»Diez.

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Terminé de hablar con el doctor y me despedí.

Caminé fuera del recinto y me encontré con Luke.

Estaba parado, y me miró frunciendo el ceño.

Se acercó y me abrazó.

—¿por qué haces esto?—me dijo todavía abrazándome.

Me separé de él.

—Luke, tú sabes que no me gusta como luzco.

—Deberías eres hermosa. Por dentro y por fuera. Cuando sonríes el mundo se ilumina y me encanta cuando te ríes.

—Luke yo.—suspiré.—Te quiero tanto. 

—No lo haces.—dijo como si le doliera.—Una persona que no se quiere a si misma no puede querer a otra persona.Y si tú no te aceptas, y te quieres por como eres, no es como si pudieras querer a  otra persona. Mucha gente te puede aceptar, querer pero tú debes quererte a ti misma, eso hace el primer cambio.

—Luke, lo siento.

—No lo sientas, ni me pidas disculpas, porque a quién debes pedírselas es a ti misma. 

—Luke, es muy difícil.

—Todo es difícil pero no lo intentas. Te ayudaré a quererte.—dijo y me tomó una mano.

—¿Sabes que igual seguiré con la cirugía?—susurré y me miró triste. Me soltó la mano y se alejó.

Suspiré pero no le grité.

Ese era el problema. Yo siempre alejaba a la personas.

Llegué a casa y ahí estaba mi madre. Vestía como si no fuera a salir.

—¿cómo te fue?

—Bien, supongo.—dijo, recordando lo que pasó con Luke.

—¿cuando te arreglan esa cosa que se supone que es tu nariz?

—En tres semanas.

—¿qué?—gritó.— ¡No es posible! Íbamos a llevarte a una fiesta.

Me encogí de hombros. Tampoco quería ir.

Se acercó y me miró.

—Deberías hacerte un cambio.

Suspiré.

—Adiós madre.

Ella volvió a sentarse.

Salí de la casa y caminé hasta llegar al centro.

Encontré una tienda. 

Era de pircings y esas cosas.

Recordé que Luke tenía. 

Luke...

Entré y vi que también habían remeras y cosas de bandas. También tinturas de pelo.

Tomé una de celeste y me acerqué al mostrador.

—¿Cuanto dura esto en el pelo?

Una chica atendía. Tenia muchos pircings y era muy blanca. Pero era bonita. Muy bonita...

—Una semana. Con cinco o seis lavadas.—dijo y asentí. Vi el precio y no era costosa.

—La quiero.—dije y asintió.

Luego de salir de ese lugar, caminé a casa y entré rápidamente.

—¿qué te sucede?

—Madre, estaré en mi cuarto.

Subí y leí las instrucciones. Luego lo hice.

Pasaron cuarenta minutos y me lavé.

Dios. Qué raro. Pero no estaba tan mal...

Tomé unos lentes y me los puse.

Bajé lentamente y me aseguré que mi madre no estaba ahí.

Gracias que estaba en la cocina.

Salí y caminé a el parque y me senté.

Me sentía bien. No por como lucia, sino que porque nadie me reconocía.

O eso creía...

—¿Lissa?

Me volteé y ahí estaba Luke, claramente sorprendido.

Unpretty. »Hemmings. -editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora