1. Audición

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La cola da la vuelta a la manzana. Algo comprensible teniendo en cuenta que Laguna Azul ha empapelado toda Barcelona con los carteles anunciando la audición. Aún así, hay menos gente de la que él esperaba. Al fin y al cabo, pese a que son unos novatos, no todos los grupos consiguen el millón de visitas en el primer single que suben de forma independiente a YouTube. La oportunidad que ofrecen esos chicos es más que prometedora como para dejarla escapar sin más si de verdad amas la música.

A él aún le quedan un par de personas delante para poder entrar en el local de ensayo donde son las pruebas. Pese a que dijeron que ellos ponían los instrumentos, Agoney lleva sus propias baquetas, así que aprovecha para sacarlas y jugar con ellas entre sus dedos para templar los nervios y hacer que el tiempo pase más rápido. Sonríe observando las muescas que adornan la madera de éstas, señales del tiempo. Están magulladas y algo maltratadas, pero esas baquetas son sus baquetas. Se gastó parte de su primer sueldo en ellas y, por muy marcadas que estén, va a seguir usándolas hasta que se partan por la mitad.

—¿Nervioso?

El tinerfeño da media vuelta para encarar a la chica que hace cola tras él y le ha hecho la pregunta.

—Aterrorizado —confiesa Agoney a la desconocida.

—¿Te da miedo tocar delante de la gente? —Insiste ella queriendo conocer más al contrario.

—No, me da miedo que no me cojan.

La chica asiente despacio, dejando pasar la respuesta del canario y volviendo a centrar la atención en su teléfono móvil. Él voltea las baquetas con más ahínco, necesita aferrarse a esa oportunidad, necesita el dinero para no volver a caer en la miseria más absoluta. Así sigue hasta que no queda nadie por delante de él y ve al último batería rechazado salir por la puerta.

Le toca.

A paso lento pero firme avanza hasta el escenario donde, entre otros instrumentos, se encuentra la batería que va a tener que aporrear para demostrar que es lo suficientemente bueno como para sustituir al antiguo miembro de la banda. 

Su mirada pasa de los tambores a las personas que lo observan atentamente. Los reconoce a todos del cartel promocional y de haberlos visto en el videoclip casero de su canción, que ha debido ver unas doscientas veces mientras practicaba para la audición. Los mira uno a uno, asimilando lo importantes que podrían llegar a ser esas personas en su vida si consigue entrar en la banda. 

Así es como descubre que el guitarrista del grupo, si no recuerda mal, no le quita el ojo de encima. Ni siquiera parpadea. El cuerpo del pequeño rubio parece tensarse en cuanto sus ojos hacen contacto visual. Se le hincha el pecho y aprieta el puño con fuerza. Agoney no sabe si eso es buena o mala señal, pero no tiene mucho más tiempo para pensarlo.

—Nombre y edad, por favor —pide el que Agoney reconoce como cantante.

—Agoney Hernández, veintitrés.

—¿Qué clase de nombre es Agoney?

—¡Raoul! —Lo regaña el de ojos verdes dándole un capón—. Perdónale... él... bueno, es así, defecto de fábrica supongo.

El tinerfeño ríe negando con la cabeza para restarle importancia. Entiende que su nombre no es uno de los más comunes que hay en España y pueda generar cierta controversia. Sin embargo, el rubio sigue con el semblante serio que ha adoptado desde que lo ha visto aparecer por la puerta, lo que logra tensarlo de más.

—¿Qué hago? —Carraspea nervioso el moreno.

—La prueba tiene tres fases —explica una chica rubia que Agoney cree haber visto a piano en algún vídeo—. La primera consiste en que toques Tu foto del DNI, la conoces, ¿no?

LAGUNA AZUL (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora