Realidad 🙇

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Yuzu

El camino a casa se siente extraño.
Ya es de noche, una noche fría y con el cielo totalmente despejado dejando ver las estrellas en lo alto.
Es una noche hermosa; perfecta para caminar al lado de la persona que amas, pero por más que deseo no puedo admirarla como se debe. Este no es el caso, y eso es muy triste.
¿Cómo es que las cosas terminaron así de un día para otro? ¿Cómo es que algo se puede complicar tanto y en tan poco tiempo?

Por más que intento tranquilizarme no lo consigo, y sé que eso es evidente en mi comportamiento ya que camino encorvada y suspiro a cada momento.
Lo que más quisiera es huir, huir muy lejos llevándome a Mei conmigo, pero sé que eso es egoísta y no estoy en posición de hacerlo, no después de lo que pasó y de lo que le dije a mamá.

Mei me tiene agarrada del brazo mientras caminamos. Su calor corporal traspasa la tela de mi suéter, y eso me hace sentir peor.
Adoro tenerla cerca. De solo pensar que ya no será así me dan ganas de llorar.

Esta situación me sobrepasa completamente, ¿Pero qué puedo hacer?
No soy más que una niña.

— Mei... Necesito...

— ¿Podría esperar a mañana?

— ¿Ah? — Pregunto sin entender.

— No termines conmigo el día de mi cumpleaños por favor...

Detengo mis pasos de inmediato.
Una sensación helada me recorre el cuerpo en su totalidad y no sé si es a causa de que Mei sepa lo que planeaba hacer o por que inconscientemente olvidé su cumpleaños.
Estoy horrorizada, ¿Cómo pude olvidarlo?
Tan perdida estaba en mi sentir y en lo sucedido que he olvidado uno de mis eventos favoritos en la vida.

Soy la peor... De verdad soy la peor...

Entiendo que lo hayas olvidado...de verdad. Aún así te pido que por favor... No lo vayas a hacer hoy.

Mei me da la espalda. De pronto se ve muy adulta. Lo noto en su porte, en su tono de voz, en la forma en que alza su rostro hacia el cielo estrellado y exhala su aliento.

Con dolor puedo notar la tristeza en sus palabras aunque ella intente sonar fuerte. Puedo notar como sus ojos brillan como si en cualquier momento fuera a llorar, y eso me parte el corazón, porque esto nunca debió pasar así.

De pronto recuerdo su regalo de cumpleaños, ese que aún no puedo darle y que ya quizás jamás lo haré.
Eso hace que se me forme un nudo en la garganta y que quiera gritar.

— ¿Cómo supiste...?

— No estoy ciega. Presto atención a las cosas y lo sabes. Desde ayer estás diferente y esta era la conclusión más obvia.

Sus ojos se encuentran con los míos, y ahí la percibo; la mirada adulta que intenta a toda costa ocultar sus sinceros sentimientos para no verse vulnerable.

— Mei... De verdad lo lamento...

Ella solo sonríe, una sonrisa que no tiene nada de feliz, sino todo lo contrario: es una sonrisa triste y de resignación.
No me importa si estamos en medio de la acera atrayendo miradas de transeúntes.
Abrazo a Mei con toda la fuerza de la que soy capaz y hundo mi rostro en su cabello negándome a soltarla.

— ¿Está bien si esta noche también me quedo contigo? — La escucho preguntar.

— Claro.

Mei

Las palabras sobran cuando llegamos al departamento, y agradezco que sea así.
Aunque estoy relativamente tranquila con lo que está pasando no estoy del todo lista para escuchar ésas dolorosas palabras que sé ya son inminentes.

Yuzu me besa, tomando mi cara entre sus manos y acariciando mis mejillas con sus pulgares mientras mis manos exploran debajo de su blusa.
Después de la noche anterior me siento más atrevida, y después de todo lo que ha pasado, definitivamente necesito a Yuzu de esta forma.
Necesito sentir su cuerpo, necesito besarla hasta al cansancio, quizás sea la última vez que estemos de esta forma y quiero aprovecharla.
Considerarlo siquiera es deprimente, y por eso mis ojos se llenan de lágrimas.
Yuzu las limpia con sus dedos sin decirme nada, nos separamos para mirarnos a los ojos y no me sorprende que ella también esté llorando.

Aunque es doloroso todo esto, no nos detenemos.
Seguimos con la sesión de besos, y cuando me doy cuenta, estamos ambas en la antigua habitación que compartíamos lo que yo considero ya como toda una eternidad.
Estamos desnudas, Yuzu sentada en la orilla de su cama y yo a horcajadas sobre sus piernas sin dejar de explorarnos la una a la otra.

Sus manos aprietan mis senos, mientras sus labios besan mi cuello sin ningún pudor.
Un gemido sale de mi boca y echo mi cabeza hacia atrás dejándole más espacio para besar mi piel.

— Yuzu...

Mi tono es suplicante, quizás demasiado, pero no es momento de hacerme la fuerte.
Mi cabello cae entre las dos cuando me hago hacia adelante, y tomo las manos de Yuzu entre las mías.
Una la pongo en mi cintura dónde percibo como sus dedos presionan sobre mi piel, y la otra la guío con lentitud hasta mi sexo.
Sus dedos me acarician con suavidad de arriba a abajo empapándose de mi ya naciente humedad. Involuntariamente muevo mis caderas instandola a que entre en mí, cosa que logro después de un momento.

— ¡Cielos! — Exclamo con voz ahogada.

— ¿Te lastimé?

— No... — Respondo mientras le doy un beso para hacerle saber que estoy bien.

Ella a su vez me da un beso en la mejilla, y después de una forma casi tortuosa, la siento moverse dentro de mí.
Me hago hacia adelante rodeando su cuello con mis brazos y exhalo mi aliento sobre su piel sin poder contenerme.
En que momento me excité de esta forma no lo sé, pero bastan solo un poco de sus embestidas combinadas con mis movimientos de cadera para que en cuestión de pocos minutos llegue al climax.

Gimo su nombre cerca de su oído y me dejo caer en su pecho completamente exhausta.
Los dedos de Yuzu me acarician un poco más y luego con cuidado los va retirando.
La detengo antes de que lo haga.

— D-Déjalos dentro un poco más...— Le pido con voz agitada.

No sé en qué momento me volví así de valiente como para pedirle eso de forma tan directa, pero es lo que deseo y no veo el porqué no lo puedo expresar teniendo en cuenta lo que sucede con las dos.

Yuzu accede a mi petición sin pedirme explicación.
La siento acariciar mi espalda suavemente con su mano libre y luego sus labios besando mi piel.

— Perdón por olvidar tu cumpleaños... En serio lo lamento Mei.

— Está bien, de verdad... Entiendo la razón... Y además, apesar de lo que sucedió con mamá... La cita que tuvimos ayer... — Suspiro y me aferro a su cuerpo — Pensándolo bien prefiero que ese sea mi cumpleaños. Dejémoslo así.

— ¿Estás segura? — Su tono decaído me hace querer llorar.

— Completamente. Todo está bien, no estoy molesta.

— Sólo triste...

— Solo triste... — Repito — Pero dejemos esas lágrimas para mañana. Por favor...

Sí, será mañana. Mañana enfrentaremos la dura realidad: la desafortunada historia de dos chicas jóvenes que tuvieron la mala suerte de encontrar el amor siendo hermanastras.

Un Amor Diferente 💕 [ Citrus ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora