• C I N C O •

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Me encontraba delante de la puerta de la casa de Eros Sallow, mi nuevo compañero de clase. Al parecer, mi padre ya tenía todo planeado, pues tenía su dirección y casa apuntado.
Los hombres de mi padre, quienes me habían acompañado por orden de este, se quedaron en el coche, detrás de mi. Me tomó unos segundos llamar al timbre. Antes de que la puerta se abriese, el coche arrancó, y los hombres de mi padre desaparecieron de mi vista. Observaba como se perdían por el final de la calle, hasta que estuvieron los suficientemente lejos como para no distinguirlos de los demas automóviles.
Cuando volví mi cabeza hacia la puerta, delante de mi había un señor, quizas de la misma edad que mi padre. Su cabello era castaño, estaba bien peinado hacia atrás, parecía llevar 1 kilo de gomina. Vestía un traje negro, tanto los pantalones como la chaqueta, al igual que la camisa que llevaba puesta. El negro debe ser su color favorito, ya tenemos algo en común.
Sus ojos eran de un color verdoso y su mirada era inescrutable. Sus labios eran carnosos y rosados y formaban una línea recta.
Su mirada recorría todo mi ser, me miraba extrañado, como si fuese la primera vez que alguien se paraba delante de su casa.
El silencio se estaba volviendo algo incómodo, por lo que decidí hablar. Daba gracias a mi padre, por al menos haberme dicho su nombre.

—Buenas tardes, señor William —dije educadamente
—Buenas tardes, señorita —su tono era educado, al igual que el mío y su voz, mas suave de lo que había pensado —¿Puedo ayudarla enalgo?
—En efecto —mi tono era formal, como mi padre mi había enseñado para hablar con los altos cargos —Me gustaría ser parte de su mafia —algo en su mirada cambió, una chispa de curiosidad apareció en ella
—¿Y a qué se debe eso? —guardo sus manos en los bolsillos de su pantalón —Mejor hablemos en mi despacho, es un lugar mas privado —se apartó de la puerta, invitándome a entrar —Acompañamé —atravesé la puerta, pero tan rápido como lo hice, me paré, y la duda me acechó —¿Todo bien? —la voz de William me saco de mi ensimismamiento.
—Por supuesto —contesté y me limité a seguirlo

Llegamos a su despacho y este era igual de grando que el de mi padre, o hasta más. Me indicó que me sentará en una de las sillas que había frente al escritorio y eso hice. Acto seguido él se sentó frente a mi.
Como siempre hacia, una de mis manías era observar todo. Mi mirada circulaba por cada rincón del despacho. Las paredes eran de color blanco, dando al lugar una sensación de mayor amplitud. Detrás de él había un gran ventanal, que daba lugar a unas hermosas vistas de su inmenso jardín, el cual parecía mas un bosque que un jardín. A mi izquierda había un mueble con varios cajones, también de color blanco. Este, encima tenía archivadores y carpetas con documentos, plantas de distintos tipos,figuras...algo extrañas, quizas de otra cultura y fotos familiares. Me fijé en una de ellas, donde salían William y Eros, ambos sonrientes, abranzandose el uno al otro. Un sensación de vacío llenó mi interior, aparté la mirada rápidamente.
El escritorio, el cual era de madera con las patas de metal, tenía un flexo negro, un libro que no alcanzaba a ver sobre que iba, y un cuaderno. Todoesta absolutamente ordenado. Y para finalizar, debajo del escritrio había otro mueble blanco, con cajones y puertas.
Después de inspeccionar todo el lugar, regresé mi mirada a él.

—Como veo que ya sabes quien soy, pasaremos directamente a lo importante —sacó un folio de uno de los cajones del mueble que tenía a su lado y cogió un bolígrado de su chaqueta —¿Qué puede aportar usted a mi mafia? —su mirada se concentró en mi y yo adopté una postura relajada pero formal
—Puedo aportar una visión distinta de la nueva era que hay hoy en día en este tipo de sociedad. Pues como usted sabrá, no hay muhas mujeres en este mundo. Ademas soy muy perfeccionista, a la hora de hacer mi trabajo, me gusta que todo se haga bien, sin ningún....error, ya sabe a lo que me refiero —le sonreí y recibí la misma respuesta de su parte
—¿Cuales son sus cualidades? —pude notar curiosidad en su tono de voz
—Soy una mujer fuerte y tengo mucho carácter, no dejo que nadie me manipule. Cuando tengo que sacar mi genio lo saco, no me importa quien sea, yo defiendo a los míos —me cruzo de brazos y veo como una sonrisa va apareciendo en su rostro —Soy muy seria con mi trabajo. Soy segura de mi misma y no confío en nadie —al escuchar esto último, sus ojos se abren como platos
—Unas cualidades excelentes —dijo mientras anotaba algo en el papel que había sacado anteriormente —¿Estudias? —me miró por encima del folio. Asentí —¿Por qué quiere entrar en mi mafia?
—Siéndole sincera, creo que es una de las mejores detodo el mundo. Hacen muy bien su trabajo y en perfecta organización —no le estaba haciando la pelota ni nada. He leído bastante sobre la mafia Sallow, sin que mi padre se enterase, y se ha ganado el puesto que tiene. Sin embargo, no sabía quien la dirigía —Además de que podría aprender bastantes cosas
—¿Por qué ha elegido este mundo? —dejó el folio a un lado y se acercó a mi —Eres una chica con unas cualidades...fabulosas. También estudias. ¿Por qué entraren este mundo? —parecía una pregunta trampa, una pregunta para encontrar la debilidad de la persona
—Mi padre no quiere pagarme la universidad y necesito dinero para ello —por una parte le estabadiciendo la verdad. Si no hacia esta misión, mi padre dejaría depagarme la universidad y entones necesitaría el dinero —Me gustaría seguir formandome en la especialidad que he elegido
—¿Cuál es su especialidad? —el bolígrafo bailaba sobre sus dedos, pasando entre ellos
—Astronomía —contesté y su cara se iluminó
—Mi hijo esta en la misma especialidad que tú, quizás estéis en la misma clase —intenté parecer lo mas sorprendida posible, aunque me era dificil fingir, hice mi mejor esfuerzo
—Posiblemente —reí
—Una última pregunta —colocó sus codos sobre la mesa, junto sus manos, y apoyo su cabeza en ellas —¿Sabe manejar armas?
—Es uno de mis dones —sonreí abiertamente

Rápidamente el hombre se levantó, se posicionó a mi lado, me indicó que me levantará y acto seguido comenzamos a caminar.
Salimos del despacho, en dirección a quien sabe donde. Mis ojos observaban cada estancia por la que pasabamos. Era una casa realmente hermosa. Todas las paredes eran blancas, dando al lugar una sensación mas grande lo que ya lo era. Los muebles eran blancos y otros negros, pero todos modernos. Había un ventanal en cada una de las estancias para aprovechar mejor la luz natural.
Llegamos a un pasillo en el que no había ventanas, el cual era iluminado por luz artificial. Nos paramos delante de una puerta, que tenía un letrero en otro idioma. Italiano.

"Solo persone autorizzate"

No había que tener un nivel alto de italiano para saber que ese letrero decía: "Solo personas autorizadas"
Pasó una tarjeta por el detector y con el pitido de aceptación, la puerta nos dio acceso para entrar. William, en cuanto pasé, la cerró y seguimos caminando por el oscuro pasillo. Al final de este se veía luz y se oían personas hablar y a otras  gritar. Parecían gritos de lucha.
Proseguimos con el camino y ante mis ojos apareció un campo de entrenamiento, con todo tipo de armamento. Había secciones de tiro con pistola y otra con arco. Zonas de combate de cuerpo a cuerpo, un cuadrilátero, sacos de boxeo, pesas.
Todos saludaron a William de forma muy respetable, mientras que nosotros no dirigiamos a la sección de tiro con arma.
Una vez allí, William colocó una pistola en mis manos.

—Muéstramelo —es lo único que dijo, antes de que una diana apareciese colgada del techo a lo lejos, quizás a unos 10 metros —Tienes que dar 3 veces, justo en el centro —esto era algo fácil para mi. Mi padre me las ponía a mucha mas distancia. Llevo mucho tiempo practicando. No he fallado ninguna desde hace mucho tiempo. Aún recuerdo el día en que disparaba tan perfecto que, por fin mi padre me dejó salir de las instalaciones. Al recordar aquellos días, la rabía corrió por mis venas. Disparé 3 veces, y todas las balas atravesaron el punto central de la diana. Mi giré hacia él y su cara era de total asombro —Hay otra prueba. Dispara a esos 3 muñecos —señaló los muñecos que habían aparecido del suelo —En 10 segundos —la cosa parecía ponerse seria, pero no había problema. Había aprendido a cargar un arma en menos de 5 segundos. Aunque esta estaba ya cargada, y solo tenía que disparar. Disparé a los muñecos. Di de pleno en todos ellos, todos tenían un agujero en la cabeza. Deposité la pistola en las manos de William y este me miró con una sonrisa de oreja a oreja —7 segundos, increíble
—Gracias —me limité a decir con una sonrisa. Se acercó a mi y colocó una mano sobre mi hombro
—Pequeña, eres lo que le faltaba a este lugar. Eres un prodigio —dio un pequeño apretón en mi hombro y antes de irse, se volvió a girar hacia mi —Sigue así y te colocarás en un puesto importante en menos de lo que canta un gallo
—Gracias —le volví a decir, pero ya había desaparecido de la sala

Me quedé sola en la zona de tiro. Observaba el lugar con detenimeinto, de arriba abajo, fijándome en cada mínimo detalle. Era muy diferente al resto de la casa. No estaba tan iluminado, las paredes eran de color marrón, aunque parecía mas negro. Tampoco había ventanas, el lugar era iluminado de manera artificial. Las zonas eran separadas por paredes entre ellas, del mismo color que las anteriores. El suelo era de color gris como el metal.
Me acerqué a uno de los muñecos, al que estaba en medio. Le acaricié la cabeza, pasando mi mano por el agujero recién hecho. Lo acaricié durante unos segundos, mientras una pregunta rondaba por micabeza.

¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Vale la pena todoesto?

Estaba a punto de salir de la zona de tiro, cuando William regresó y se acercaba a mi con paso decidido. Se paró frente a mi.

—Quiero que te vengas a vivir aquí —eso si que no me lo esperaba para nada. Mi cara debía de ser un Picasso —Quiero tenerte cerca por seguridad...tengo unos cuantos enemigos —si, uno de ellos es mi padre, quien seguro no pone ningún inconveniente a esto —Y entrenarte mejor. Si tú padre se niega, solo tienes que decirmelo y yo hablaré con él
—No te preocupes —sonreí —Seguro que me las arreglo y para él no es un problema

La Oveja BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora