Olivia siente que su vida se desmorona tras la separación de sus padres, convencida de que nada puede ser peor que ver cómo su familia se rompe. Sin embargo, la ley de Murphy se convierte en una cruel realidad cuando sus extraños y autoritarios prof...
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Ashton estacionó el coche frente a la escuela. Aún no había rastro de estudiantes, era demasiado temprano. Al intentar abrir la puerta, me di cuenta de que aún estaba asegurada. Ashton me miró por encima del hombro - No creo que haga falta advertírtelo, pero si decides escaparte...- Su tono no dejaba espacio para discusiones. Negué rápidamente, mordiéndome el labio para evitar que se me escapara lo que realmente pensaba.
- En los recesos irás a la oficina...- Continuó Peter, pero lo interrumpí al instante ganandome una mala mirada.
- Eso no es lo que acordamos, me dijeron que podría ser una adolescente más aquí, y eso incluye almorzar con mis amigos - Espeté cruzando mis brazos, un gesto involuntario que surgía en mi cuando estaba realmente enojada.
- No estás en posición de ponernos condiciones, cielo - Respondió Harry, que estaba a mi lado. La frustración me invadió aún más. Siempre terminaba desilusionada, no entendía por qué seguía confiando en ellos.
- Pero ustedes dijeron...- Mi voz se quebró, y antes de que pudiera controlarme, las lágrimas comenzaron a caer. No era solo por lo que acababa de pasar, sino por todo lo que llevaba dentro. La presión de todo me estaba aplastando, y esta situación fue solo el detonante.
Mis profesores me miraron sorprendidos, como si no esperaran que sus palabras me afectaran tanto. Sentí una mezcla de culpa y desconcierto en sus rostros - Tranquila, cariño - Dijo uno de ellos con suavidad.
- No llores, te dejaremos almorzar con tus amigos, pero ya... no te preocupes - Me rodearon con consuelos, y aunque me calmé un poco, no podía evitar sentir que había tenido que llegar tan lejos para conseguir algo tan simple. Mi sensibilidad había sido mi única defensa, aunque no me gustaba admitirlo. Al final, había logrado lo que quería, pero no podía evitar la sensación de que todo me estaba superando.
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Jugueteaba nerviosa con mis dedos mientras mis amigos me rodeaban, preguntando sin parar. Era mala mintiendo y trataba de no dejar que descubrieran la horrible verdad sobre lo que estaba viviendo - ¡Dios, qué rara eres! Desapareces sin decir nada todo el tiempo - Exclamó Peyton, una de mis mejores amigas, mirándome fijamente, buscando alguna pista en mis ojos.
- Te enviamos cientos de mensajes - Agregó Lucas, indignado, mostrándome la pantalla de su celular, donde se veía claramente que nunca respondí.
- Lo sé, lo siento pero es que...perdí mi teléfono - Balbuceé, sintiéndome atrapada. Ni yo me creía esa excusa.
- ¡Basta de juzgarla! Lo importante es que está aquí, con nosotros - Luke intervino rápidamente, defendiendo mi presencia con firmeza. Le sonreí agradecida, sintiendo un alivio en su apoyo.
- ¡Silencio! - La voz del profesor Ian cortó el aire, y me sobresalté al escucharla. Me lanzó una mirada, y me sorprendió que no dijera nada más, su actitud era inusualmente tranquila, lo cual era raro. Normalmente, su diversión consistía en hacerme sentir miserable, pero hoy no hizo ni un comentario.
- Abran el libro en el capítulo tres, hagan las actividades y entréguenlo al final de la clase - Dijo sin entusiasmo, y comenzó a dar vuelta por el aula. Con cierta incredulidad, abrí el libro y comencé a hacer la actividad. La verdad es que me sentía perdida, había dejado muchos temas atrás y no entendía nada. Mis amigos me ayudaron un poco, pero aún así entregué la tarea incompleta. Aunque intenté concentrarme, no pude evitar sentir que algo raro estaba pasando, especialmente con Ian.
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Unas horas después, caminaba distraída por los pasillos de la escuela, buscando mi próxima clase, cuando de repente choqué con alguien. El impacto me hizo caer al suelo, y los libros se esparcieron por el pasillo. Al levantar la mirada, vi a una chica de cabello corto, visiblemente apenada.
-Lo siento...- Dijo tímidamente, agachándose para ayudarme a recoger mis libros.
- No pasa nada, está bien - Respondí, sonriendo para tranquilizarla antes de seguir mi camino. Sin embargo, me detuvo tomando suavemente mi brazo.
- Espera…¿Me podrías mostrar dónde está la clase de arte? - Al mirarla con más atención, me di cuenta de que era nueva. Asentí, ya que parecía algo perdida. Tal vez pensaba que era una persona fría, pero en realidad me costaba mucho hablar con quienes no eran mis amigos. Caminamos en silencio hasta la clase de arte, y al llegar, le comenté que yo también tenía esa clase.
- Me llamo Lily - Dijo, sentándose a mi lado.
- Olivia - Respondí, con la esperanza de que la conversación terminara ahí. No necesitaba más amigos.
Para mi suerte, la clase pasó rápido y, al sonar el timbre, sentí un respiro de alivio. Sin embargo, un leve sentimiento de culpabilidad me invadió. Me sentí mal por haber sido tan cortante con la nueva, quien durante toda la clase intentó hablar conmigo. A pesar de su esfuerzo, algo en ella me resultaba inquietante, como si emanara una vibra extraña que no lograba comprender. No era justo, lo sabía, pero no pude evitar mantenerme distante.
Caminé rápidamente hacia la oficina de Ashton, asegurándome de que nadie me viera. Al entrar, la familiaridad de la oficina me recibió en silencio. De repente, Harry apareció con su inconfundible sonrisa - Te extrañamos, princesa - Me levantó en brazos y, por un instante, me sentí desconectada de la realidad. Todo lo que estaba viviendo me golpeó con fuerza, casi olvidaba por un segundo que estaba atrapada en este mundo que me imponían.
- ¿Cómo te fue hoy, Liv? - Peter preguntó sin levantar la vista, organizando algunos papeles.
- Bien - Respondí, sin entusiasmo. La escuela me había dejado exhausta y solo quería dormir. Aunque no quería regresar a esa casa maldita.
Ashton se acercó y me miró con una expresión seria - Liv, necesito pedirte un favor - Su tono me hizo ponerme nerviosa.
- ¿Qué favor? - Pregunté, mirando hacia abajo, sintiendo su mirada desde arriba.
- Hay una nueva estudiante, Lily. Seguramente la has visto. Coincide con tus clases. ¿Podrías ayudarla? Quizás mostrarle la escuela, explicarle cómo funcionan las clases - Me observó fijamente, esperando una respuesta. Asentí confundida, ya que aunque no era raro que el director pidiera favores, me extrañaba que lo hiciera conmigo. Normalmente, esas tareas se las asignaban a los presidentes de clase, no a alguien como yo, con malas calificaciones y un rendimiento no muy favorable en mi conducta.