35 | Tras los Muros

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CAPÍTULO 35
"TRAS LOS MUROS"

PALACIO DE LA LUNA

Sesshomaru se alejó del ventanal en el que podía ver cómo los soldados intentaban alejar a Kagome del palacio. Habían transcurrido cuatro meses desde que la vio por última vez y ahora, observarla a lo lejos sin tener posibilidad alguna de poder tocarla, dolía demasiado. ¿Cómo había sido tan osada de aventurarse sola por venir a verle? Era una pésima idea. Si su madre se enteraba, podría tomar represalias contra ella, y no lo permitiría. 

"Inuyasha... ¿Cómo has sido capaz de dejarla sola?"

Se enfureció con su hermano. Alejarse de ambos también suponía el haberla dejado a su cuidado mientras cumplía su misión por mantenerla a salvo. Llevaba meses investigando en secreto la forma de romper el hechizo que la vinculaba a la Diosa Irasue, y aún no había obtenido los resultados esperados. Estaba empezando a perder la paciencia.

El hecho de volver a verla le trajo un sinfín de recuerdos que no hacían más que incrementarle el ansia por volver a estar a su lado. Aquella humana celestial de dulces facciones y esbelta figura que intentaba convencer a los guardias no había cambiado un ápice en su testarudez. El negro cabello recogido por una cola alta le había crecido, y sus hermosos y risueños gestos le seguían nublando el juicio incluso más que la primera vez.

Le resultaba casi imposible no dejarse llevar por sus impulsos. Alejarse de aquella ventana de madera se había convertido en un grandioso reto, donde la tentación de seguir observándola era demasiado cautivadora. Volver a verla después de aquellos cuatro meses de absoluta tortura por su ausencia le hizo pensar en la estúpida idea de abrir el cristal que les separaba para aventurarse hacia ella, secuestrarla de Inuyasha y llevársela a algún recóndito lugar donde nadie lograra encontrarles jamás. Pero era un Daiyokai con honor. Kagome había vuelto a caer en los brazos de su hermano y aquel desaire no lo había podido olvidar. Su ira permanecía intacta, y más cuando a pesar de la traición, se trataba de salvarle la vida a toda costa. El hecho de que Kagome visitara el palacio no hacía que ponerle las cosas más complicadas de lo que eran. Irasue no se debía enterar de aquel incidente ya que habría duras represalias si no lograba su cometido.

—Amo Sesshomaru. Esto es terrible... —dijo Jaken, que le acompañaba a todas partes—. En pocos días se anunciará tu compromiso con la hija del Lord de los norteños.

El Daiyokai avanzó hacia él y le tapó la boca.

—Ni una palabra de esto a mi madre.

El pequeño demonio asintió con la mirada.

—Lady Hanna es nuestra huésped. Ha venido a palacio para conocerte mejor. Deberías centrarte en eso, amo.

—Lo sé —contestó enfurecido.

Sesshomaru cerró los puños, recordando que en breve debía partir a las tierras del Este para estar presente en la boda de Irasue con Kirinmaru. Una vez desposados, anunciarían su compromiso con Hanna, la hija de Ryukotsu. Ambos enlaces eran decisivos para controlar la mayor parte del continente y así agrandar el poder de los Yokais. El único cabo suelto eran las Tierras del Sur,  repletas de salvajes demonios que rehusaban a ser sometidos bajo ningún tipo de reinado. En cierto modo, se sentía identificado con ellos. Renunció al trono para ser libre, y su libertad le fue arrebatada para mantener a la mujer que amaba a salvo. Pero aquella falsedad no duraría mucho tiempo. Una vez lograse desvincular a Kagome de su madre, él mismo se encargaría de propiciarle a la Diosa un merecido castigo.

Hanna era una preciosa Daiyokai con ojos claros y larga melena dorada que solía adornar con bellas flores y costosas joyas. La conoció el día que acudió a las Tierras del Norte a pedir su mano, obligado por Irasue para llevar a cabo su conquista.

La Búsqueda (Inuyasha Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora