»Seis.

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—¿A dónde vamos?—grité corriendo.

Reí y él tomó mi mano.

—Ni yo sé.—él iba guiándome y no sabía. Era gracioso, y para nada frustrante.

—¿Paremos?— dije.

—Uhm, en un momento.—dijo dudando. Asentí, aunque él no me veía.

Luego de unos minutos, paró. Yo también lo hice.

—¿Qué hacemos a la mitad de la calle, Luke?—dije riendo. Él no tenía la menor idea de a dónde ir.

—Uhm, sentémonos ahí.—sugirió y eso hicimos.—El día está bastante raro.—dice y yo asiento. 

Hay bastantes nubes. 

De  un momento a otro, gotas comienzan a caer.

—La suerte no está de nuestro lado.— él dice y yo lo pienso.

—Nunca está de mi lado.—susurro.

—Hey.—dice y con su mano, toma mi cara para que le mire.

Le miro y de un momento a otro él se acerca.

Me sonreí y yo nerviosa, le sonrío.

De un momento a otro nos estamos besando y yo no puedo parar esto. No quiero parar; pero debo hacerlo.

—Hey, Luke. Tienes novia.—susurré, nerviosa.

—Ay, lo siento, Lissa.—susurró él también nervioso.

—No puede pasar de nuevo.—digo y él me mira apenado.

—Okey.-suspira.—Pero si lo hago, o intento hacer, deberías detenerme. Obviamente si es que quieres...

—Luke, tienes novia.— repito y él agacha la cabeza.

—Sí, sólo que te vi ahí y...— dijo y suspiró.— Mejor vayámonos, la lluvia pronto será más fuerte.

Asiento y comenzamos a caminar.

El trayecto es silencioso, y ambos estamos distraídos en cualquier cosa. Luke lleva su cara seria, con cierta tristeza; yo tan sólo, voy nerviosa, aun recordando sus labios que... ay dios, Lissa ¿Quién te crees? A él no le interesas, mírate.

Suspiro y él camino continua silencioso, hasta que llegamos a la pizzería.

—Adiós.—susurra.

—Adiós.— Respondo.

Comienzo a caminar, pero algo me detiene.

Me volteo gracias, a una mano. Es Luke.

No dice nada, tan sólo se acerca y de un momento a otro me besa. Y esta vez, no lo paro. Porque quiero besarle, y aunque esté mal, se siente tan bien.

—Luke...— susurro al momento que nos separamos.

—Te dije que si no querías, me detuvieres.— sonríe juguetón. Plantó un beso en mi mejilla y se alejó corriendo.

Suspiró y sin ninguna razón mi cara tiene una sonrisa, que jamás había tenido.

Caminé y llegué a mi casa. Quizá mamá estaba haciendo alguna cosa, que siempre – Siempre – quedaba perfecto.

Abrí y me dirigí a la cocina. Desde ahí veía a  mamá  en el patio trasero.

—Hola, Lissa.—sonrió. Estaba arreglando unas flores. Preciosas.—¿Qué ocurre? Ay dios mío, ¿todavía tu nariz horrenda? Cariño por favor, te vez horrible.

—Hola mamá.— susurro y entro a la casa.

Eso era lo que siempre arruinaba mi día; mi fealdad.

//.


Unpretty. »Hemmings. -editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora