10. Asesino

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TW: drogas

El metal de la cuchara resuena contra el fondo del plato, indicándole a Raoul que se está terminando el entrante de la cena casi sin darse cuenta. La sopa de su madre ha volado entre la historia de cómo ha firmado su primer contrato en el ámbito musical y las miles de batallitas de los conciertos que ya ha realizado por los distintos pueblos de España.

Su madre le cuenta todos los detalles de lo que ha estado haciendo en su ausencia. Le explica cómo estuvo a punto de obtener un empleo, le cuenta que tiene prevista otra entrevista en breves y hace hincapié en que ha conocido a un nuevo hombre que introducir en su vida y del que Raoul espera que sea bastante mejor que los anteriores. Tampoco es muy difícil, en realidad. A él no le entusiasma mucho la noticia, pero su madre se ve especialmente emocionada y eso le puede. Va a tener que darle una oportunidad al tal Manolo.

Se encuentran casi en el postre cuando Susana decide abrir el melón que Raoul llevaba toda la cena intentando esconder.

-¿Y cómo han ido estos últimos días con Agoney?

El hijo resopla antes de frotarse los ojos con la punta de los dedos. Busca las palabras adecuadas antes de decidirse a hablar.

-¿Bien? No sé, creo que ya no puedo seguir odiándolo y eso me hace querer odiarlo más -confiesa haciendo reír a su madre.

-Si es que eres un cabezón, ¿qué tiene de malo perdonarle? Ya te he dicho que no traicionas a nadie.

-A mí mismo -cierra los ojos con fuerza, pidiéndole a su mente una tregua que parece no querer darle-. Me hizo mucho daño y no sé si está bien perdonarlo porque ahora venga con palabras amables y buenas intenciones.

-Las personas cambian, cielo. Hay que aprender a olvidar y perdonar.

-Le vi pasarte en mi cara no sé cuantos gramos de cocaína días antes de que te diera una sobredosis, mamá, eso no se olvida -asegura Raoul sintiendo cómo se le quiebra la voz.

-Se la pedí yo, Ra -insiste la mujer siendo incapaz de sostenerle la mirada a su hijo, se siente avergonzada-. Lo que me hace a mí la única responsable.

-Si él no te vende, tú no consumes.

-¿Y no te ha dado por preguntarte por qué razón me vendía?

-Me da igual que no tuviera dinero, que no tuviera absolutamente nada, siempre hay otra forma de hacer las cosas -el rubio siente como empieza a arderle la sien, demasiada presión, demasiado tiempo dándole vueltas a todo, demasiado ha soportado ya-. Haciendo eso solo se convierte en la misma mierda que se la daba a él para que la vendiera.

-¿Cuántos años tenías cuando pasó aquello? -resopla Susana intentando hacer entrar en razón a su hijo.

-¿Qué más da los años que...?

-Responde.

-Diecisiete.

-¿Y cuántos tenía él?

-Dieciocho o diecinueve, supongo, pero sigo sin entender...

-No tienes que entender nada, solo dale un par de vueltas a cómo un niño canario de diecinueve años ha podido terminar vendiendo droga en Barcelona -pide Susana dándole un suave apretón en el hombro a su hijo-. Tal vez no somos las únicas víctimas de esto, mi amor, pero si no le escuchas no lo sabrás nunca.

Raoul está a punto de replicar cuando la vibración de su móvil lo distrae. Lee los mensajes desde la pantalla de bloqueo. Suelta todo el aire de golpe. Lo que le faltaba.

LAGUNA MENTAL 🤡
Adán, Agoney, Ari, Cepi, La Miri, Nere, Roi, tú.

LAGUNA AZUL (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora