«Algunos misterios siempre escaparán a la mente humana. Para convencernos de ello, sólo hay que echar un vistazo a las tablas de los números primos, y ver que no reina ni orden, ni reglas.» – Évariste Galois
CAPÍTULO 24
— ¿Qué?
— Me he contactado con mi antigua psicóloga, está disponible para hablar conmigo de lo sucedido.
— ¿Qué?
— Sí, estuviste allí para ayudarme y quiero que me acompañes a afrontarlo.
— ¿No es muy exagerado ir a un psicólogo?
— No, es lo correcto —movió nuevamente sus pies sobre el agua—. No se lo he contado a nadie, ni siquiera a Silvana.
— ¿Por qué? —Dorian volteó a mirarla—. Te dije que era bueno hablar.
Se encogió de hombros.
— No puedo tomarte en serio cuando ni tú lo haces.
— Estás sacando las balas eh, chucky —soltó queriendo bromear.
Jileen le regaló una sonrisa.
— Solo quiero llevarme bien contigo.
Dorian lo pensó.
No calculaba sus acciones cuando estaba con ella, no pensaba con claridad cuando pensaba en esos lindos lunares casi invisibles del rostro de Jileen. Su problema era que no quería que Jileen se pareciera tanto a Gabrielle. Para él, eran idénticas, mientras que para los demás la similitud era nula.
Pedía perdón todas las noches por el accidente, pedía escuchar la voz de su amada una vez más, volverla a ver por lo menos una última vez; aunque eso significara terminar su camino en la tierra. A pesar de ello, la primera aparición de Jileen había cambiado por completo su día a día, por las noches solo tenía su rostro en la cabeza obligándolo a olvidar el de Gabrielle.
A veces no quería ser su amigo, ni mucho más.
No sabía exactamente lo que quería con ella, no la quería cerca de sus amigos, pero tampoco alejarla de él.
— ¿Por qué?
— Porque eres mi amigo, ¿no?
Dorian se quedó callado unos segundos, pensativo.
— No lo sé, Jileen.
— ¿No eres mi amigo?
— N-
— ¡Chicos, vengan! ¡La comida ya está lista mierda, tengo hambre!
Escucharon el grito de Roxanne proveniente de la casa.
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Quiero ser tuyo (1)
Teen Fiction«El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A nosotros, los enfermos, nos reconocen por nuestras ojeras. Profundas ojeras que delatan nuestras noches en vela, despabilados por unos brazos que nos ocasionan fiebres devastadoras y nos...