Mara intenta agarrarme por el brazo pero me la quito de encima de un tirón. Noto cómo la adrenalina se extiende por todo mi cuerpo y esquivo con rapidez al resto de alumnos de la facultad, mientras me dirijo al lugar en el que voy a cometer mi primer delito de sangre: la cafetería.
Abro las puertas demasiado fuerte y éstas dan en la pared, haciendo que todo el mundo se quede mirándome, pero me da igual, en este momento no me importa nada.
Ronald se levanta de su mesa, dejando su pobre almuerzo a medio comer y se acerca a mí con gran preocupación.
—Ellie, ¿estás bien?
—Dónde está— inquiero sin si quiera mirarle, mientras hago un barrido rápido de la sala, buscándolo.
En ese momento, las puertas se abren de nuevo y aunque esté de espaldas puedo sentirlo. Es él.
Me giro, y como una leona visualizando a su presa, camino a paso decidido hacia él, mientras siento la ira fluir por cada centímetro de mi cuerpo.
—¡¡¡Eres un maldito cerdo rencoroso!!!— lo empujo, haciendo que trastabille y frunza el ceño.— ¿Cuál es tu jodido problema, Jayson?
—Primero, no me llames Jayson, y segundo, ¿de qué estás hablando?
—-No te hagas el tonto conmigo. Sabía que no eras bueno, pero jamás pensé que podías caer tan bajo. ¿Tanta importancia tiene para ti ese sitio? Estás enfermo, JAYSON—grito su nombre lentamente y lo empujo de nuevo— ¡¡¡Me has destrozado el jodido coche!!! Ya no podré venir a clase hasta que pueda arreglarlo. Eres una basura—lo empujo— eres una escoria— vuelvo a intentar empujarlo pero anticipa mis movimientos, agarrando mis manos por las muñecas.
—Yo no he tocado tu coche, mojigata.
Esa última palabra hace que mis barreras se derrumben y la adrenalina que antes me daba fuerza se disipe por completo. Voy a llorar, joder, o voy a desmayarme, o todo a la vez. Tengo que salir de aquí
—¡Suéltame!— le ordeno y él lo hace. Me doy la vuelta, dándole la espalda y me dispongo a salir de la cafetería, con los ojos anegados en lágrimas luchando por salir.
Mara le echa una mirada asesina y corre tras de mí, aunque no disminuyo el ritmo.
Voy secándome las lágrimas conforme voy saliendo del edificio, intentando dar el menor espectáculo posible. ¿A buenas horas no?
—Ellie, Ellie, ¡¡Ellie!!— Mara me llama, jadeando— Espérate mujer, ¡joder!, ay que ver cómo corres chica.
Nos detenemos delante de mi maltratado coche y habla de nuevo.
—Dame las llaves— la miro y niego— no estás en condiciones de conducir, dame las llaves y yo llevaré el coche hasta la residencia.
Asiento. Sé que tiene razón, probablemente si conduzco ahora termine de cargarme el coche. Rebusco en la mochila, que siempre tengo llena de porquerías, hasta que doy con las endiabladas llaves y se las lanzo.
—¡Elizabeth!, ¡Elizabeth!— alguien grita a lo lejos. No me lo puedo creer...
—¿¡Qué quieres, Jayson!?— me giro y no me mira a mí, sino a mi coche, con verdadera cara de espanto.
—Yo no...Elizabeth yo no...— intenta acercarse a mí pero doy un paso hacia atrás.
Lo miro confundida, ¿puede que me esté precipitando? Mis ojos se van a las llaves de su moto que lleva en la mano y sin pensarlo se las quito y las examino, y en una de ellas hay restos de pintura azul.

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MÍA
RomanceUn crimen los separa y los une a la vez, pero ellos no lo saben. Elizabeth busca venganza y Jayson la redención. Elizabeth Bennet vuelve a la Universidad tras 2 años de lucha por superar un drama familiar. Lo que la joven no esperaba era enfrentarse...