Me desperté a mitad de la noche, sudando y con el corazón acelerado. Había tenido una pesadilla y al abrir los ojos hizo que toda la situación empeorara.
Estaba sentada frente a mi tocador, me estaba arreglando para salir con Josh. Mi emoción era indescriptible, él se fue de viaje durante unas semanas y hoy era la primera vez que nos veríamos. Tenía ganas de verle, de tocarle, de besarle.
Mi vestido era precioso, era un azul ocean que resaltaba el color de mi ojos y a la vez congeniaba con mi pelo, el cual tenía recogido en un moño desenfadado. El maquillaje era sutil, apenas se veía, lo hice lo más natural posible aunque siempre que te maquillas, por muy poco que sea, hace verte mejor. ¿Lo peor del maquillaje? Quitárselo, no por lo que te haya costado hacerlo, sino por la de cosas que te tienes que echar para que se quite bien y no dañar la piel. En resumen: pereza.
Tomé el pomo de la puerta para salir de mi habitación, ya que Josh me esperaba afuera de la casa pero en el instante en que lo hice noté unas manos en mis hombros. Eran huesudas y se clavaban en mí como garras. Al girar mi rostro hacia el espejo junto a mí, vi a Grace Kelly detrás de mía, su rostro demacrado, muerto. Sus ojos sin vida posados en mí de una manera hambrienta y malévola.
- No te librarás de tu condena. - susurró en mi oído, cosa que hizo que mi vello se erizara.
Sentí escalofríos en cuanto lo escuché y verla detrás provocó que mi miedo aumentara.
- Te vendrás conmigo princesa de Mónaco.- sonrió de tal manera que inculcó un terror en mi interior.
Tiró de mí hacia atrás mientras veía como la puerta de mi cuarto estaba cada vez más lejos y me adentraba en la oscuridad.
Gritaba el nombre de Josh con todas mis fuerzas pero mis intentos eran en vano. Nadie me escuchaba, ya me lo había advertido ella. Lo último que vi antes de que ella me arrastrara era la corona reluciendo con un brillo que jamás había visto. Parecía que tenía luz propia y me recordaba mi castigo.
Desperté abriendo mis ojos tan rápido como pude. Mi respiración estaba agitada y me toqué los hombros en busca de alguna seña de que eso podía haber sido real pero no había nada, ni un rasguño de sus largas uñas. Todo había sido un sueño, y de muy mal gusto. Cuando miré a mi lado solté un grito abrumador.
La corona estaba a mi lado. El brillo era menor que en mi pesadilla pero seguía conteniéndolo. Esa cosa no pudo haber llegado ahí, ni siquiera la tomé, la dejé en su sitio y encerrada en su vitrina. Aún así, estaba justo a mi otro lado de la cama, como si alguien la hubiera puesto ahí.
Varios toques en la puerta me alertaron de que había alguien al otro lado de ella desde hacía tiempo. Ni siquiera me había percatado.
- ¡Cassandra! - era la voz de mi hermano.
Al ver que no respondía entró sin permiso, y en ese momento me daba igual, necesitaba no encontrarme sola con esa corona que desde días atormenta mi mente.
- ¿Estás bien? - preguntó preocupado sentándose a mi lado.
- Sí...- pasé una mano por mi frente.
- Estás sudando. - frunció el ceño.
- He tenido una pesadilla.
- ¿Quieres hablar de ello? - yo negué.
- ¿Y Addi?
- Durmiendo.- respondió obvio.
- Necesito hablar con ella.
- ¿Qué? ¿Ahora?
- Sí.- me levanté dispuesta a irme.
- Cass, son las tres de la madrugada.- frunció el ceño.
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LA MALDICIÓN DE LA CORONA [MALDITOS #1]
RomanceCassandra I de Mónaco está destinada a casarse con un príncipe: Josh III de Reino Unido. Ambos están enamorados. Ella creía que su amor era correspondido hasta que lo ve a él: Jaden I de Dinamarca y la maldición de la corona cobra vida. Aquella noch...