Capítulo II

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Habían llegado la noche anterior, tal como se lo comentó a sus padres, precisamente cuando terminaba de empacar ambas maletas, la abogada penalista le devolvió la llamada disculpándose por no haberlo hecho antes, obviando que se le olvidó hacerlo, en lugar de eso, Lena aprovechó para contarle sus vacaciones y ella encantada se ofreció a recogerlas en el aeropuerto, Samantha al ver a la pequeña Lorian no se lo podía creer, su amiga más antigua de la secundaria se convirtió en madre, una madre soltera, pero digna de admirar en todos los sentidos de la palabra, no cualquiera podía tomar ese rol. Después de una breve plática con la bebé en brazos dormida, las terminó acompañando a la residencia en su auto, no quería que se fueran solas en un taxi, sí, ser abogada la llevaba a tener desconfianza hasta de su propia sombra.

El sol avisaba que un nuevo día llegó a Manhattan, New York, eran aproximadamente las 9:00 A. M. La pelinegra se despertó sintiendo un pequeño cuerpo encima suyo y sonrió al ver a su hija con las mejillas sonrojadas por el calor que empezaba a sentirse, pero no un calor agobiante, sino uno que le gustaría aprovechar para recorrer la residencia, que ciertamente, nunca llegó a conocer en su totalidad, al menos, no recordaba haberlo hecho por el alcohol que tuvo en su sangre, quería salir a caminar y llevar a su pequeña a diferentes lugares para que conociera, aunque sabía que no tendría memoria para poder recordarlo cuando fuera más grande, pero para ella valía mucho la pena ver su rostro ilusionado.

Tuvieron que dormir en una pequeña colchoneta inflable, ya que no tenían cama, pero eso se iba a solucionar en el transcurso del día, irían de compras, quería que su hija y ella estuvieran lo más cómodas posibles durante su estadía ahí (aún no definía cuánto tiempo sería), sin olvidar al pequeño Streaky, necesitaba una camita para que él durmiera como lo hacía en su casa de Metrópolis, no iba a dejar que durmiera en el suelo, sería inhumano. Removió con cuidado a Lori dejándola recostada en la colchoneta, quería que descansara un poco más, su pediatra le había recomendado dejarla hacerlo, ya que los viajes podían generar cierto cambio de humor por el drástico traslado en los niños y lo menos que quería es que sufriera algún tipo de disgusto. Se puso en pie con cuidado y dio pequeños estiramientos a su cuerpo para despertarlo, su cuello le dolía, evidentemente por su mala postura al dormir y lo masajeó un poco. Luego corrió con cuidado las cortinas para que la casa se iluminara por completo y sintió como unas pequeñas patitas en sus pantorrillas que clamaban su atención, bajó su mirada y se inclinó un poco para acariciar la tierna cabeza del cachorro.

— Buenos días para ti también, Streaky. ¿Quieres desayuno, perrito lindo? — le dijo con voz chistosa y cariñosa. Streaky comenzó a mover su colita siguiéndola, también moría de hambre. Lena abrió su maleta para tomar la tacita donde le daba su alimento y la llenó de este para luego ponérsela en el suelo, acompañada de agua para que la tomara después de hacerlo. Antes de bajar le dio un vistazo a su hija, pero como seguía dormida bajó los escalones con tranquilidad para pedir desayuno por servicio express, debía ir a hacer las compras. Pero, como si alguien pudiera leer sus pensamientos, tocaron el timbre y sonriendo divertida empezó a dirigirse hacia la puerta, la única que podía llevarle desayuno era su amiga y le abrió.

— Buenos días, Len, traje el desayuno. Así mis chicas no pasarán hambre mientras las acompaño a hacer las compras, porque supongo que las harás — sonriendo mostró las bolsas con las respectivas bebidas — A la pequeña le traje jugo de naranja, así que no te preocupes que no tendrá cafeína en su sistema, al menos hasta que sea grande — le sonrió de nuevo, pero esta vez dándole un pequeño beso en la mejilla con un abrazo para completar el saludo y Lena hizo lo mismo dando un paso al costado para que ingresara.

— ¿Te he dicho que eres mi favorita? — bromeó tomando el desayuno, cerró la puerta y comenzó a dirigirse a la encimera. La abogada soltó una pequeña risa negando — Por cierto, ¿cómo es que te dejaron entrar?, se supone que solo las personas autorizadas por nosotros pueden hacerlo, porque yo hasta hoy iré a dar mi lista - le preguntó con curiosidad, aunque conocía sus métodos desde la secundaria. Sam encogió sus hombros tomando asiento esperando su desayuno.

El Renacer De Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora