Capitulo 2. Celo sorpresivo

495 64 2
                                    

Con pasos certeros Sara habia decidido ir con Otabek, miraba al rubio seguir abrazándolo, apesar de estar a su lado, estos no se habian separado acrecentando el enojo de la beta - Disculpa puedes hacerte a un lado?, viene conmigo - le dijo al omega, este asintio, pero el castaño no lo paso por alto.

- Casi no nos vemos Sara, no seas tan demandante, Yuri no hacía nada malo - la chica abria enojada sus ojos, se cruzaba de brazos, estaba fastidiada.

- Vienes conmigo Otabek, no con Yuri, el tambien tiene novio le ocasionarás problemas - le decia mientras hacia a un lado al omega para abrazar a su novio.

- Esta bien - bufo molesto, el rubio se hizo a un lado, si en algo tenia razon aquella chica es que Otabek era su novio, llevaban años de relación, sabia bien que aquello era tan formal que las familias de ambos ya los veian haciendo una familia, pero habia un problema, eso le dolia, le dolia sobre manera, sabia bien que no estaba siendo honesto con sus propios sentimientos, pero parecia un asunto perdido.

Siempre habia pasado por su cabeza el que hubiera sido, es real, siempre lo pensaba, porqué?, porque una parte de el, aun recordaba aquella tarde de mayo, aquel momento en el que se habian hecho adultos, aun rondaba en su mente, porqué lo hizo?, porqué le entregó su virginidad a su amigo?, porqué llego tan lejos esa vez y las demas veces?.

Si pudiera encontrar la respuesta, quiza no estaría debatiéndose en si seguir con JJ, o terminar en definitiva, las peleas con su novio cada vez se hacían más difíciles y complicadas siempre estaba sobre la mesa si lo mejor era continuar con la relación o terminar, esta noche no era lo contrario, el alfa azabache que caminaba era su novio desde hace años, tendía a ser un tipo muy amable siempre y cuando la necesidad no entrara por la puerta, la familia de JJ, era una de las familias más acaudaladas de la ciudad, pero había un pequeño defecto estaban acostumbrados a los lujos a ser estrafalarios, habían vivido con ello desde siempre y tras los problemas económicos que estaba atravesando la ciudad, su empresa estaba siendo de las más afectadas, la carencia se estaba asomando por la ventana y JJ comenzó a ponerse nervioso, sobre todo por la manera tan sutil en que su familia lo presionaba para unirse a aquél omega rubio, ese sería sin duda un boleto a la riqueza de la familia del omega y el seguro que necesitaban para no irse a la quiebra, la idea de marcar a Yuri y casarse se ponía sobre la mesa originando un sin fín de peleas y discusiones que poco a poco iban desgastando más su relación, pues si habia algo, que odiara más aquel chico rubio era que JJ, no dejara de ser influenciado por sus padres. sobre todo por su progenitora, se estaba hartando de su madre, de su futura suegra, pensaba "si algún día me caso con él, incluso la llevara a la luna de miel, porqué no puede pensar nada por sí mismo?, porqué todo tiene que ser autorizado por ella?, quién le dijo a esa mujer que es agradable?" en fin, un sin fín de cosas que los hacían alejarse más y más, esta noche habían tenido la peor de las discusiones el omega, poco a poco se daba cuenta de los planes de la familia de ese chico y odiaba aquello porque lo veían con un signo de pesos incluidos y no podía tolerarlo.

La música seguía sonando a lo alto mientras él se debatía que hacer, la llovizna comenzaba a adornar la noche, la gente seguía bailando en el jardín sin preocupación alguna, el rubio sentía la frescura de la brisa de la lluvia y volvió a recordar aquella tarde de mayo, tenía 16 años cuando pasó aquello, sabían bien su género, pero no se había presentado su primer celo, el alfa castaño siempre andaba a su lado tratando de protegerlo, no hacía falta ninguna explicación, solamente se sentía con el deber moral de hacerlo, el omega rubio se había sentido mal desde la mañana una extraña sensación de cosquilleo apareció en su vientre, sabía que algo no andaba bien pero quiso pasarlo por alto, sin embargo, al llegar a casa acompañado por el castaño, se dio cuenta de la realidad, su familia había decidido salir de viaje sin siquiera tomarle opinión, estaba molesto en la cocina de su casa pensando que debería de cocinar para que por fin pudieran comer, sin darse cuenta, su aroma se fue haciendo más y más profundo.

El alfa estaba jugando esos juegos de video que tanto le gustaban a los dos, esos de carreras donde se retaban, preguntándose quien era el mejor, no tardó demasiado en darse cuenta de un aroma atrayente, que inundaba aquella casa, chasqueo la lengua, el celo de Yuri había llegado, camino a todas partes cerrando cada puerta y ventana debía protegerlo, pero sabía que no podía quedarse en el mismo lugar, sobre todo al darse cuenta que su entrepierna empezaba a ser afectada, debía huir.

Era lo único que podía hacer, estaba preparando el escape perfecto cuando el rubio llegó frente a él - Entraste en celo Yuri creo que lo mejor es que me marche, márcame cuando lo creas necesario, vendré a verte.

- No quiero que me abandones, no quiero estar solo tengo miedo - decia el rubio sujetando al contrario.

- Soy un alfa Yuri lo mejor es que me marche.

- Si te vas dejas de ser mi amigo, en cuanto cruces esa puerta considérate hombre muerto.

- Qué ganas haciendo eso?, sabes bien que no estas seguro conmigo, terminaré atacandote.

- Tu no harías eso.

- Porqué estás tan seguro?, soy tu amigo pero después de todo sigo siendo un alfa.

- Aun si intentaras atacarme, te dejaría hacerlo, eres el único al que le permitiría tocarme.

- Debes estar jugando, somos amigos entre amigos no se tocan.

- Si lo hacen y lo sabes, eso reafirma la amistad - ambos se reían sonoramente, pero un pinchazo en el vientre del omega, logró arrodillarlo, el castaño lo cargó, para llevarlo a su habitación tenía que hacer algo más qué mirar de lejos, lo recostó sobre la calida cama, quiso apartarse pero el omega no se lo permitió, se aferró a su ropa, mordia sus labios, se dio cuenta que su entrepierna cada vez empezaba a despertar más -No me abandones, tengo mucho miedo.

- Yuri empieza a ser demasiado pesado para mí, por favor déjame ir - el omega no desistió y el azabache poco a poco comenzó a relajarse, su aroma también comenzó a intensificarse, sin darse cuenta que él celo del rubio estaba siendo realmente fuerte, estaba dejando tantas consecuencias a su paso que había provocado la aparición del celo del alfa, un boleto sin retorno.

Tiempo fueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora