43. Juego Sucio

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Los días libres en una gira de éxito nacional suelen brillar por su ausencia. Por eso mismo, Luis, Agoney y Raoul han decidido dedicar su día de descanso al noble arte de la procrastinación. ¿Por qué hacer hoy lo que puedes dejar para mañana? Seguro que nadie le pone pegas a que compongan de camino a su próximo concierto, sin embargo ¿les dejarán vaguear hasta que tengan que subirse al escenario? Por supuesto que no.

Así es que los tres chicos han decidido ponerse una película en la habitación de hotel en la que se está hospedando la pareja. No obstante, el gallego empieza a arrepentirse de su decisión de haberse puesto entre los otros dos chicos, creyendo que así se libraría de ser la tercera rueda, cuando siente la cabeza de un exhausto Raoul caer sobre su hombro.

Casi que prefiere ser el sujetavelas que el babero...

—Tú novio se ha dormido —gruñe el bajista separando ligeramente la cabeza del rubio de su cuerpo.

—Mi pobre, esta semana fue agotadora —dibuja un puchero el canario, justificándolo.

—Ya te digo —asiente conforme Cepeda—. Ricky me ha tenido loco buscando un traje de mierda. "Luis, no puedes ir en vaqueros a unos premios". "Luis, no combines ese tono de rojo con ese naranja si no quieres dejar ciego a alguien". "Luis, pareces el Joker".

Agoney ríe a carcajadas de forma inevitable. Puede que no haya visto una pareja más dispar que esos dos. Si Luis es la personificación del caos absoluto, Ricky es el orden llevado al extremo. Quizás es por esa misma razón que ambos se entienden tan bien. Al contrario que los colores del traje del bajista, ellos sí son complementarios. La armonía que el manager de Aitana aporta a la vida de su amigo se ve desde lejos. Y el tinerfeño no puede estar más agradecido con el universo por haber puesto a ese chico en la vida de Cepeda.

Ambos se lo merecen.

—Se os ve bien, dejando la elección del outfit de los 40 al margen —comenta risueño el batería.

—Sí —carraspea incómodo el bajista, aún reacio a hablar sobre sus emociones—. Creo que si me dejo querer es más fácil. No puedo pretender que vaya detrás de mí toda la vida mientras yo le doy largas y malas contestaciones.

—Cierto, nadie se merece esa mierda —asiente Agoney—. Y Ricky menos. Ya fue muy paciente.

Luis asiente, lejos de sentirse atacado u ofendido. Sabe de sobra que no ha sido del todo justo con el mallorquín, hecho que le hace reflexionar sobre otra de sus inquietudes.

—No sé si está bien... —El gallego se detiene sin terminar de creerse todavía que está a punto de decirlo—. No sé si está bien que esto sea así, pero tengo la sensación de que he empezado a aceptar que me diga cosas bonitas más por él que por mí. Me molesta más ver su cara de decepción cuando me dice algo y me hago pequeñito que el hecho de tener que asumir que piensa así sobre mí, ¿sabes?

—¿Por qué debería ser eso algo malo?

—Porque no sé si puedo empezar la relación porque yo estoy mejor o si estoy mejor porque estamos empezando la relación —empieza a morderse la uña del pulgar el bajista, intentando calmar su ansiedad—. Hay una diferencia muy importante entre una cosa y la otra. Yo quiero mi independencia emocional, porque si esto se va a la mierda y me vuelvo a venir abajo, me muero, Ago.

—Que tengas eso tan claro ya es muy buena señal, ceporrillo —le da un golpecito con el dedo en la sien su amigo—. Y no siempre es malo apoyarte en la relación para crecer y mejorar personalmente. Raoul empezó lo nuestro hecho una mierda, por ejemplo. Yo considero haberle ayudado en todo lo que pude, pero la evolución la hizo él solito. Al principio tal vez necesitaba que yo estuviera más presente, pero poco a poco fue avanzando él solo a paso de gigante. Lo primero que necesitas es quitarte de la cabeza la mierda de "si no te quieres tú, no te va a querer nadie" porque ya viste que es mentira. Si te quitas esa losa de presión de encima, te será más fácil avanzar.

LAGUNA AZUL (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora