Los días pasaban tranquilos. Iba a la universidad, comía, estudiaba, prácticaba boxeo con Eros, un deporte que siempre ha llamado mi atención, cenaba, leía un rato y me dormía.
Mi padre no había hecho ningún movimiento extraño, solo una vez me llamó para que le contase novedades. Obviamente no le he contado la verdad, ha habido alguna mentira que otra.
William estaba repasando junto a mi la estrategia para la misión de contrabando. Ha dicho que es una misión importante y ha depositado su confianza en mi, junto a Eliot y otros hombres.
El mundo de la mafia me persigue. Quiero salir de una y para hacerlo tengo que meterme en otra. En fin, la hipotenusa.
Preparamos todos los materiales, las bolsas con la mercancía, armas para protegernos, etc. Metimos todo en la furgoneta, repasamos por ultima vez el plan y nos fuimos.
Todo estaba estrictamente controlado.
Eramos 15 personas quien participabamos en la misión. Estábamos repartidos en 3 furgonetas iguales. Eliot y yo eramos quienes llevabamos la mercancía, por lo que íbamos en la del medio. Las otras dos, que iban delante y detrás, también llevaban una bolsa, pero era un señuelo, por si las moscas.
El puerto, el lugar donde se realizaba el intercambio estaba algo lejos, por lo que nos tomó unos minutos llegar. Nos aseguramos de que nadie nos estuviera siguiendo y una vez allí, nos adentramos, y a lo lejos, con las luces apagadas y una linterna unicamente iluminando el barco se encontraba el hombre.-¿Está todo?- la voz del hombre era grave y áspera. Quizás tenía unos 50 años. Percibí un fuerte olor a tabaco que hizo que mi nariz se arrugase, el hombre no parecía estar solo.
- Si, todo lo que pediste.- contestó Eliot. El hombre estiró la mano para alcanzar la bolsa con la sustancia pero Eliot la alejó de su lado. - Ya sabes lo que tienes que hacer. -el hombre hizo una señal a uno de los suyos, quien vino con una enorme mochila.
- Está todo el dinero. -lanzó la bolsa hacia Eliot, quien me la pasó a mi para poder darle la mercancía al hombre.
-Contarlos. -les pasé la bolsa a nuestros hombres. Empezaron a contar y a los pocos minutos dieron suconfirmación.
- Es un placer hacer negocios con vosotros. -el hombre regresó a su barco y nosotros nos fuimos dirección a la furgoneta.En el camino todos iban contentos por el éxito de la misión. Todo había salido perfecto, tal cual lo habíamos planeado y eso a mi no me daba un buen presentimiento.
Todo estaba silencioso, no había ni un mísero ruido y en estas ocasiones el silencio no trae nada bueno.
A los pocos segundos comenzaron a oírse las sirenas de los polícias. Todos manteníamos la calma, aunque yo estaba que me salía de mis cavidades.
Estábamos cerca de las furgonetas, solo unos pasos mas y nos subíamos para abandonar el lugar. Pero las cosas no son tan fáciles como uno las pinta.
Dos grupos de varios hombres, quienes eran el doble o triple que nosotros, habían aparecido por arte de magia delante de nuestras narices. Todos nos pusimos en alerta, en nuestros planes no entraba pelear, pero si teníamos que hacerlo no lo dudaríamos. Las sirenas parecían haberse callado.
Rapidamente el otro grupo sacó sus armas y nos apuntó a cada uno de nosotros. Eliot me escondió detrásde él. ¿Me estaba protegiendo? ¿Por qué?
Yo sabía pelear, mi padre me había enseñado por años, también sabía utilizar un arma, aprendí a disparar, aunque fuese por obligación. Sé defenderme y quiero ayudar.
Balas empezaron a volar por todos lados. Mientras unos disparaban, otros se acercaban a nosotros para golpearnos.
Eliot me arrastró con él hasta detrás de unas cajas donde nos escondimos.Los hombres disparaban contra las cajas. Eliot se asomaba cada minuto y disparaba. La mayoría de las veces le daba a uno que otro del otro grupo.
Unos minutos después dejaron de disparar. No se oía ningún disparo. Parecía todo haber terminado.
Asomé mi cabeza para ver que estaba pasando y una bala pasó a milímetros de mi rosto, acariciando mi mejilla y dejando un rastro de quemazón que no tardó en comenzar a escocer.
No podía quedarme de brazos cruzados cuando todos estaban peleando y jugándose la vida. Iba a salir dispuesta a pelear pero Eliot me retuvo.
Su cara estaba llena de arañazos, su ropa rasgada y tenía moratones en los brazos de las veces que había salido a pelear.
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La Oveja Blanca
Teen Fiction-No se porque te empeñas en seguir estudiando -dijo mi padre con seriedad -Te acabarás dedicando al negocio familiar -su mirada atravesó la mía como un afilado cuchillo -Es algo inevitable, está en tu sangre -No estés tan seguro -reí al ver la segur...