19: 𝖆𝖚𝖙𝖔𝖉𝖊𝖘𝖙𝖗𝖚𝖈𝖈𝖎𝖔𝖓

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CASSANDRA

Me dolía el cuello de una forma terrible.
No se cuánto tiempo llevaba durmiendo y sinceramente ahora no me importaba mucho.

Quería descansar.

Necesitaba descansar.

Necesitaba, aunque fuera por unos minutos, desconectar de mi mundo. Aislarme de todo y todos.
Necesitaba sentirme alguien normal, que no estuviera vinculado en nada a la realeza, que no tuviera un ex novio que la intenta manipular, unos padres que la van a mandar a una guerra para librarse de ella.

Quisiera tener una vida normal, como todos.
Que puedas salir a la calle, hacer planes con tus amigos cuán adolescente normal, experimentar el primer amor, esas mariposas que te provoca un primer beso, un primer roce.
El poder ver a los ojos a una persona y perderte en su mundo, sentirte en casa con esa persona.
Quisiera la película que todos los adolescentes tienen en sus cabezas y que pocos cumplen.

Levanté mi cabeza para verle.
Él era esa persona.
Con él me sentí protegida, cómoda, con una calidez que ni en mi propia casa experimento.

Desearía que jamás se fuera, que estuviera siempre conmigo, que pudiera contarme sus miedos e inseguridades, que pudiera quitarse esa armadura de frialdad que le protege ante mí.
Que me muestre todo de él.

Jaden me intrigaba, era un enigma que tenías que resolver poco a poco, con paciencia, mucha paciencia sino querías que la poca armadura que se quita la levante en cuestión de segundos.

Mis dedos trazaron su mandíbula lentamente.

Se veía tan tranquilo durmiendo, transmitía tanta paz ahí tumbado bajo mí que daban ganas de aferrarte a él y seguir durmiendo sin fin si de estar en sus brazos se tratara.

No se ni qué hora era o si alguien me había buscado a mí o a Jaden.

Dudo que se preocuparan por mí.

De hecho, ahora mismo me preocupa más que Jaden pueda estar en problemas por estar aquí conmigo.

Si mi padre se enterara, Jaden estaría lejos de Dinamarca.
Muy lejos.
A cien metros bajo tierra para ser exactos.

- ¿Aprovechas que duermo para tocarme princesita? - murmuró con la voz ronca.

Sus brazos rodearon mi cintura, acercándome más a él.

Mis mejillas enrojecieron al instante.
Era increíble como Jaden podía sonrojarme con solo un roce.

- No, solo me gusta verte dormir. Te ves tranquilo, sin problemas que te rodeen.- respondí sincera sin dejar de recorrer su mandíbula.

Jaden abrió los ojos y me miró directamente.
Ese azul siempre me intimidaría.

Sus labios rozaron los míos y me dio un casto beso.
Retiró un mechón de mi cara y me acarició la mejilla con los nudillos.
Después descansó su mano en mi cintura de nuevo.

- Sabes que puedes contarme lo que quieras. Puedo ser tu saco se boxeo y despotricar todo lo que quieras contra mí si eso te libera.

- No, no es justo. No es justo que esté llena de rabia e impotencia y lo descargue contra ti.

- Solo es desahogarte, Cassie.

- No. Dime, cuando ya estés harto de soportar mis golpes, mi ira contra ti, ¿cómo crees que te sentirás? - hice una pausa.- No es justo que arranque tu energía para convertirla en ira y tirarla contra ti. No puedes apagarte por mí.

- Cass.- me llamó.

Yo ya tenía los ojos lacrimosos.

Solo de imaginar a Jaden apagado, muerto en vida por haber querido encenderme a mí me carcomía por dentro.

LA MALDICIÓN DE LA CORONA [MALDITOS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora