7 de Noviembre de 2020 (Exequiel, en su cabeza)
Otro día más, sin ella.
A veces siento como si estuviese en todas partes. Ella sentirá lo mismo? Yo estuve en su departamento por meses, allí hay cosas que le recordarán lo nuestro pero aquí, aquí no hay nada que ella haya tocado y aún así hasta las baldosas de la ciudad llevan su nombre.
Mariana.
El verano pasó y por lo menos la playa me distraía. Pensaba en ella todo el tiempo pero el mar tenía algo que aliviaba este vacío de ella. Ahora ya no tengo ganas de nada.
Me pregunto que sentirá. Ella me escribió un par de veces, me saludó para mi cumpleaños como si fuésemos amigos. No quiero que nos convirtamos en amigos. No quiero volver a mi país y tomar un café con ella como si fuese solo una persona más, alguien cual quiera que conocí en un viaje y que ahora tengo que visitar por compromiso.
Si le escribo vamos a convertirnos en eso, en amigos por correspondencia y no puedo permitirme algo como eso. No quiero que un día me envíe un mensaje toda entusiasmada porque acaba de conocer al amor de su vida y yo tenga que fingir que estoy feliz por ella.
Quiero que sea feliz, es una sensación extraña porque deseo con toda el alma que esté bien, peor al mismo tiempo, sueño con el día en que nos volvamos a encontrar.
No soy de pensar demasiado las cosas, entonces no entiendo porque no puedo sacármela de la cabeza. Tomé una decisión, cortar por lo sano para preservar lo nuestro, para que el día que nos reencontremos las cosas puedan reanudarse desde el amor y no desde una amistad, pero ya no sé qué hacer conmigo.
Cuando volví a Barcelona fantaseaba con que pasaban 10 años, que le otorgaban una beca de estudios o conseguía un nuevo trabajo y venía a a vivir aquí. Imaginaba que volvía a verla caminando por las Ramblas en Barcelona. Que empezábamos de nuevo y que el tiempo de extrañarnos solo nos hacía más fuertes.
En mi cabeza todo sonaba muy romántico, algo que jamás pensé que era. Yo? Romántico?.
Pero ahora me pregunto, que no daría por volver a oír su voz. Por abrazarla y oler su cabello y verme en sus ojos tan llenos de vida, tristes y dulces al mismo tiempo.
Dios, como extraño sus ojos del color de la tierra mojada. Hasta siento como si pudiese oler la tierra mojada cuando los miro, de sus ojos fértiles, con tanto amor para dar, a veces pareciera que podían dar a luz un universo entero. Y desde que ni los tengo, vivo en el desierto, viendo espejismos de ella en cada esquina.
Cuando volví, Caty ya me esperaba con la sonrisa generosa y las piernas abiertas como siempre. Lo nuestro no tiene forma ni tiempo ni nombre y jamás quiero que lo que tengo con Mariana se convierta en eso. Caty y yo nos usamos para no sentirnos solos, hace años que es así, pero ahora entiendo la diferencia entre solo estar cerca de alguien, y estar juntos.
Ya nada me hace sentir bien, ni siquiera Caty (aunque le tengo cariño, no es lo mismo), tampoco otras chicas que conocí en este tiempo. Son todas hermosas, divertidas, sexys, pero cada vez que las toco y cuando estoy dentro de ellas necesito cerrar los ojos y recordar a Mariana. Es como si le hubiese hecho el amor cientos de veces desde que nos separamos, solo que en mi cabeza, invocando su cuerpo en otro cuerpo. Y cuando termino me siento la peor mierda de este mundo.
Pero al final se siente bien sentirse mal. Al menos cuando siento culpa y asco de mí mismo siento algo.
La otra noche tenía una chica en mi cuarto, ya estábamos desnudos, la hice acabar primero pero cuando se dio vuelta para ponerse en cuatro y perdimos el contacto visual, no podía dejar de mirar la tasa que Mariana me regaló y que dejé sobre mi escritorio sin darme cuenta.
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Ojalá
RomanceEzequiel siempre creyó en la teoría del hilo rojo que une la vida de las personas que están predestinadas a conocerse, por eso cuando la vé en instagram y la reconoce, le es muy fácil creer en su propia suerte. La agrega a sus contactos porque sabe...