»Siete.

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Salí del instituto, como lo hacia normalmente.

En el instituto yo era común; parte de la masa. No era de las más populares; tampoco era solitaria. Era tan sólo yo.

Caminé tranquilamente hasta llegar al parque y me senté por ahí.

Sentí el peso en el frágil banco pintando de azul.

Pensé en Luke. Esta semana más que nunca. Quizá a que no nos habíamos visto y yo, la verdad, estaba bien con eso. Luego de la ultima vez que nos vimos, mi nerviosismo aumenta sin razón cuando pienso en él.

Me sorprendí, al ver a la novia de Luke; Katy. Me miraba con cara de pocos amigos. ¿qué le ocurría? su rostro se notaba débil y cansado.

—Hola.—susurré.

Ella asintió sin razón alguna.

—Hola.—contestó luego de unos segundos.

No dijo nada más, ni yo.

¿Qué hacia aquí? Ni siquiera estaba hablando conmigo.

—¿Cómo estás?—pregunté.— ¿Qué tal Luke?

—No estoy bien, igualmente gracias.—contestó serena.— Respecto a Luke, no lo sé. Terminamos.

—¿Qué? ¿Por qué?—pregunté nerviosa. Quizá le dijo. —¿Estás bien?— dije.

A pesar de que Katy no era la mejor persona conmigo, sabia que estaba sufriendo.

—No lo sé.—respondió.—Él dijo que ya no sentía lo mismo. Bla, bla, y esas cosas típicas.—continuó mientras rodaba los ojos. Se secó las lágrimas que hace unos instantes salían por sus ojos.

—Lo siento tanto, Katy.—dije y le acaricié el cabello. Ella no me detuvo.—Si necesitas algo, aquí estaré.

—Eres tan linda. Ya sé el por qué a Luke le gustas.— dijo y sonrió, mientras las lágrimas aun corrían por su rostro.

No dije nada, no debía. No quería hacerlo.

—Debes cuidarlo. Él es una linda persona, Lissa. Pero aun así tiene problemas.—dijo y dejó de llorar.—Bien, me iré. Necesito descansar.—dijo y yo asentí. Se levantó, se despidió y se alejó entre los arboles.

Suspiré y me levanté para irme a casa.

Mi mamá no estaba, todos los días trabajaba y después se iba de compras o alguna cosa, con sus amigas o con mi padre.

Iba por el camino cuando escucho gritos.

Me doy vuelta y me encuentro a Luke corriendo en mi dirección.

¡ay no!

—Hola.—sonrió. Se acercó y besó mi mejilla.

— Hola.—dije tratando de sonreír.

— ¿Cómo estás?-preguntó.—¿a dónde vas?

—A casa.—contesté.

—Oh.—susurró.

—tú ¿qui-quieres ir?— pregunté.

— ¿Por qué no?—sonrió.—Un buen rato contigo, es lo mejor del mundo.

//. 


Unpretty. »Hemmings. -editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora