• O C H O •

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Lunes de nuevo. Ya habían pasado algunas semanas desde que comencé a vivir con los Sallow. En estas semanas me había reunido unas cuantas veces con mi padre, le había contado algunos de los planes de William.
Poco a poco me iba ganado la confianza del Sr. Sallow, sin embargo, dentro de mi había una sensación agridulce. Me sentía mal, incluso a pesar de que si realizo esta misión podría ganar mi libertad, sigo pensando que no es lo correcto. No obstante, ¿qué puedo hacer? ¿Enfrentarme a mi padre? ¿Decirle que dejo la misión? No puedo, quizas suene egoísta, pero quiero mi libertad, quiero acabar con mis años de sufrimiento. Pero por otra parte, aunque diga que no quiero tener nada que ver con mi padre y sus negocios, haciendo lo que hago le estoy proporcionando información, y eso es igual o casi a trabajar con él. No quiero hacer daño a gente inocente, odio mentir, no me gusta. William confía en mi y ¿cómo se lo pago yo? Dándole la información a mi padre como una estúpida. Estoy contra la espada y la pared. Tengo la ilusión de poder ser libre por una vez en mi vida, de salir de aquella prisión a la que mi padre llama casa, de irme de esta ciudad del demonio gobernada por mi padre, de huir de todo. Quiero irme a algún lugar donde nadie me conozca, empezar de cero sin que los fantasmas de mi pasado me persigan. Deseo conocer lugares nuevos, personas nuevas y vivir nuevas experiencias, ¿acaso es mucho pedir?

Me encontraba en clase de astrofísica estelar, una asignatura que me parecía bastante interesante, pues se estudian las estrellas, desde su formación, evolución, distribución, contelaciones, hasta como terminan muriendo.
La profesora estaba explicando las contelaciones, desde las mas comunes hasta díficiles de ver. Ahora estabamos dando los tipos de constelaciones. Como ya había investigado, sabía que existían 6 tipos de constelaciones, y que dentro de esta clasificación, se distribuían las diferentes constelaciones que se pueden observar en el cielo.
Tenía el presentimiento de que la profesora mandaría hacer una exposición sobre esto, y cuando yo presiento algo, el 95% de las veces por no decir el 100%, se cumplen.
Como todos los días, tomo apuntes de lo que los profesores apuntan en la pizarra. Eros, quien esta sentado a mi lado, esta dibujando las constelaciones, en vez de coger los apuntes y ¿sabéis quien se los dejará luego? Efectivamente, yo no.

—Hasta aquí la clase de hoy —dijo la profesora dirigiendose a su mesa. Todos comenzamos a recoger, pues era hora del almuerzo —Antes de que salgáis, prestarme atención un momento —y aquí viene mi premonición hecha realidad. La profesora sacó unos papeles y nos fue dando uno a cada uno —Quiero que me hagáis una exposición sobre las constelaciones que os han tocado —observé con detenimiento mi papel. Me habían tocado las constelaciones australes y dentro de estas, tenía que explicar la constelación del Centauro, Erídano, Hydra, Crux y Fénix —Realizaréis las exposiciones la semana que viene. Podéis salir

No me gustan para nada las exposiciones, o sea, las odio. Soy malísima en ellas. Puedo aprenderme el texto entero, saber donde va cada coma y cada punto, pero mis nervios me superan. Podría decir que soy un 'show' exponiendo. Me pongo hipernerviosa y cuando me pongo nerviosa hablo demasiado rápido, y si hablo demasiado rapido me quedo sin aire y si me quedo sin aire me pongo roja como un tomate y esto ha sido así por toda mi vida, como si de un ciclo vicioso se tratase.
Eros y yo salimos juntos de clase y nos dirigimos al comedor. Él iba mirando algo importante en su móvil mientras que yo lo iba apartando de la gente con la que estaba apunto de chocarse, soy como sus ojos en estos momentos.
Nos llevamos bastante bien y hemos cogido confianza en poco tiempo. Tan solo llevo unas semanas en su casa, pero ya me siento como si fuese una mas. Siempre me tiene en cuenta y trata de que me sienta cómoda. Pasamos la mayor parte del tiempo juntos, hacemos deberes y estudiamos juntos. Lo raro es que no nos cansemos el uno del otro, aunque a decir verdad, me gusta tener una persona así a mi lado, con la que se que puedo contar.
La cafetería estaba abarrotada de gente, por es que prefiero ir a la cafetería donde trabaja Winter, pero hoy tienen cerrado, si, una gran suerte tener que comer con mis maravillsos compañeros, notese el sarcasmo.
Eros fue a coger una de las pocas mesas que ya quedaban y yo a por la comida. Siempre pedíamos lo mismo cuando almorzamos aquí.
Iba sumida en mis pensmaientos como siempre hasta que de repente me choque contra algo duro, haciendo que cayese de culo al suelo.

—¿Qué pasa Bruns? —elevé mi mirada y me encontré con Diego. Él era el capitán del equipo de fútbol y el chico mas imbécil que ha pisado tierra, aunque algunos le superan, y eso que es dificil —¿Tus limones no te equilibran bien? —hoy no era el mejor día para meterse conmigo y mas cuando estoy con Juliana. ¿Quién es Juliana? Mi amiga que viene todos los meses avistarme y no es que sea muy amistosa. Si, mi menstruación tiene nombre, mas adelante os explicaré porqué.
—Mis limones tienen mas equilibrio que tu gusanito —dije mientras me levantaba del suelo —Y seguro que mas acción —dije mientras limpiaba la suciedad de mi trasero
—¿Qué has dicho plana? —Diego se acerca a mi en un solo paso, esa es la ventaja de ser mas alto que yo
—Primero respeta mi espacio personal —lo empujé para que se apartara de mi —Y segundo, yo si tengo algo bajo el sujetador —todas las miradas estaban sobre nosotros. Sentía todos y cada uno de los ojos presentes en la sala sobre mi nuca —¿Tienes tu algo bajo los calzoncillos? —puse una mueca de duda. Todos los estudiantes ahogaron un grito. Algunos reían, otros aplaudían y otros simplemente me miraban con advertencia. Nunca nadie le paraba los pies a Diego, constantemente era tratado como si fuese el rey de la universidad, pero hoy se había metido con quien no debía. Para mi sorpresa, una sonrisa aparece en el rostro del chico
—¿Quieres comprobarlo? —dice en tono gracioso y burlesco, aunque solo sus compañeros ríen
—No gracias —contesté de forma amable con una sonrisa inocente —Sería una pérdida de tiempo buscar algo que no podría encontrar —todo el comedor estalló a carcajadas

Diego se quedó boquiabierto ante mi contestación. Al pasar por su lado cerré su boca, no vaya a ser que le entren moscas y se intoxique.
Orgullosa me dirigí hacia la preciada comida, que mi estómago ya la estaba llamando.
Diego se había quedado mudo. No era capaz de emitir ningún sonido ni palabra. Tanto él como sus compañeros se habían quedado petrificados. ¿Acaso había pasado por aquí Medusa de la mitología griega?

No.

Juliana había vuelto a triunfar.

Las siguientes clases pasaron rápidas. Diego no había vuelto a dirigirme la palabra y los demas estudiantes me elogiaban por mi acto, aunque otros me advertían de la venganza de Diego. Si lo quequerían era asustarme no lo conseguirían. No necesitaba ni sus elogios ni advertencias. Siempre han pasado de mi y me han rechazo, ahora no quiero ser el centro de atención por haberle parado los pies a un gorila al que nadie se atreve a contradecir.
En el camino de regreso a casa, Eros se paso diciendome lo increible que había estado. Yo solo le decía que había hecho lo que me parecía correcto.
Gracias a que ibamos en coche llegamos en menos de 15 minutos. Entramos a casa y el señor William estaba con alguien en la sala principal. Eros entró a saludar y yo lo seguí, pero me arrepentí en cuanto puse un pie dentro de la sala. Mis ojos chocaroncon los de la persona que estaba con William. Mi sangre se hiela al ver quien es la persona sentada al lado del Sr. Sallow. Intenté mantener la calma, pero mis manos comenzaron a sudar y temblar. Me quedé mas pálida de lo que ya estaba, había perdido el poco color que tenía. Mi cuerpo se paralizó, el hombre me miró confundido y el miedo invadió mi cuerpo. Conocía a ese hombre. Él había trabajado antes con mi padre.

Era Eliot Santoro.

La Oveja BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora