«Millones y millones de años todavía no me darían el tiempo suficiente para describir ese pequeño instante de toda la eternidad cuando me abrazas y yo te abrazo a ti.» - Jacques Prévert
CAPÍTULO 14
¡Maldito ruido!
Jileen abrió sus ojos con mucha dificultad pues el ruido de la estruendosa música resonaba en sus oídos. Las once de la mañana y ella seguía durmiendo, en realidad recién despertando, ya que apenas conseguía abrir los ojos y tenía esa sensación como si le hubiera pasado una máquina por encima.
En otro lado del departamento, específicamente en la sala, Dorian se encontraba con una botella de vodka en la mano y música a todo dar mientras se lamentaba de lo ocurrido horas atrás. Recordaba a su novia, Gabrielle, sentía que la estaba engañando con otra mujer, con una niña. Se sentía muy estúpido al perder la noción de sus acciones en el ascensor y al momento de besarla por primera vez.
— Ou —su cabeza le dolía—. ¿Dónde estoy?
Leen se levantó desorientada, pero al momento de recorrer sus ojos por toda la habitación se dio con la sorpresa que, en la mesita de noche, al lado de la cama, había un marco de fotos con una pareja sonriente y abrazándose. Reconoció al chico, al falso gorila tatuado y Gabrielle plasmados en la foto dándose todo el amor posible con tan solo una sonrisa.
— Se ven enamorados.
Diablos, eso dolía.
A ella le habían contado sobre esto, la resaca, pero no pensó que sería así de intenso. Se levantó de la cama con el mismo vestido que sus amigas habían escogido para la noche anterior.
— ¿Qué hago aquí?
Salió por el pasillo del departamento con sus cabellos alocados y el maquillaje corrido. Intentó descifrar el camino y llegó a la sala sorprendiéndose al ver a Dorian sin camisa y solo pantalones bebiendo vodka, mucho vodka.
Carraspeó.
El chico seguía bebiendo de la botella sin mirarla mientras en su otra mano sostenía un cigarrillo entre los dedos.
— Dorian —lo llamó.
— Qué quieres —dijo seco y cortante, molesto consigo mismo, sin mirarla.
¿Qué quería en realidad? Lo único que Jileen quería era cambiarse ese maldito vestido y eliminar de una vez por todas la tremenda resaca. ¿Qué pasó? No recordaba nada, lo único que llegó a su mente fue el momento en el que llegó hacia sus amigas a la pista de baile. Luego de ello todo estaba negro, ni un mínimo recuerdo de la noche mientras que por otro lado Dorian sí que recordaba todo, con mucho detalle, mucho más de lo que quisiera recordar.
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Quiero ser tuyo (1)
أدب المراهقين«El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A nosotros, los enfermos, nos reconocen por nuestras ojeras. Profundas ojeras que delatan nuestras noches en vela, despabilados por unos brazos que nos ocasionan fiebres devastadoras y nos...