Contratarte.

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El alfa saludó a su amigo y entró a su casa sigilosamente, ya que sus padres y hermanos dormían. Eran las 1:00 a.m., y lo único en lo que pudo pensar Kuroo antes de dejarse caer sobre la cama, era en que en ese mismo momento, Kenma estaba trabajando complaciendo a alguien. Se le retorció el estomago.

La risa de Kenma no valía dinero, él tenía que reír por naturalidad.

No le gustaba ser simpático con todos, quería que fuera igual de arisco que siempre, porque nadie debe obligarlo a fingir.

Su aroma no es ese artificio que se hecha encima para atraer a los otros con más facilidad, la sutileza de su olor a coco hacía que el azabache esperara todo el tiempo que sea necesario para verlo pasar por la vereda del frente.

La cabeza de Kuroo estaba hecha un lío. ¿Eso significaba que Kenma ya no le gustaba? No lo sabía. Pero la parte de su vida que acababa de conocer, le dejó un sabor amargo en la boca, tanto así, que toda esa semana esquivó al omega yéndose a su casa antes de tiempo.

-¿Cuánto más vas a estar así, Gallo-kun? -Tsukishima había ido a su casa junto con Bokuto al notar lo perdido que estaba su compañero esos últimos días. Bokuto se anticipó que eso iba a suceder cuando descubriera la verdad, pero él único que podía ver y creer en ese asunto, era Kuroo.- ¿Acaso ahora te da asco el omega?

No! ¡Jamás pensé eso! -gritó con un tono ofendido, como si su amor poco valiera.- Es que... no sé, me hice una idea de él que simplemente se desmoronó. Pero no deja de ser la persona de quien sentí ese aroma, eso no lo va a cambiar nada.

-¿Y entonces, qué harás? -le preguntó Bokuto.

-Ayúdenme a pensar. ¿Cómo puedo sacarlo de ahí?


-¡Ya lo escuchaste, Kuroo! No es simplemente ir y sacar. Tendrá sus razones para necesitar el dinero que deja ese empleo, y no es como si pudieras ir y tirarselo en la cara.

-No, pero...puedes usar el dinero en él y listo -ante estas palabras de Tsukki, el resto simplemente se le quedó mirando atónito. El rubio puso los ojos en blanco, incomprendiendo la inutilidad de sus amigos, y prosiguió diciendo- paga las horas por su compañía y el después de hora.-aclaró.

-¿Estás loco, Tsukki? ¡No quiero pagar por eso! Quiero que lo haga por voluntad propia.

-¿Y por qué crees que debes pagar por "eso"? ¿Dónde está escrito que así debe ser? -Kuroo se quedó pensativo un momento, y luego tragó saliva, intentando unir los cabos del plan que su compañero beta le proponía.

Esa misma noche de viernes se decidió a pagar una hora de compañía. Fue en su auto hasta el bar donde Kenma trabajaba, esperó que se hicieran las 12.50 a.m, una hora antes de que cerrara la parte "legal" del bar, y luego se adentró.
Las autoridades no quisieron dejarlo pasar por el exceso de hora, hasta que mostró su identificación y reconocieron su apellido: Tetsurou Kuroo, hijo del abogado del gobernador. No era alguien con quien deberían meterse. Le dieron el pase, y solicitó una compañía a través de la barra de tragos. Preguntó cuando pagaban habitualmente, y declaró ofrecer mucho más dinero de ser necesario.

Kuroo fue invitado a una habitación que se encontraba en el segundo piso del lugar. Notó el excesivo olor a feromonas que había allí. Alrededor de cinco omegas trabajaban después de hora, y eso generaba un choque interesante de aromas.
Esperó pacientemente sentado en el borde de la cama, hasta que Kenma pasó por la puerta y le puso llave una vez que se adentró.

-No sabía que tenía estos intereses, pero quién soy yo para juzgar -se acercó al alfa, quien mantenía el rostro serio e impenetrable, y se sentó a su lado- ¿Con qué deberíamos empezar, señor? -le sonrío de manera ladina y agarró la corbata que Kuroo llevaba puesta- ¿Quiere cambiarme de ropa? ¿Dominarme? ¿Ser dominado? O algo más tranquilo...¿Una mamada, tal vez? -el rostro del alfa seguía inamovible. Probablemente su respuesta hubiese sido: "todo eso y nada de eso".- Ah, está tímido -siguió diciendo. En ese instante, se puso de pie y se propuso retirar el saco de su traje, la corbata...la camisa...todo aquello que empezaba a obstruir su trabajo.

