LAGUNA AZUL (Ragoney)

7. Zumo de Mandrágora

Tras la publicación en Twitter, que ha servido como objeto de chistes durante el viaje a Pamplona para el resto del grupo, los rumores respecto a la mala relación entre el guitarrista y el batería de Laguna Azul han ido quedando en el olvido para la mayoría de sus seguidores. Aún así, la mánager de la banda sigue teniendo a ambos bajo el punto de mira, por lo que no pueden volver a relajarse de cara al público.

Sin embargo, ni siquiera a Miriam le preocupa en exceso la imagen que puedan dar Raoul y Agoney sobre el escenario, puesto que todos los pensamientos de los integrantes de la banda giran en torno al que va a ser el concierto más importante de la gira. El concierto de los Sanfermines. 

Por ello, mientras Nerea ejerce su turno de conducción, la gallega ha decidido reunir al resto para organizar mejor el bolo.

—Vale, chicos, necesito que estéis atentos porque esto es importante —asegura la mayor sin dejar de acomodarse el pelo, Agoney deduce que se debe al evidente nerviosismo que recorre todo su cuerpo—. Sé que vosotros mandáis sobre la música y todo eso, pero aprovechando que va a veros más gente que nunca, he pensado que quizás nos vendría bien añadir canciones originales o en el caso de ir justos de tiempo con el repertorio, cambiar algunas cover. Pero básicamente, daros a conocer más a vosotros y vuestro trabajo, ¿entendéis?

—¿Van a querer oírnos tanto? —Pregunta escéptico Luis—. No sé, la gente en verbenas suele querer escuchar clásicos.

—Si no quieren oíros, van a tener que aguantarse, pero creo que este momento puede ser el mejor para enseñar lo que tenéis.

—¿Y qué tenemos? —Ariel inclina ligeramente la cabeza, intentando pensar con mayor claridad las palabras con las que expresarse—. Quiero decir... El concierto pasado presentamos Mándame un Audio, pero tampoco es que tengamos muchas canciones más terminadas.

—Yo tengo una.

—No vamos a sacar eso, Raoul.

—¿Por qué no? —abre los brazos el rubio para mostrar su disconformidad—. A la gente que nos sigue le gustaría.

—No es una canción seria, seríamos el hazmerreír de la industria musical —insiste Roi.

—¡Que le den por culo a la industria musical! —Se cruza de brazos el rubio, mostrando su fase más pueril. Agoney debe contener una carcajada ante semejante imagen—. No somos un grupo serio, somos divertidos y hacemos lo que queremos. Estoy seguro de que la gente lo valoraría.

—A mí me gusta la canción —levanta la mano Cepeda, ganándose varias muecas cargadas de reproche en el proceso.

—¿Cómo no? —Resopla el cantante de la banda.

—Se le llama tener gusto, gracias, Luis —celebra altanero el rubio, rodeando con el brazo a su amigo.

"Se le llama estar encoñado, bobo, que no te enteras" protesta para sus adentros el batería, sintiendo la impotencia recorrer su cuerpo.

—Chicos, a ver un momento porque no me estoy enterando de nada —decide intervenir el tinerfeño, en cambio, poniendo un poquito de orden—. ¿De qué canción hablan? 

—Eso —lo respalda Miriam, casi tan perdida como él.

—Una que compuso Raoul hace unos meses de coña, para tocarla en el bar de nuestros padres —responde Adán señalando a Ariel con la cabeza—. Fue divertido ver cómo lo hacía y la canción está guay, pero no sé si es lo suficientemente buena como para presentarla en serio.

—Exacto —le da la razón Roi asintiendo con la cabeza.

—Bueno, podemos oírla y decidimos entre todos —sugiere la mánager a pesar de los rostros escépticos de sus clientes—. ¿Cómo se llama, Raoul?