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Renuncia de derechos, los personajes que salgan aquí son de sus respectivos autores.

Serafall estaba frente a un espejo mientras se abrochaba los botones de su chaqueta violeta.

Tocaba ir a la cámara demoníaca ya que había un importante pleno al que ella no debía de faltar.

La verdad es que no tenía ganas de ir a aquel lugar pero era su deber y como tal debía cumplir con aquello aunque quisiera quedarse en casa.

-Si tan sólo todo estuviera más calmado... -susurró ella, la facción de los Maou estaba resonando con fuerza en la cámara demoníaca.

Todo porque el dios bíblico seguía con vida y pudo reparar el sistema del cielo, por lo que la producción de seres celestiales se reanudó.

Los demonios antiguos veían esto como una ofensa ya que los viejos Maou murieron en la guerra y no sólo ellos sino que más de la mitad de los pilares también murieron en la guerra.

Eso les daba a los ángeles una superioridad numérica y en caso de una nueva guerra ganarían fácilmente, por eso la facción de los Maou quería 'equilibrar los números' con el ejército celestial.

Así, atacarían el cielo aprovechando el hecho de que ahora existían las evil pieces que podían reencarnar en un demonio a humanos e híbridos.

Pero una buena parte se negaba a entrar en guerra ahora que el inframundo vivía en paz, pero el peso que tenia la facción Maou era enorme.

Ahora Serafall, Sirzechs y demás debían buscar forma de evitar que aquello sucediera. Pero ellos olvidaban que no estaban solos en esta tarea.

-Espero que todo salga bien -agregó Serafall suspirando, y estiró su brazo para alcanzar el perfume de rosas y rociárselo encima .

Al instante recordó quién le había regalado aquel perfume y su corazón, cuyos fragmentos lentamente se fueron agrupando, se encogió.

Goku se lo regaló hace tiempo, una vez que iban de camino al poblado y tuvieron que parar en un supermercado para comprar algo de comida.

"Bueno te compré esto, pensé que tal vez te gustaría o algo así"- Serafall todavía recordaba aquellas palabras y sus ojos no pudieron evitar llenarse de lágrimas reviviendo recuerdos.

Lentamente caminó hasta sentarse en la cama y se aferró al oso de peluche que le regaló Goku aquella hermosa pero al final triste noche.

Se preguntó qué había hecho mal para no merecer la confianza de Goku, se preguntó si ella no era lo suficientemente buena para el rubio.

No, enseguida recordó algo.

"No merezco tu amor Serafall... la última persona que amé murió en mis brazos sin que yo pudiera hacer nada, no quiero que pase eso de nuevo, no quiero ver cómo sufres por mi culpa Serafall"

"¿Por qué me harías sufrir... si eres alguien tan maravilloso?"- Serafall se sentía incapaz de hallar una respuesta a aquella pregunta tan misteriosa.

"Estoy maldito"

"¿De qué maldición hablaba? ¿Será lo que le impide confiar en mí?"- indagando sólo conseguía añadir más preguntas a una caja que estaba llena de ellas. Pero no sabía qué hacer ahora.

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