CAPÍTULO 2
"PASADO"El cielo se llenó de estrellas. La joven Rin regresaba a la aldea para ayudar a la sacerdotisa Kaede a preparar la cena. Vivía con ella desde hacía cinco años, cuando el poderoso Daiyokai conocido como Sesshomaru la dejó a su cuidado para ofrecerle una vida más normal que la que pudiese tener con él, siempre viajando y derrotando enemigos. Se había convertido en una preciosa adolescente de catorce años, risueña y siempre sonriente a pesar de todo lo vivido en su infancia. Rin había traído la alegría a la casa de la anciana, además de la ayuda que le prestaba.
A Rin le encantaba mirar la luna cuando anochecía. En cierta manera le recordaba a aquel demonio que la acogió cuando era una niña, y que la seguía protegiendo después de todos estos años. Rin adoraba a Sesshomaru, su protector. Su relación era tan especial que hasta el propio Daiyokai se había sorprendido. Nunca le había importado alguien tanto como ella, a pesar de no reconocerlo abiertamente y todos los prejuicios que tenía respecto a los humanos. Se paró a contemplar la belleza del paisaje, cuando una especie de torbellino apareció frente a sus ojos.
—Hola, Rin. ¿Vas a casa? ¿Quieres que te lleve?
Era Kohaku, el exterminador de demonios, subido en el lomo de Kirara, la fiel "nekomata" que había acompañado a Sango y sus amigos en innumerables aventuras.
—¡Kohaku! — exclamó con alegría. ¿Quieres quedarte a cenar hoy también?
El joven exterminador se ruborizó. Últimamente se paseaba bastante a menudo por la aldea de Kaede. Había entablado una gran amistad con Rin y siempre buscaba algún tipo de excusa para venir a verla.
Kohaku la miró tímidamente a los ojos. Estaba preciosa con el kimono rosa claro que le había regalado Sesshomaru. Visitarla se había convertido en un ritual para él, la joven promesa de la aldea. A sus diecisiete años había exterminado a más de 100 demonios y tenía innumerables pretendientas debido a su atractivo. Llevaba el pelo largo con una coleta y sus ojos eran grandes y profundos. Se parecía a su hermana Sango. Una armadura cubría su esbelto cuerpo fibrado y listo siempre para la batalla.
A Kohaku no le interesaban las mujeres. Solo tenía ojos para Rin.
🔸🔸🔸🔸
Un rayo de sol despertó a Inuyasha. Se había quedado dormido apoyado en el pozo devorador de huesos, aquel pozo en el que hace cinco años, él y Kagome viajaban en el tiempo y que por una extrañan razón, había dejado de funcionar.
No volvió a verla desde entonces. Los días se le hicieron eternos y las noches de insomnio eran cada vez más frecuentes, aunque sabía que estaba a salvo, y eso le bastaba para poder seguir adelante con su vida.
Arqueó las orejas al escuchar un ruido que venía del fondo del bosque. Su hermano mayor, el gran Daiyokai Sesshomaru se acercaba lentamente. Podía olerlo en la distancia. Se levantó y se puso en guardia.
—¡Cuánto tiempo, hermano!
— ¡Calla, idiota! No me llames hermano. No me mereces —exclamó el Daiyokai, molesto como siempre.
Inuyasha sabía que esos comentarios no le eran de su agrado. Un demonio-perro de sangre pura como él no era capaz de reconocer a un Hanyo como hermano. Para Sesshomaru, los humanos eran seres débiles e insignificantes, o eso aparentaba reconocer, ya que durante el largo camino que les llevó a derrotar a Naraku hace cinco años, Sesshomaru había cambiado mucho gracias a Rin. La pequeña humana era la persona a la que más apreciaba y lo había demostrado en innumerables ocasiones. Pero su orgullo le impedía expresar sus verdaderos sentimientos hacia las personas junto con las que había luchado. Su mirada fría y distante contrastaba con las veces que también había protegido a su hermano en el pasado.
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La Búsqueda (Inuyasha Fanfic)
Fiksi PenggemarCinco años han transcurrido desde la muerte de Naraku y destrucción de la Perla Shikon. Kagome, devastada por no poder regresar con Inuyasha, decide empezar una nueva vida de estudiante en Londres. Cuando estaba dispuesta a enterrar sus recuerdos pa...