Agosto-Planes y Naufragios-

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17 de Agosto de 2020

Amiga, muchas veces escuche a persones hablar de la soledad como algo hondo, pesado, interminable o profundo. En fin como algo que pudiese medirse.

Quizás así se sentía antes de la pandemia. Un vacío calculable.

Anoche soñé que era un fantasma, la soledad no me pesaba, al contrario, me sentía ligera, quizás porque siento que desaparezco. Siento que ya nadie se acuerda de mi, y si él también me olvida, entonces es como si no existiera.

Todo lo que decimos y todo lo que hacemos, nuestras palabras y gestos componen el fantasma que le dejamos a los demás. El recuerdo que les heredamos, para bien o para mal, todo lo que hicimos se convierte en una versión de nosotros en la mente de las personas que amamos.

Y ahora, que está enfermedad nos obliga a estar separados, todos en cajitas como si nos hubiesen archivado. Si nadie me ama, necesita o me extraña, eso en que me convierte?: una maquina que trabaja y consume comida y agua día tras día, solo un engranaje más, reemplazable para el mundo. Dispensable.

Si nadie me ama, para que existo? Para ser útil? Ni siquiera puedo concentrarme en el trabajo, soy inútil y quizás le haría un favor al mundo con desaparecer.

No te asustes, son solo cosas que pienso y necesito desahogarme, no significan nada. Hay dos personas dentro de mi: una que está herida o tratando de sanar, y una que está llena de cicatrices observando a la primera mientras vuelve a transitar una vez más por el mar de mierda que es tener que olvidar un amor.

Odio esa palabra "amor", es tan cursi. Tas relaciones entre las personas son tanto más que sólo una palabra...todos los verbos y adjetivos que vienen a mi mente cuando la ausencia de Ezequiel me asfixia, no alcanzan en un solo idioma

Ojalátuviese un interruptor en la cabeza para apagar esas voces de mierda que diariamente me repiten: no te quiere, nunca te quiso, no eres nada para él, ya te olvidó.

Lo peor es que pensé que podía con esto, tenía toda una lista, un plan post Ezequiel que se suponía que iba a dar resultado.

Tenía una listado de películas, música de mujer despechada, había planeado hacer ejercicio, cortarme el cabello, escribirle a ese chico del área de legales que siempre me invita a salir como para distraerme, pero nada funciona. Solo pienso en él.

Lo peor es que ya pase por  esto tantas veces, me rompieron el corazón al menos diez veces en mi vida y lo superé, pero ese conocimiento, esa experiencia parece no servir de mucho con cada persona nueva, se sufre como la primera vez y esta vez, se sufre el doble porq quisiera poder tomar un bus y viajar hasta donde mi madre pero no. Tengo q estar aquí, sola, en una prisión de mi propia mente mientras él publica fotos en la playa en Barcelona, paseándosela genial y sin mi.

No quiero que sufra, no creas que soy tan mezquina, pero es muy difícil extrañar tanto a alguien y verlo disfrutando del mar, de sus amigos (allá parece q con el verano las restricciones se flexibilizaron), en cada foto con una sonrisa en el rostro y yo aquí, que no puedo ni siquiera ir a un bar a tomarme una cerveza contigo, no puedo ir al gimnasio porque no los habilitan, no habilitaron los Trekking en la montaña y no puedo ir a ver a mi familia.

No quiero sonar como una mala persona, sabes que no lo soy, pero la verdad es que me duele profundamente su felicidad, pero no su felicidad en sí misma, me refiero a verlo feliz ahora, en este momento, porque me hace sentir que se sacó un peso de encima cuando me dejó y que ahora soy solo un mal recuerdo.

Luego siento culpa por sentirme así, y es una enorme bola retroaliméntada de conmiseración y culpa que pesa sobre el cuerpo y no siento ganas de nada.

Odio sentir tanta auto compasión cuando hay personas pasándola tan mal en el mundo, pero que alguien la pase peor que uno no es consuelo, al contrario. Creo que necesito enfocarme en algo más pero como hace uno para distraerse cuando todo está prohibido?.

Y ni hablar de las malditas redes sociales, estoy tratando de juntar fuerzas, lo juro. Un día de estos lo voy a eliminar, solo me hace mal ver sus fotos y las de sus amigos y el autocontrol se me esfumó junto a la dignidad que pierdo cada vez que me acuerdo de Ezequiel.

Es muy complicado esto de odiar a alguien que no te hizo nada de malo y al mismo tiempo odiarme a mi misma por sentir, cuando sentir este dolor de su ausencia es lo único que me da la certeza de que sigo viva y de que todavía, contra todo cinismo y escepticismo que me atribuía, aún tengo esa capacidad, tan infravalorada hoy en día, de amar.

23 de Agosto 2020

Descargué Tinder...odio decirlo pero tenías razón, fue demasiado pronto.

Estuve conversando con varios chicos y salí a tomar algo con uno de ellos, un tal Juan.

Tenía el mismo color de ojos de Ezequiel, pero era como mirar al cielo en otra ciudad, en otro país: el color y la forma son iguales pero de alguna manera se siente distinto, se siente como que no es tu cielo, no te pertenece porque no te conoce.

Juan tiene un bar, produce su propia cerveza, gin y sidras que vende en sus dos locales. Tiene dos años más que yo y la verdad que es Justo lo que quería, inteligente, divertido, maduro.

Que injusto es, no? Cuando la vida te da lo que deseabas justo en el momento en que te es imposible apreciarlo o disfrutarlo.

La cuestión es que tomé unas copas demás, él comenzó a hablar sobre su familia y algo me hizo recordar a mi tía Leonor.

Fue demasiado, tenía demasiada angustia acumulada en el pecho: la pandemia, no poder ver a mi familia, lo de mi tía en Abril, el juicio con mi padre y obviamente...Ezequiel. Estallé en llanto, y no en unas lagrimitas sexys de chica frágil que pueden hacer a alguien sentir el impulso de querer cuidarte. No, lloré fuerte, con mocos y con ahogo, lloré con todo y al final no creo que Juan haya sido tan buen candidato porque cuando fui al baño aprovecho para irse y dejarme sola...con la cuenta.

Creo que yo no hubiese hecho lo mismo en su lugar aunque entiendo lo incómodo que tiene que haber sido esa escena para él, así que por ahora no más hombres para mí, solo enfocarme en tratar de encontrar las ganas de mejorar.

OjaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora