Psycho-Pass | Jensoo/Chaelisa o Chaesoo/Jenlisa (Descrubrelo)

Tu rostro que nadie recuerda.

Un mes había pasado ya desde que Jennie asumió su puesto de inspectora, aprendía muy rápido y cada vez se desenvolvía mejor en el trabajo, aunque no le habían vuelto a tocar casos tan complicados como los de sus primeros días, sólo incidentes de rutina fácilmente manejables y que servían de práctica, cosa que agradecía en el fondo. Comenzaba a sentir que encajaba en su lugar y la actitud de sus compañeros afianzaba ese pensamiento. Pese a lo molesto que se había comportado inicialmente, Suga ya la trataba con respeto y amabilidad, Soyeon por su parte, si bien no dejaba de ser extremadamente reservada, se mostraba igualmente amable y por lo menos le dirigía la palabra. Kang-ho era el único que no había cambiado pues desde un principio se mostró tal cual es, de hecho, fue el que más la orientó durante sus inicios.

Sin embargo, todavía existían dos personas que lograban poner tensa a la morena como el primer día, su superior Jisoo y su subordinada Lisa. Con respecto a la inspectora experimentada era más que evidente porque la ponía de los nervios, sólo había que estar a tres metros de ella para caer presa de su imponente presencia. Más de una vez había notado miradas furtivas provenientes de la castaña que le aceleraban el pulso, sus ojos eran tan penetrantes y profundos que incluso cuando tenían una conversación era incapaz de mantener un contacto visual prolongado con ésta. Y si bien las actitudes hostiles de su jefa hacia sus subordinados no eran de su total agrado, y obviamente tenían puntos de vista radicalmente diferentes, Jennie podía darse cuenta de cómo Jisoo a veces dejaba entrever una faceta protectora como cuando la salvó en el incidente de la fábrica, y eso le atraía.

En contraparte se encontraba la ejecutora, aquella que luego de las palabras que intercambiaron en el caso del centro comercial, y de como habían trabajado juntas para atrapar al asesino del grupo Samsung, pensó que empezarían a llevarse mejor y tener más confianza, pero eso no sucedió. De hecho, desde que vio a Jisoo hablando con Lisa en la sala de recuperación al día siguiente de dicho incidente donde había salido herida, la castaña de flequillo se volvió a mostrar tan fría con la novata como su jefa. Algo en esa chica le intrigaba demasiado a Jennie, a diferencia de los otros jóvenes ejecutores, ella era la única que había manifestado el deseo de ser algo más que ¨un perro¨, sin embargo, la mirada depredadora que se apoderaba de la ejecutora cuando estaba de servicio parecía contradecir esa premisa. El aura de misterio que desprendía su subordinada le resultaba fascinante al igual que la de su superior, era algo que compartían.

No sabía como lo haría, pero Jennie se propuso mejorar la relación con ambas, eran parte de un equipo después de todo, y era ridículo que se sintiera intimidada y tensa a causa de esas dos, por lo que se puso manos a la obra.

[...]

Golpes secos a intervalos resonaban incesantemente, algunas gotas de sudor empezaron a resbalar de la piel hacia el piso. Cada impacto del puño contra el cuero del saco de boxeo se llevaba consigo un poco de estrés, pero no lo suficiente. Gruñidos productos del sobreesfuerzo y una que otra patada se escapaban por aquí y por allá hasta que finalmente Lisa cayó rendida. Luego de su rutina de entrenamiento la ejecutora se dirigió a las duchas para asearse, ocupó el último cubículo y tras programar la temperatura deseada, dejó correr el agua tibia desde su cabeza por todo su cuerpo.

Una vez más ese sueño la había dejado insomne toda la noche, las tenues ojeras daban fe de ello. No era algo raro, lo raro era conseguir dormir sin problemas. El rebote de las finas gotas contra su piel la relajaron al punto de transportarla sin querer a un vívido recuerdo.

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Música a todo volumen, luz tenue, iluminación proveniente del escenario. Lisa fue una de las primeras en entrar junto a tres personas más por el lateral del recinto. Una voz que solo podría describirse como angelical inundaba el ambiente, provenía de la tarima, la castaña desvió la atención de su objetivo como si le hubiesen lanzado un hechizo. No logró ver bien su rostro, sólo un largo cabello dorado ondeando el aire y una figura delicada sosteniendo un micrófono.