Windbloom { Saga Lanterns #2 }

Chapter 1

*Lumine's POV*

Abro mis ojos, sintiendolos pesados y miro a mi alrededor, intentando enfocar mi vista. Sentía que no tenía energía ninguna.

¿Donde estaba? ¿Y mis amigos?

Las flechas... Llevo mi mano a mi pecho y me sorprendo al notar que no había nada allí, aunque podía notar una venda...?

Me incorporo y al fin me doy cuenta de que me encontraba en una cama. Era una habitación decorada de forma bastante oscura y tétrica.

Decido levantarme y ahí noto la presión en mis manos. Bajo mi mirada y veo las cadenas alrededor de mis manos, con unos símbolos morados brillando.

Veo la cadena atada a los pies de la cama y decido crear un meteorito que me ayudaste a destruirlo.

Grande fue mi sorpresa al ver que no podía usar ningún poder.

—Que está pasando? —Susurro, agotada y miro por la única ventana de la amplia habitación, pero solo había oscuridad.

Es de noche?¿Donde estaba?

El ruído de la puerta abriéndose llama mi atención. Dos Magos del abismo sin escudo entraron y empecé a girar con la poca fuerza que me quedaba de las cadenas , queriendo soltarme para defenderme, pero ellos se hicieron a ambos lados de la puerta y una tercera figura de rubia cabellera entró.

Abro mis ojos como platos, sintiendo mi pecho doler con fuerza por la figura que me observaba desde la puerta, con ambos Magos del abismo arrodillados ante él.

—Aether...—Alcanzo a susurrar.

Mi hermano estaba allí, observándome con seriedad.

Su rostro volvió a ser uno dulce tras unos segundos.

—Lo lamento Lumine, pedí que te trajesen sin hacerte daño. Pero no te preocupes. Estos dos días los he invertido por completo en conseguir que te curasen. Las heridas casi han cerrado por completo, pero no sé si una de ellas te dejará cicatriz. Pediré que intenten no dejar una.

—Llevo dos días aquí?—Pregunto, sorprendida.

—Si, has estado durmiendo todo el rato.

Trago saliva, viéndolo y él se acomoda a mi lado, sentándose junto a mi en la cama.

—Me alegra poder traerte a mi hogar, Lumine.

Esas palabras me sentaron peor que una caída desde el pilar celestial.
¿Ese era su hogar? Yo... Mi hogar era junto a Aether, no podría llamar nunca a ningún sitio hogar si Aether no estaba en él. Supongo que para él no era lo mismo.

Bajo la mirada para intentar no llorar y tiro suavemente de los grilletes de mis manos.

—Por que me tienes encadenada, Aether? —Susurro y levanto la mirada para ver a mi gemelo.

—No es que lo quiera, pero has estado con malas influencias, hasta con enemigos. Te has inmiscuido en mis planes. Fue grande mi sorpresa cuando descubrí que la aventurera que arruinaba mis planes eras tú. Pero no volverá a suceder. Haré que entiendas que lo que hago está bien.

Abro mis ojos, sorprendida.

—Aether, podrías lastimar a la gente!

Aether suelta una pequeña sonrisa.

—Son pequeñas bajas que no importan ante el resultado.

Frunzo el ceño.

—Pequeñas bajas? Nadie debería salir dañado, y mucho menos morir! —Respondo mirándolo de forma sería, casi asustada. Aquel no parecía mi hermano.

Miro a los Magos del Abismo. Le habrán lavado el cerebro o algo así?  Aether no era así...

—Lumine, tu casi sales dañada.

—Me da igual —Lo miro con seriedad y de repente un pensamiento cruza por mi mente— Y mis amigos?

—Ellos siguen en Mondstad.

—¿Estan bien?—Susurro.

—Hmmm. Cuando mandé a ese ejército a buscarte, solo tenían la misión de traerte de cualquier forma sin dañarte. Si ellos han opuesto resistencia... No puedo asegurarte que estén bien. Pero no me han dicho nada de alguna baja en tu grupo.

La rabia empezó a hervir en mis venas y me puse en pié, viéndolo.

—Aether, soy capaz de pasar por alto que eres mi gemelo si alguno de mis amigos ha caído en batalla. —Respondo con seriedad y Aether también se pone en pié frente a mi.

—Y yo podría pasar por alto que eres mi hermana si te entrometes en mi plan para destruir el trono de Celestial, Lumine. —Responde con igual seriedad.

—Luchare contra tí si eso significa salvar las vidas de la gente de Teyivat. —Respondo presionando mis manos con fuerza. Aquel enfado me hacía tener más fuerza y no podía desperdiciarla.

Aether alza mi rostro y sonríe casi de forma cínica.

—No quiero luchar contra tí, hermana. Pero tú no sabes si has visto la mitad de cosas que yo. Cuando veas el mundo destruyéndose, ahí será muy tarde, y no podrás dar marcha atrás. Yo he visto horrores, Lumine.

Trago saliva.

—Pues solucionemos lo juntos, tu y yo. Pero sin causar muertes o interferir en vidas ajenas. —Susureo viéndolo.

Aether acaricia mi cabello con suavidad.

—Ees tan necia e inocente, hermanita... Creo que lo mejor será mantenerte aquí hasta que entiendas... O hasta que acabe con él trono de Celestia. Ahora al menos no te tendré a tí para retrasar mi plan.

Con mis manos, lo empujo con fuerza,haciéndolo caer de espaldas al suelo, sintiendo la ira en mi cuerpo, así como esa odiosa sensación de no poder hacer nada.

Intento invocar otro pequeño meteorito pero con un jadeo, termino cayendo de rodillas, sin poder haber invocado mi poder Geo.

Aether se pone en pie y sacude su ropa suavemente.

—Espero que lo entiendas Lumine. Pero supongo que esos "amigos tuyos" han envenenado tu mente, que prefieres revelarte contra tu hermano. —Lo miro con rabia— Bienvenida al Abismo, Lumine. Te quedarás aquí bastante tiempo. —Asi cómo termina de decirlo, se gira ante los Magos del abismo, diciendo tres o cuatro palabras en un idioma que desconozco.

Los Magos del Abismo asienten, respondiendo en el mismo idioma y de repente un brillo morado sale de mis manos. Al bajar la mirada, veo aquellas runas de los grilletes brillar con fuerza, cambiando un poco.

Cuando el brillo dejó de ser fuerte, sentí como si la vida se me escapase de mi cuerpo y caí al suelo.

Trago saliva como puedo.

—Que... — "Que me has echo" quise preguntar pero simplemente no tenía fuerzas como para hablar.

Mis ojos se estaban cerrando solos y pude ver a Aether acercándose, tomándome en brazos para acomodarme en la cama con suavidad y cubrirme.

—Lo siento Lumine. Realmente no me gustaría pelear contra tí. Así no supondrás un problema.

Veo a Aether alejarse como último antes de que mis ojos se cerrasen definitivamente, perdiendo la consciencia.