14: 𝖙𝖊 𝖑𝖔 𝖕𝖗𝖔𝖒𝖊𝖙𝖔

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CASSANDRA

El vuelo se me iba a hacer eterno y desearía jamás haberme montado en él porque eso significa volver a verle la cara a Jaden.
No podía verle cuando intentaba olvidarle.

- Hija, ¿me escuchaste? - preguntó mi padre.

Sinceramente, no.
Estoy en otro mundo ahora mismo, mundo en el que desearía encerrarme y no salir jamás. Estoy harta de lidiar con problemas y no se por qué presiento que esto no es ni el comienzo.

- Lo siento, padre, estaba distraída. ¿Qué decías? - mi padre me miró con desaprobación y decidí no hacer caso a ese gesto.

- Estaba diciendo que deberás de entrenar el doble. Ya sabes sobre el reparto de tierras de una parte de Luxemburgo, ¿cierto? - yo asentí.

Ya me lo había comentado hace algunas semanas atrás.

- ¿Qué ocurre con eso? - fruncí el ceño y mi padre suspiró.

- El problema es que los reinos no llegan a un acuerdo y están dispuestos a luchar entre ellos para conseguir ese reparto. Las tierras benefician a cualquier reino ya que están en perfecto estado.

- ¿Por qué quieren repartirlo?

- Luxemburgo está sufriendo una crisis y debe ceder territorio. Sea cual fuere el reino que se lo lleve, deberá de pagarle el precio que Luxemburgo pide pero primero están dispuestos a guerrear para conseguirlo.

- ¿Tan difícil es dialogarlo?

- Ya te dije que nadie se pone de acuerdo y que no están dispuestos a dar su brazo a torcer. Todos los reyes de esas monarquías son muy ambiciosos y orgullosos. No se rendirán.

- ¿Qué quieres decirme exactamente, padre?

- Tienes que prepararte para la guerra, hija.- su mirada era seria y el tono que lo acompañaba solo empeoraba mi interior.

¿Una guerra?
¿En pleno siglo XXI?
Y yo que pensaba que esto había evolucionado y lo único que hacemos es retroceder a pasos agigantados.
No estoy dispuesta a batallar por esas tierras, Mónaco está bien económicamente y en general en todos los aspectos posibles.
Esa guerra solo nos perjudicaría.

- No pienso ir a esa guerra.- dije mirando un punto fijo.- No nos beneficiaría en nada, miles de soldados perderían la vida y Mónaco perdería el resplandor que ha alcanzado en el último año.

- Hija...

- Dije que no, padre. No vas a obligarme a hacer algo con mi reino.

- Lo harás.- sonó autoritario.

- ¿Qué? - lo miré estupefacta. ¿Acaso no me había escuchado?

- Tu reinado solo acaba de empezar y aún no tienes todo el poder de un rey. Puedo quitarte el trono perfectamente Cassandra.

- ¿Que vas a hacer qué? - elevé la voz.- ¡No puedes destituirme ahora!

- Aún no cuentas con la experiencia de un monarca, es por eso que no consideras esas tierras algo necesario. Como rey emérito te ordeno que acudas a esa guerra.- no puedo creer lo que me decía.- En caso contrario, me veré obligado a arrebatarte el reino.

- Abdicaste papá, no puedes hacer eso.

- Sí que puedo cielo, solo sigue las órdenes y conservarás el reino.

- ¿Estás dispuesto a mandarme a una guerra sabiendo que puedo perder la vida en ella solo por unas tierras que no sabes si beneficiarán al reino? - mi padre desvió la mirada y no contestó, afirmando así que estaba dispuesto a hacerlo y el hecho de que su hija esté ahí no iba a impedírselo.

LA MALDICIÓN DE LA CORONA [MALDITOS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora