• S I E T E •

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Entre mis cortinas se vislumbraban los finos rayos del sol. Pasé repetidamente las manos por mi cara, intentando despertarme. Se oía como el viento azotabalos árboles y entonces caí. Nunca veía el sol cuando me despertaba. Siempre me levantaba antes del amanecer. Cogí de formaabrupta el móvil de la mesita. La luz de la pantalla cegó mis ojos, haciendo que los cerrará. Odiaba cuando mi móvil tenía el brillo al máximo.

<< 8:15am >>

Mierda, mierda y mas mierda.
Me había quedado dormida y para el colmo, seguro que mi padre ya estaba despierto. Paseándose por la casa para impedirme ira la universidad o hacer que llegase tarde.
Odiaba levantarme mas tarde de lo que tenía planeado.
Entonces recordé que siempre ponía el despertador, ¿por qué no había sonado?
Lo cogí entrenmis manos, y para mi gran suerte, la cual siempre me acompaña, se había quedado sin pilas.
Me levanté de la cama y corrí por la habitación como alma que lleva el diablo. Entre a la ducha y no tarde ni cinco minutos. Un récord para mi.
Soy muy perezosa para arreglarme por las mañanas. Nunca tengo ganas de ponerme unos vaqueros, pues no me apetece ir prieta desde primera hora de lamañana. Hace falta que este de buen humor para que no vaya en chándal.
Me puse mis pantalones grises oscuros, una sudadera oversize blanca, la cual me llegaba a la mitad de los muslos, haciendo que pareciese un fastama y mis zapatillas negras. Si, amo los colores neutros.
Me adentré en el baño, peiné mis anaranjados rizos y salí pitando.

Lo iba a ver. Lo iba aver.

El estrés se estaba apoderando de mi. Cogí volando mi mochila y salí disparada de la habitación. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no vi la pared que había frente a mi y choqué con ella. Caí de culo al piso y me la quedé mirando fijamente intentado asimilar todo.
No recuerdo que hubiese una pared delante de mi habitación, tampoco que estuviese tan iluminado. ¿Desde cuando las paredes son blancas?
Entonces escuché una puerta cerrarse no muy lejos de donde me encontraba. Todos mis sentidos se pusieron en alerta. Unos pasos se acercaban a mi. Eran lentos y pesados.

Ya esta.

Me ha pillado.

Giré mi cabeza lentamente, preparandome para los cientos de gritos que saldrían de la boca de mi padre. Sin embargo, todo seguía en silencio. Levanté mi mirada y me encontré con unos ojos castaños.

Eros.

Espera, ¿qué? ¿Eros?

Me miraba confundido, sin entender nada. Yo lo miré igual a él, extrañada de verlo en mi casa.
Fue en ese momento cuando caí en la realidad. No estaba Eros en mi casa, sino que yo estaba en la suya. Ahora entiendo su confusión. Él no sabe nada de que trabajo para la mafia de su padre.
Pasé la mano por mi cara, llena de frustración. Había corrido para nada, y para el colmo he empezado la mañana estampándome contra una pared.
El silencio seguía reinando en el pasillo. Ninguno de los dos había dicho palabra alguna y eso empezaba a incomodarme.
Se acercó a mi, me tendió la mano y me ayudó a levantarme. Sobé mi culo adolorido, pues había chocado de pleno con el suelo.

—Gracias —agradecí a Eros por su ayuda, pero esto solo se limitó a asentir. Parece que el sueño aún fluye por su cuerpo

Bajamos a la cocina y esta vez si, para mi suerte estábamos solos.

Eros iba tranquilamente de un lado a otro en la cocina. Quedaba menos de una hora para empezar la primera clase, ¿acaso quiere llegar tarde?.
Se volteó hacia ami. Me señaló una taza que tenía a su lado y yo negué con la cabeza. No tenía tiempo para desayunar, si lo hacia llegaría tarde.

—Bueno, yo me voy —volví a coger mi mochila del suelo, pero antes de atravesar la puerta de la cocina, la voz de Eros resonó en mis oídos
—No sabes ir a la universidad —miré dentro de la cocina y estaba de espaldas a mi —Esta a 15 minutos caminando —dejó una taza de café delante de una silla vacía y se sentó frente a ella —Iremos en coche- su mirada chocó con la mía- Se tarda menos

Me senté frente a él y aparté con una mano la taza de café. No es que no me gustara el café, al contrario, me encanta su olor y mas cuando está recién hecho, pero me altera y eso es lo que menos necesito ahora.

—¿Qué haces en mi casa? —su pregunta me había pillado de sopresa, aunque era de esperar que la hiciese. ¿Quien en su sano jucio, pensaría en que una chica de su MISMA clase, podría estar viviendo en su casa, sin motivo? Bueno motivo hay, pero no hay porque decirlo
—Verás, mi padre no quiere pagarme la carrera universitaria —vale, eso ha sonado muy a "niña de papa" —No es que yo quiera que me la pague, tampoco me deja trabajar para que yo lo haga —Eros bebió un trago de su café mientras me escuchaba atentamente —Yo quiero acabar mi carrera universitaria, y no voy a dejar que mi padre arruine todo lo que he logrado hasta ahora. Hablé con William, tú padre y me aceptó- todo volvió a sumirse en silencio. Esperaba intrigada la reacción de Eros, sin embargo, fue todo lo contrario a lo que esperaba
—Me gusta eso de que luches por lo que deseas —mis ojos se abrieron de par en par al escuchar aquello —Pero lo que me extraña es que tú padre te haya dejado venirte a vivir aquí. Mas aún cuando se supone que no te deja trabajar
—¡Oh! —exclamé sorprendida —No te preocupes por eso, le he dicho que estoy de viaje con la universidad
—Entiendo —dejó su taza vacía sobre la mesa

Estaba nerviosa por ver como reaccionaba. Hacia tiempo que no me pasaba esto con una persona. Ponerme nerviosa por saber lo que una persona piensa de mi, ¿cuándo me ha importado eso?
La única lógica que le puedo encontrar es que, después de tantos años, es la única persona que se ha acercado a mi, después de Winter, con intenciones de ser mi amigo y no se ha alejado o acercado por interés.
Supongo que, después de sentirte tanto tiempo sola, cuando una persona se acerca a ti con buenas intenciones, intentas tú actuar y pensar de buena forma. O que se yo de sentimientos o emociones.

—No me importa —dice levantándose de su silla y sentándose en la que esta a mi derecha —No te voy a juzgar por el trabajo que tengas. Tendrás tus propios motivos y si es para pagarte tú carrera, ¿por qué no trabajar? Debes hacer lo posible para conseguir tus sueños —esta vez la que lo mira extrañada soy yo. ¿Este chico era real? En esta asquerosa sociedad de hoy en día, donde te juzgan hasta por la forma de respirar, ¿queda gente que no lo hace? ¿Qué te acepta tal cual? Una sonrisa surca sus labios, de seguro mi cara parece un chiste —Voy a seguir a tú lado 'rojita'. Has sido amable conmigo y no tengo motivos para alejarme. ¿Qué trabajas con mi padre? Bien, podré verte muchas veces a la semana. ¿Qué vives en mi casa? Bien, te veré a todas horas
—¿No te molesta? —pregunté con una ceja alzada y los brazos cruzados —Espera, espera, ¿cómo me has llamado?
—¿Debería molestarme? —frunció levemente el ceño, pero rapidamente, en su cara apareció una sonrisa pícara —'rojita' ese será tú nuevo apodo —dijo eso y salió de la cocina en un abrir y cerrar de ojos.

Me parece a mi que estos meses se van a hacer largos, por no decir eternos.

La Oveja BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora