el parque principal vio a varios niños jugando, varios de ellos haciendo ruidos amenazantes, al comienzo tuvo miedo, pero poco despues se dio cuenta de que parecían estar divirtiéndose., por lo que decidio aventurarse y preguntarles si podias unirsele.

      -¿Olle...ue esta..s jugan..do?-(Es un niño de 4 años que tiene distanciamiento social)Pregunto con nerviosismo.

      El otro chico que parecía tener unos 7 años le miro confundido-¿Nunca habías jugado congelados?-Cuestiono mientras se marchaba y continuaba jugando.

      Al anochecer otra vez en su pequeño apartamento le pregunto a su cuidador, que era una mujer de cabello negro y rostro severo si sabia algo acerca del juego. Su respuesta fue tirarle un bollo de arroz y le ordeno que se alejara de los otros niños.

     No podía entender porque los otros niños si podían jugar entre ellos, y el no, estuvo a punto de preguntar, pero la mano de su cuidadora era mucho más rápida y aguda que sus palabras, asi que se calló y ceno.

     A partir de entonces, había decidido que no se acercaría a los otros niños. Aun asi también opto por salir solo, ya se estaba empezando a cansarse del libro de cuentos populares que había estado leyendo desde que tenía 3 años, además disfrutaba bastante la sensación del choque del viento y los rayos de sol contra su rostro.

     Las pocas veces que había estado en publico anteriormente había sido con su cuidadora, la cual siempre le había obligado a ponerse un gorro y bufando. Le había explicado que era para evitar contagiarse de enfermedades, aunque ahora estaba empezando a poner eso en duda.

     No importaba a donde se dirigiera, una tormenta de susurros y miradas de odio, al principio no se había dado cuenta, era raro, no se consideraba particularmente único. Habia leído hace poco en su libro de cuentos, que no había dos copos de nieve iguales, lo mismo era para las personas, aunque en invierno cuando había tantos copos de nieve que no podía distinguirse entre uno y otro, lo mismo sucedia con las personas.

       Asi que realmente no entendia, como podían señalarlo sobre los demás, un copo de nieve en una ráfaga. Lo señalaron con muecas apenas disimuladas, alejando a sus hijos lejos de el, amonestándolos por caminar demasiado cerca suyo.

       La primera vez que esto sucedió, pensó que querían jugar congelados con el, cuando estaba apunto de abrir la boca, le cerraron la puerta en la cara, antes de caer al suelo sintió algo húmedo y cálido golpear su rostro, cuando se toco la cara con su mano derecha, entendio lo que había sucedido.

      Inmediatamente salió corriendo directo a su apartamento, ignorando la comida que su cuidador había dejado en la mesa, se metio en la cama apagando las luces y cerrando las persianas, se quedo mirando hacia la nada, temblando.

     Todos los días que había vuelto a salir habían terminado de manera similar. Con el paso del tiempo los otros niños habían empezado a notarlo y a diferencia de los adultos, estos decidían desviarse de su camino y burlarse de el.

     Despues de quedarse observando a la nada, y de haber superado el shock inicial, empezó a preguntarse la razón, por la cual fue discriminado de esa manera. Al principio pensó que era su apariencia, ya que cuando se aventuraba a salir con gorro y bufanda, nadie lo trataba como si no existiera, o peor aun como una aberración.