Kuroo quedó perplejo un instante, mientras reaccionaba a lo que Kenma hacía. Cuando se despejó de su mente en blanco, le sujetó ambas muñecas y lo detuvo. 
No podía negar que el estado del omega a medio desvestir le hacía palpitar el corazón a una velocidad desconocida, pero él estaba allí con otro objetivo, y ningún tipo de excitación era mayor que eso.

-¡No quiero que te desvistas! ¡Vine a hablar contigo!

-¿Conmigo? Pero no tengo nada interesante que contar, ¿O eres de esos a quienes les gustan los cuentos hot antes de empezar a hacerlo...?

-¡No! Simplemente hablar. -dejó de sujetarle las muñecas de las manos y suspiró.- Quiero saber por qué trabajas aquí, y cómo puedo hacer para que...-el ceño fruncido de Kenma lo obligó a detener tanto palabrerío. Era obvio que no se lo diría, se estaba metiendo en algo donde no tenía permiso de entrar.- o...que me cuentes cómo te fue en el día -murmuró.- vendré viernes y sábado a pagar estas horas, así que lo lamento por tu anterior clienta.

-Ella quedó muy enojada, pero la dueña del burdel me insistió, así que no me dejaron muchas opciones -se sentó en la cama y apoyó los codos sobre sus propias rodillas.

-¿Te vas a quedar así? -le preguntó, desviando el rostro y la mirada hacia el lado contrario para esconder un sonrojo que empezaba a apoderarse de él.

-Tú mandas, ¿Qué es lo que quieres?

-Te ordeno a que hagas lo que quieras.

-¿Así sea irme a mi casa?

-¡Sí, así sea eso! siempre y cuando no te vayas con otro cliente.

-¿Y si me voy con algún novio?
-le preguntó desafiante, expectante ante una respuesta.

-Ya dije... siempre y cuando no sea alguien a quien te pague por ello. Por eso estoy pagando yo.

En ese momento, los ojos de Kenma se dirigieron a él y lo miraron con un brillo excepcional. Justo lo que él creía, ese tipo era demasiado bueno o demasiado estúpido. No lo merecía, y eso le quebraría la garganta si no hubiera perdido ya gran parte de su sensibilidad.

Se limitó a volver a ponerse la camisa y se sentó al lado de Kuroo. No sabía bien de qué hablar para hacer de ese momento algo menos incómodo, pero escuchó al alfa reír y no pudo evitar preguntar el por qué.

-Porque tienes la libertad de irte, y sin embargo te quedaste acá conmigo -le dedicó una sonrisa y se dejó caer de espaldas hacia la cama.

El omega quedó boquiabierto un instante, y luego también rio. Pero un pensamiento seguía dando vueltas en su mente: tenía que alejarse de él, y ya sabía bien cómo. Necesitaba tan solo dos fines de semanas más.

-¿Cómo está tu gatita?

-Bien, ya se acostumbró a mi casa, así que no llora más cuando me voy. -Kenma también se dejó caer de espaldas sobre la cama, y ambos se quedaron mirando el techo un buen rato.

-¿Vives solo?

-Sí, con ella.

-¿No te da miedo?

-¿Vivir solo? No siempre fue así, y además, mi casa está esperando a alguien.

-Si te pregunto quien es, no me lo dirás, ¿No?

-¡Bingo!

-Maldición, Kenma.

-Maldición, Kuro. -un silencio reinó nuevamente por un instante, pero el alfa se sentó de inmediato, como si una revelación cayera ante sí.

-¿Me llamaste Kuro? ¡Me he ganado un apodo! -Kenma se tapó la boca tras darse cuenta de eso, ya que lo había dicho sin pensar. El alfa festejó como si su equipo favorito del deporte ganara un partido, realizando una ovación a lo ancho y largo de la habitación, que por suerte tenía aislantes del sonido. El omega intentó permanecer serio un poco más, pero no pudo evitar reír al momento.


Kuroken-Todas tus partes son mías ( Kuroo x Kenma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora