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Mei

Estoy en casa...

Ese es mi pensar al entrar en el umbral del departamento.
Yuzu enciende las luces, deja las llaves a un costado e inmediatamente voltea a verme con un brillo de felicidad en sus ojos verdes.
Intento imitarla, así que le devuelvo la sonrisa mientras cierro la puerta tras de mí.

Después de lo pasado en el día de hoy y después de confirmar que el abuelo permanece estable y sin ninguna complicación grave, podemos darnos el lujo de respirar con tranquilidad.
Se nota a la distancia que está feliz con tenerme de vuelta. Así es ella, incluso con todo lo que pasa y el día tan agotador, aún aún logra mantener su sonrisa.
Ojalá pudiera sentirme de la misma forma, pero como siempre he hecho: pienso de más.

—Bienvenida a casa Mei.

—Es bueno volver... aunque sea solo por una noche...—Murmuro mientras me quito los zapatos. Los dejo en una esquina junto a los de Yuzu quien ya está atravesando la sala hacia la habitación. Se detiene de pronto y da la media vuelta, extiende los brazos invitándome a abrazarla y sonríe de la forma única en que sólo ella sabe hacerlo.
Incluso con la marca del golpe en su mejilla gracias a mi abuelo, y las ojeras debido al cansancio, no hay nada le quite ese brillo único que desprende a su alrededor.

—Este es tu hogar y lo sabes. Nada lo cambiará.

Muerdo mi labio y asiento con la cabeza sintiendo como se forma un nudo en mi garganta junto a unas enormes ganas de llorar.

Tímidamente doy un paso hacia ella hasta que me encuentro rodeada por la calidez de sus brazos. Es tan reconfortante como necesario.

—Vamos al cuarto. Debemos descansar un poco... Aunque pensándolo bien no estaría de más preparar un baño primero,

—Sí, suena bien...

—Entonces vamos.

—¿Crees... que madre me permita volver aquí si se lo pido? —Pregunto antes de que Yuzu abra la puerta. Con su cabeza me indica que pase y es lo que hago.

Yo misma enciendo la luz y sonrío un poco ya que el lugar permanece prácticamente intacto. A excepción por el incremento en los extraños peluches de Yuzu que adornan su cama, y algunos adornos, libros y revistas de moda en su escritorio que antes no había visto, cada cosa se encuentra exactamente en su lugar.
Así era como lo recordaba, incluso con el distintivo olor al perfume de Yuzu en el aire.

Después de un día tan mentalmente agotador, es reconfortante que mi antigua habitación permanezca igual.
Es cálida y acogedora y llena de tantos recuerdos. Era justo lo que necesitaba.
Aunque todavía me encuentro preocupada, percibo que esta noche al fin podré dormir y descansar como se debe.
Este es mi verdadero hogar, siempre lo ha sido y puedo sentir un poco de paz al fin.

—Estoy segura —Escucho responder a Yuzu tras de mí. Después la miro de reojo como deja su bolso en el suelo y luego se lanza sobre la cama mientras suspira.—Mamá te adora Mei. Ya la escuchaste en el hospital, incluso te abrazó e insistió en hacer una huelga si no veníamos a descansar. —Ríe— Todo estará bien ya verás, sólo tenemos que esperar un poquito más a que las cosas se calmen un poco y poder hablar como personas civilizadas.

—Espero tengas razón...—Sonrío al recordar el cálido gesto familiar a la salida del hospital y en lo mucho que extrañaba esos momentos con mi madre.

Imito el optimismo de Yuzu y me dejo caer a su lado en la cama quedando sentada en la orilla.
Echo un vistazo a cada rincón de la habitación hasta fijar la vista de vuelta en la cama , donde en forma distraída tomo uno de los extraños peluches entre mis manos.
Le doy vuelta inspeccionándolo pues me ha llamado la atención y pienso en como a alguien se le puede ocurrir crear un peluche de la cabeza de un hombre con una enorme nariz y un espeso bigote.

Un Amor Diferente 💕 [ Citrus ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora