24. Noria

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Raoul se estira en su parte de la cama, haciendo crujir toda su espalda. A falta de más de diez días para el siguiente concierto y teniendo Miriam algunos asuntos pendientes que resolver, los integrantes del grupo pueden disfrutar de un tiempo de paz y descanso tras el concierto del que no suelen gozar. Aún así, el plan estrella ha sido disfrutar todos juntos de una peli en la furgo, por lo que los siete se han apretujado en los tres colchones que quedan de cara a la televisión como buenamente han podido y se han puesto la última pastelada de Netflix. 

Desde luego, la próxima vez que decidan ver una película en la dichosa furgoneta, Raoul tiene claro que va a luchar con todas sus fuerzas por quedarse con una de las camas de 90, pues con la excusa de que la suya es algo más amplia que las de Ariel y Nerea, el catalán ha terminado siendo el relleno del sándwich entre Roi y Agoney. Y no es que le moleste la compañía, porque no es eso para nada, pero le enerva el hecho de no poder mover ni un músculo sin rozar a otra persona mientras Ariel y Luis pueden tener un bol lleno de palomitas entre sus cuerpos y Nerea y Adán prácticamente no prestan atención a la película.

Por si eso fuera poco, sentir la respiración del canario como si éste estuviera cogiendo aire directamente desde su cuello, no es de gran ayuda. Lo que esto le provoca, menos aún. Y no le sabe mal por el batería, ya que poco a poco está aprendiendo a dejarse llevar gracias a él —incluso ya le ha insinuado varias veces que le pone bastante—. Lo que sí que le sabría fatal es empalmarse al lado de Roi. No tiene ninguna necesidad de traumatizar a su mejor amigo y mucho menos de cavarse una tumba de bromas de por vida.

—¿Te importa? —Susurra Agoney posando la mano en el hombro del rubio, pidiéndole usarlo de almohada—. Me estoy destrozando las cervicales.

—Tranqui, ponte —asiente despreocupado el rubio cayendo en cuenta en un detalle en el que no había pensado hasta ahora—. ¿Tú estás bien?

—¿Yo? Sí, ¿por?

—Porque no sé si el estar aquí como sardinas enlatadas es el mejor remedio contra la claustrofobia.

El corazón de Agoney decide dar un saltito de emoción dentro de su pecho al saber que Raoul recuerda sus miedos y se preocupa por él. Siendo él quien está llevando un poco las riendas y estando tan pendiente siempre de la comodidad del otro chico, ver que el guitarrista le ofrece el mismo cuidado que recibe le hace sentir pleno. Quiere reírse muy fuerte y alto, pero por respeto a quienes aún quieren ver la película, se muerde la lengua.

—Si estuviera mal por eso, lo notarías —sentencia el batería apoyando finalmente la cabeza en el hueco del cuello contrario—. Pero muchas gracias por preocuparte, corazón.

—¿Corasón? —Aprieta los labios Raoul para no evidenciar la ilusión que le ha hecho el mote.

—Bueno, corazoncito que eres diminuto.

—Vete a la mierda.

—Por eso te pedí el hombro para apoyarme —ríe el tinerfeño, suavizando la broma con un roce casto de sus labios en el cuello.

—Cuando cumplas los tres años de vida, me avisas —finge el enfado Raoul.

—Y cuando dejéis de tiraros el casino entero en mi cara y me dejéis ver la película, os lo agradeceré —interviene Roi logrando que a su amigo le suban los colores al rostro.

—Nadie estaba hablando contigo —se enfurruña el rubio, propinándole una patada al contrario.

—Si lo que habláis llega a mis oídos, tengo derecho a opinar —contraataca el cantante.

—Siempre puedes irte con Ariel y Luis si te molestamos —sugiere Agoney sin levantar la cabeza del hombro contrario.

—No me lo digas dos veces.

LAGUNA AZUL (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora