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Renuncia de derechos, los personajes que salgan aquí son de sus respectivos autores.

Ravel miraba indecisa su armario, había regresado hace unas horas del centro comercial y no sabía qué ponerse para el baile de esta noche.

-Un vestido... ¿negro? ¿rojo? ¿azul? -se preguntó la diablesa observando sus vestidos pero ninguno le convencía, ella quería estar mas qué perfecta.

El hecho de que tuviese que bailar con Goku fue una situación de emergencia, ese plebeyo no era digno de pisar la pista de baile con la gran Ravel.

-Espero que al menos sepa bailar, o tendré que enseñarle -habló Ravel con una sonrisa mientras se imaginaba a Goku bailando fallidamente.

No sabía porqué siempre que pensaba en ese tonto plebeyo una sonrisa se instalaba de forma inconsciente y automática sobre su rostro.

Estas semanas a su lado había vivido bastante, Goku en muchos sentidos trajo cambios no sólo a su vida sino que también en su familia.

Nunca había visto a su hermano Raiser poniéndole tanto empeño a algo, estaba decidido a hacerse más fuerte que Goku a toda costa.

Su vida se había vuelto más emocionante y divertida que antes, ahora le era difícil pensar en un día en el que Goku no le estuviera molestando.

Ese tonto de Goku siempre la molestaba y le hacía enfadar con su tonta sonrisa, pero curiosamente adoraba esos momentos que pasaba junto a él... eran similares a pequeños tesoros que iba coleccionando con amor.

"Tal vez... estar junto a ese plebeyo no sea tan malo..."- indagó Ravel abrazándose a sí misma mientras una sonrisa estaba en su rostro.

Ravel movida por un sentimiento desconocido que había invadido su corazón comenzó a bailar alrededor de la habitación mientras tenía los ojos cerrados y tarareaba una melodiosa canción.

Para ella éste ya no era su cuarto, era un lujoso palacio y bailaba cogida de las manos por Goku, moviéndose al son de aquella hermosa melodía.

"Hija, ¿todo bien por aquí?"

Ravel salió de su imaginación cuando oyó la voz de su madre en la habitación, abrió sus ojos y vio que Reaven estaba con la cabeza asomada en el cuarto mientras una sonrisa estaba en su rostro.

-¡Ma-madre! ¡No es como si me hubiera imaginado a mí y a Goku bailando en un palacio! -habló Ravel nerviosamente viendo a su madre.

Reaven soltó una carcajada ante aquellas palabras, pensó que podía sacar más provecho de esta situación así que entró en el cuarto.

-Dime, ¿estás lista para el baile de esta noche Ravel? -preguntó Reaven sentándose al borde de la cama de su hija, quien estaba parada frente al espejo escogiendo y probándose vestidos.

-No encuentro un vestido adecuado madre -se quejó Ravel con el ceño fruncido, estaba segura de haber comprado los mejores vestidos.

-Oh, eso depende de quién sea tu pareja querida... ¿puedo saber quién es? -preguntó la matriarca de los Phenex con una sonrisa pícara en su rostro.

-¡Para nada! No creo que sea alguien que conozcas -desmintió Ravel moviendo sus manos cómicamente y Reaven se llevó el dedo índice de la mano derecha al mentón, pensativamente.

-Por casualidad... ¿no se trata de Goku, tu guardaespaldas? -preguntó Reaven con una sonrisa y Ravel se sobresaltó al escuchar las palabras de su madre, ¿cómo lo supo?

-¿Acaso él te lo dijo? ¡Tonto! Cuando le vea... -murmuró Ravel y la posterior carcajada de su madre Reaven le causó cierto desconcierto.

-Me lo acabas de decir tú con esa reacción querida, me sorprende que lo hayas elegido a él teniendo en cuenta tu trato hacia los clase baja -habló Reaven algo sorprendida por aquello.

PhenexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora