Habían creado una revuelta, desde la base de la torre hasta el piso en que se encontraban. Crecía sin detenerse, hallando gracia ante los ojos de sus propios enemigos, una burla para quien desde lejos miraba con desagrado y desconcierto la evolución de aquel vástago que ella había dejado, producto de la aberración que llamaban amor, hijo del bastardo que más odiaba, una burla constante al ascenso que el mismo tuvo, aquel primer aventurero que se convirtió en el rey.
No estaba intimidado ni un poco, aquella fuerza que tanta atención llamaba a sus escuadrones él también lo tuvo, de una forma más majestuosa que aquel niño a quien todos veían como un prodigio.
No había lugar que permaneciera a salvo si él pasaba.
El primer piso, Headon habló de él y su gran determinación para ser un simple regular que entraba, puesto que no era un regular, sino exactamente lo contrario, un ser que venía del exterior, un lugar que nadie visitaba, pero que habría sido sencillo de ubicar, de no ser por el desinterés que tuvo después de creerlo muerto.
El segundo piso, aquel dónde la muerte de un regular hizo temblar a aquellos cuyos corazones debieron ser ruines, aquel que a primera vista, llamó la atención de cada uno de los instructores, aquel que negoció con un administrador para hacer una prueba solo para ayudar a una mujer que más tarde lo entregaría en manos de quienes lo obligaron a convertirse en un candidato a asesino.
El piso veinte, dónde un regular apareció creando revuelo con su pertenencia a aquella organización que estaba contra el rey.
El piso treinta, aquel dónde los regulares pelearon con uñas y dientes contra supremos que no dudarían en matarlos, solo porque uno de ellos estaba en problemas. Ninguno de ellos dudó demasiado antes de arriesgar todo, hasta una de las que fueron elegidas para ser su hija, lo pensó dos veces para traicionar su título y posición. El traidor de Gustang fue la única salvación para aquellos niños que sentían poder lograr algo, de lo contrario, habrían muerto más de una vez.
La persecución que dió inicio para buscar a una bastarda que no tenía utilidad alguna. Hubiera preferido que siguiera cegado por la devoción que tenía hacia ella, que olvidara todos los sacrificios que habían hecho tantos por él, que la siguiera para ser traicionado cada vez, que las respuestas jamás llegarán, pero no sucedió lo que quería, esa mujer, dueña del apego de ese niño, tampoco lo quería cerca y no tuvo problemas en casi matar al hijo de Edhan, dando así, el inicio de un desapego definitivo entre ella y la simiente de Arlene.
Crearon un escándalo en el piso asignado para ver partir al tren del infierno, llegando a la estación cacería de nombres deshaciendo en días, la jerarquía de un milenio, ganando también, a una de las mujeres pertenecientes a la familia que más devoción le tenían.
No conformes con eso, destruyeron también, el piso oculto, donde él se dió cuenta del acelerado crecimiento del hijo de la mujer que más amó, peleando con su versión joven y casi venciendo, ese niño sería una amenaza si permitía que avanzara hasta el final, por lo que iba a matarlo, viendo a su yo del pasado, interceder por él... ¡Había ganado la aprobación de quién era en el pasado!
No podía haber margen de error, ese niño debía morir de nuevo, cualquier cosa que lo hubiera regresado a la vida, no podía ser obra más que de ella, la única mujer que el amó pero que ella rechazó y después despreció como a nadie. No importaba lo que le diera vida, un pequeño ejército suyo sería capaz de exterminar a ese insecto y a toda su companía.
Error de magnitud increíble al enterarse que su comandante de escuadrón había fallado, y aquel niño escapó sin antes destruir el tren entero. Fue benévolo con el castigo que impuso, pero debía enviar a más escuadrones para que matarán al chico.
